Por Eduardo Rivero ///
Muchos, muchísimos años antes de No Te Va Gustar y La Vela Puerca, reinaron en Buenos Aires dos bandas de rock uruguayas con una asombrosa calidad musical, siguiendo, claro está, a los dos referentes de entonces: Beatles y Stones. Fueron, en principio, convencidos clones de sus ídolos -nuestros ídolos, los de todos los adolescentes de entonces- para luego, en el caso de una de ellas, dirigirse hacia caminos de experimentación y cruce de culturas, incorporando elementos de la tradición afro-uruguaya y hasta el tango.
Los Shakers y Los Mockers fueron, respectivamente, nuestros Beatles y Stones. Lucían como ellos y no es blasfemo decir que hasta sonaban como ellos -si tal cosa es posible-. Generaron recuerdos imborrables en quienes fuimos contemporáneos de su música y su tiempo y firme interés en las nuevas generaciones, ávidas de saber cómo aquello fue posible.
Las décadas pasadas, la ineludible nostalgia y la lógica del mercado trajeron algunos regresos, trasnochados sí, comerciales sí, pero a la vez profundamente conmovedores. Esta es una breve historia de las dos bandas que colocaron a Uruguay en el gran mapa regional de la década del 60.
La historia de Los Shakers se inicia en los tablados carnavaleros y clubes de barrio del Montevideo de los años 50. Un tal Antonio Fattoruso, junto a sus hijos Hugo y Osvaldo, se lanzó a tocar una mezcla de canciones estadounidenses, boleros, temas italianos y algún que otro tango a partir de 1956, tocando un insólito contrabajo hecho con un palo de escoba, una piola y una lata de aceite como caja de resonancia. Hugo tocaba el acordeón a piano y Osvaldo una rudimentaria batería. Con el tiempo, sus hijos ya pre-adolescentes se metieron de lleno en el mundo del jazz, integrando los dos clubes de entonces dedicados a ese género, La Peña del Jazz y el Hot Club de Montevideo. Ambos asombraban por su virtuosismo, muy superior al de la mayoría de los músicos adultos. En 1959 se integraron al combo de jazz del momento, Los Hot Blowers, tocando en bailes, festivales de jazz y hasta en la naciente televisión local, hasta que a principio de los 60 estalló la bomba que barrería con todo: aparecieron The Beatles.
Sin dejar de tocar jazz, estos pibes altamente entrenados y profesionales decidieron armar un grupo “a la Beatle”, y así nacieron Los Shakers. Tan “a la Beatle” que hasta cambiaron de instrumentos: Hugo y Osvaldo pasaron a tocar las guitarras, y dos amigos del jazz se unieron para dar forma definitiva a la banda, Roberto Pelín Capobianco, contrabajista de la Sinfónica Municipal y bandoneonista en orquestas de tango, se encargaría del bajo y Carlos Vila de la batería. En el verano de 1965, luego de alguna tímida actuación en “El show del mediodía” de Canal 12, fueron a Punta del Este a “hacer el verano”, tocando jazz en el Hotel San Rafael y, al mismo tiempo, presentarse en el parador I’Marangatú de la Playa Mansa disfrazados de Shakers -es decir, de Beatles-. Fue un fenómeno de popularidad entre los pibes veraneantes. A toda prisa el productor argentino Miguel Loubet los llevo a grabar a la Odeón de Buenos Aires, donde se radicaron logrando, a toda velocidad, ser la banda número uno sin la menor discusión. Su background musical, a años luz de las bandas argentinas de aficionados, y su look Beatle, los convirtieron en ídolos. Entre quienes los idolatraban se encontraban músicos hoy legendarios como Litto Nebbia, Luis Alberto Spinetta y Charly García. El simple con Break it All (Rompan todo) se diría que nació como un clásico. Sus canciones propias eran música Beatle pero también enormes canciones. Tocaron en los mejores bailes, en la televisión argentina y hasta aparecieron en la película Escala Musical.
Cada tanto venían a Montevideo, provocando escenas de beatlemaníaca histeria. Dos memorables shows fueron el del Cine Plaza y el de la Rambla de Pocitos, sobre el techo de un refugio peatonal, ante una multitud impresionante. Editaron tres álbumes históricos: Los Shakers, Shakers for You y La Conferencia secreta del Toto’s Bar. En el segundo de los mencionados el tema Never Never, que fue un enorme hit, incorporaba una rítmica latina bastante por fuera de los patrones Beatle. En el tercero, para muchos el álbum más grande en la historia del rock uruguayo, los ritmos latinos, los patrones afro-uruguayos y hasta el tango aparecen para sorpresa general e inestimable aporte cultural.
En 1969 la banda ya no existía. Por contrato, y antes de emigrar a EEUU, los hermanos Fattoruso grabaron el olvidado pero excelente La Bossa Nova de Hugo y Osvaldo. Permanecieron algo más de una década en EEUU, formando junto a Ringo Thielmann el célebre Opa Trío, formación cumbre de la música popular uruguaya, con una música que aún hoy sigue siendo de vanguardia. Tras diversos intentos, el único reencuentro formal entre Los Shakers originales se dio en 2005, con el disco Bonus Tracks -inesperadamente flojo- y una presentación mágica en el Teatro de Verano de Montevideo.
Nuestros Rolling Stones, Los Mockers, arrancaron en 1963 bajo el inquietante nombre de Los Encadenados. En mi liceo, el Dámaso Antonio Larrañaga, se decía que tres de ellos habían sido alumnos y que la banda, por lo tanto, nació allí. ¿Mito o realidad? Cuando ya se llamaban Los Mockers grabaron un primer simple en los Estudios de Radio Ariel de Montevideo. En 1966 ya estaban en Buenos Aires tras los pasos de Los Shakers. La banda estaba integrada por Jorge Fernández en guitarra, Esteban Hirschfeld en órgano, Julio Montero en bajo, Beto Freigeda en batería y Polo Pereira en voz solista, cantando igualito al Jagger de entonces. Más allá de que hubo un caótico segundo álbum mitad en español, mitad en inglés, en realidad el disco que ha quedado en la historia es el primero, Los Mockers, al igual que la discografía de Los Shakers, grabado en y para la Odeón de Buenos Aires. Un disco magnífico, que sonaba increíble y lo sigue haciendo medio siglo después de concebido. Conservo -intacto- el vinilo de entonces. Temas como Make Up your Mind, What a Life, All the Time, I Got You o Don’t go away son una suerte de biblia Stone, y de algún modo también pagan tributo a Eric Burdon y The Animals.
Cuarenta años después, se volvieron a unir en Valencia, España. En 2008 hicieron dos shows memorables en la Sala Zitarrosa, donde saldé la deuda conmigo mismo de no haberlos visto en vivo en su era inicial. Estuvieron todos, menos Beto Freigeda, el baterista, fallecido en Montevideo en 1972, en un accidente con su moto.
Un elemento clave en el “redescubrimiento” de Los Mockers fue la aparición de su tema Make Up Your Mind en la banda sonora del film uruguayo de 2001 25 Watts, un tema tan bueno que las jóvenes generaciones pararon la oreja de una. En 2012 grabaron cinco nuevos temas para el disco Do it Again -cinco canciones emocionantemente mocker– donde también otros artistas destacados hacen respetuosas versiones de sus clásicos (bandas españolas como Silverados, The Del-Shapiros o Doctor Explosión, argentinas como Los Ratones Paranoicos y uruguayas como Astroboy o Chicos Eléctricos).
Alguna vez tuvimos bandas así. Alguna vez marcamos el paso -y el ritmo-en la escena de Buenos Aires. Alguna vez estas dos bandas históricas fueron pibes jóvenes con hambre de gloria y un enorme talento detrás. Hoy su música ha sido reeditada una y otra vez hasta por sellos de EEUU y Reino Unido. No puede comprenderse el desarrollo de la música popular uruguaya sin estas dos tremendas bandas, que educaron tantos oídos y aceleraron tantos corazones.
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Urquiza esq. Abbey Road es el blog musical de Eduardo Rivero en EnPerspectiva.net. Actualiza los miércoles.
Video: UruRock
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