Por Carol Milkewitz ///
Estoy pensando qué voy a hacer por mi cumple. Cuando llega, no tengo nada organizado. Termino haciendo lo mismo de todos los días: pensar qué voy a hacer para mi cumple.
Todo empieza a las 12 de la noche. Celular y compu prendidos, quedo lista para recibir los deseos de mis seres queridos. El primer mensaje, por Facebook, es de Gabriel Alonso: “queridaaaaa, feliz cumple, espero que estés pasando hermoso”; y me pregunto: ¿qué será de la vida de Gabriel?, ¿en qué andará? y lo más importante, ¿quién es? Entro a su perfil y me doy cuenta de que somos amigos desde el 2006 y nunca habíamos hablado. Un secuestrador en potencia.
Rendida, me voy a dormir, pensando que la mañana va a ser mucho mejor. Seguramente la gente, para festejar el aniversario de mi nacimiento, venga a traerme el desayuno a casa. Capaz estoy en la parada del bondi y de repente pasa una limousine y me dice: “vine a buscarla, doncella”. Pero no. La misma vida patética todos los días.
Cuando vuelvo del trabajo, vienen mis amigos a casa. Llegan como el ejército cuando los griegos invadieron Troya y tengo que saludar a todos al mismo tiempo, mientras pongo cara de que me encanta la camisa que compraron entre 14. Mientras sirvo comida, giro la cabeza para hacer que no veo que todos le pagan al que la compró. Apenas puedo la voy a cambiar, a un lugar diminuto donde no hay ninguna opción mejor. Al final me llevo un buzo normal-feo que tiene los puños mal cosidos.
Después de tomar todo tipo de refrescos (en los cumpleaños está prohibido que haya agua, lo que se sirve tiene que ser sí o sí nocivo para la salud), comer dulce y después salado y después dulce y después salado y charlar con todos los personajes que tuve que invitar por compromiso (la novia de uno, el novio de otro, uno que no tengo idea de quién es, pero que me invita a sus cumpleaños hace diez años y lo sigo invitando para quedar bien, y ahora que lo miro bien me recuerda a la foto de perfil de Gabriel Alonso), en fin, después de todo tipo de experiencias surreales lo único que quiero es que se vayan, pero siguen charlando. Ya son las 2 am, de verdad necesito que se retiren. Mañana tengo que hacer un montón de cosas importantes: desayunar pizza, almorzar olímpicos, cenar papitas.
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¿Por qué a mí? es el blog de Carol Milkewitz, una veinteañera en la eterna búsqueda del equilibrio entre el estudio, el trabajo y la vida social. Por el momento, sale más bien poco. El último lugar al que fue con música, comida y alcohol: el supermercado. Actualiza los viernes.