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El Quijote I: A 400 años de la consolidación del Quijote

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Por Marcelo Estefanell ///

El viernes 27 de febrero de 1615 se hizo la luna nueva. En España reinaba Felipe III y su hija, Ana de Austria, contrajo matrimonio con Luis XIII de Francia ese mismo año. Mientras tanto, en Italia, un médico de nombre Sanctorius inventó el primer termómetro para tomar la temperatura del cuerpo humano. Por esas fechas, también, pero en Escocia, el matemático John Napier hizo grandes aportes para la aplicación del cálculo, a los que él llamó “números artificiales” y hoy conocemos como logaritmos.

Cervantes, por entonces, tenía 68 años y debía de sentirse contento porque ese viernes, 27 de febrero de 1615, quedó inscripta la primera de las tres aprobaciones que aseguraban la publicación de la segunda parte de la novela que lo haría universal: don Quijote de la Mancha. Esta aprobación la firmó un tal Márquez Torres, licenciado él y, se especula, conocido de Cervantes. Las otras dos aprobaciones provienen del maestro Josef de Valdivieso (fechada el 17 de marzo de 1615) y del doctor Gutierre de Cetina, quien asegura: Por comisión y mandado de los señores del Consejo, he hecho ver el libro contenido en este memorial. No contiene cosa contra la fe ni buenas costumbres, antes es libro de mucho entretenimiento lícito, mezclado de mucha filosofía moral. Puédesele dar licencia para imprimirle. En Madrid, a cinco de noviembre de mil seiscientos y quince (aunque esta fecha, probablemente sea un error del tipógrafo, quien en vez de poner febrero o marzo, puso la fecha el día que estaba componiendo ese texto).

El Rey Felipe III, por intermedio de Pedro de Contreras, da el privilegio Real para que la obra pueda ser impresa; dicho mandato está fechado el 30 de marzo de 1615. Pero aclara, a texto expreso, que los derechos concedidos son por diez años y no por los veinte que solicitó Cervantes (dato por demás significativo como veremos más adelante).

Estos detalles no son ningún descubrimiento, son datos objetivos que se encuentran en todas las ediciones cuidadas de la novela más famosa y más editada de todos los tiempos. Lo que todavía no sabemos con certeza es en qué fecha precisa los madrileños, primero, y los habitantes del resto de reino, después, pudieron hacerse del libro. Solo tenemos un dato muy general: diciembre de 1615.

Dicho así, resulta sencillo concluir que para aquellas navidades a don Miguel de Cervantes Saavedra solo le quedaban cuatro meses de vida y que, ahora, año 2015 del calendario gregoriano, viviremos el cuarto centenario de la culminación de las aventuras del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. Buen pretexto, por otra parte, para recordar hechos singulares de la vida de este escritor prolífico y genial que fue Cervantes, junto a su novela, a su época y a la evolución del lenguaje y de los lectores que se han sucedido a lo largo de de cuatro siglos.

Como dijo Mark Van Doren, ensayista y poeta norteamericano, en su libro La profesión de don Quijote: “(…) la historia (de don Quijote) es a un tiempo sencilla y misteriosa. La prueba de su sencillez está en que puede resumirse en unas cuantas frases. Y la prueba de ese misterio es el hecho de que se puede hablar de ella eternamente.”

En nuestro caso “hablaremos” a los largo de varias entregas de esta historia sencilla y misteriosa a la vez. Vale.

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