Por Eduardo Rivero ///
La reedición de la discografia completa de Jaime Roos remasterizada movilizó, el año pasado, el medio musical uruguayo. A las notorias mejoras de audio se sumaba también el diseño gráfico original y notas históricas firmadas del curador de esta colección, el musicólogo y periodista brasileño Guilherme de Alencar Pinto.
Antes de las Fiestas se pusieron a la venta los primeros cinco discos de esa discografía, a todas luces histórica, y ahora han salido al mercado cuatro nuevos volúmenes absolutamente imperdibles.
Dos de ellos son clásicos esenciales en esa discografía, los álbumes 7 y 3 (1986) y Sur (1987). Los otros dos se pueden catalogar de “sorpresas” ya que, si bien forman parte de la discografía del más importante artista uruguayo de los últimos 30 años, estaban bastante olvidados por el público y de no primar el bienvenido criterio completista de esta serie pudieron quedar afuera pese a su notable valor musical: el disco a dúo con Estela Magnone Mujer de sal junto a un hombre vuelto carbón (1985) y el disco en vivo Esta noche (1989).
En esta primera parte nos vamos a dedicar a hablar en detalle de los dos primeros, que tienen esa sabia combinación típica de Jaime de incluir grandes éxitos junto a esas “otras canciones” que la gente no registra en la misma medida. Pero ambos tipos resultan imprescindibles para trazar un perfil a fondo de este creador enorme, capaz de darle al uruguayo promedio un espejo en el que mirarse como muy pocos otros artistas han logrado hacerlo, partiendo además de una música ecléctica, sin chacritas cerradas, que sintetiza en forma magistral influencias que van del rock al tango, de Los Beatles a Eduardo Mateo, de Zitarrosa a Rada y, por cierto, del candombe a la murga.
Los cuatro discos son el fiel retrato del momento de explosión popular de Jaime ocurrido en la década de los 80, cuando metió un hit tras otro y, en especial, cuando lanzó el tema que lo transformó de “nuevo artista” en un verdadero “peso pesado”, con todo para permanecer y convertirse en un clásico: la impresionante Brindis por Pierrot.
Esa canción de tenor carnavalero, intensa y dramática, terminó por posicionar a fines de 1985 a Jaime como una figura creativa mayor, capaz además de generar un público policlasista como, por ejemplo, Zitarrosa y Los Olimareños habían logrado hacerlo, pero, como decía líneas arriba, partiendo de un abanico de influencias mucho más amplio y una estética mucho más variada que sus ilustres predecesores.
En ancas del fenómeno de popularidad de Brindis por Pierrot surge entonces, a fines de 1986, 7 y 3, que es un álbum muy peculiar dentro de la discografía de Jaime.
El disco está constituido por apenas seis canciones, obviamente la mayoría largas (tres de ellas rondan los siete minutos). Tiene una presencia protagónica de dos integrantes –en ese entonces– de la banda Níquel, Jorge Nasser en bajo y el argentino Pablo Faragó en guitarra, y además una instrumentación con mucha eléctrónica y mucho tecno-pop bien “ochentoso”. Se utilizó, por ejemplo, una batería digital Roland TR-808 típica de la época para la percusión –recurso al que Jaime nunca más echaría mano– que fue cuidadosamente programada, y a la que se agregaron platillos "tocados" para no sonar tanto a “máquina”, y también mucho teclado electrónico a cargo de por un plantel de lujo: Estela y Alberto Magnone y Hugo Fattoruso.
Por todo ello, este disco suena diferente a todos los otros de su discografía. Y no tiene ninguna murga, por ejemplo. Pero, ciertamente, esa diferencia no atentó contra el gran recibimiento que tuvo por parte de crítica y público.
Como es obvio, el tema más recordado es La hermana de La Coneja, uno de los mega hits de Jaime a lo largo de su carrera, y único tema de este disco que no lleva letra de Roos sino de Raúl Castro. Pese a su éxito, en lo personal no considero a esta “milonga pop” con influencia de Dino uno de los grandes temas de Jaime, sino más bien lo contrario. Pero vaya si pegó en el público. Hay, de todas formas, canciones maravillosas como El tambor, que abre el disco y que tiene un texto magnífico:
“…No hay que olvidarse
la guitarra y la tumbadora
no hay que olvidarse
los colores del dominó…”
También encontramos aquí la introspección de Mio, el soberbio marco pop de Lo que no te di, el vértigo bailable y “discotequero” de Esta noche y una canción que va por fuera de todo el sonido imperante en el disco, Te hizo vivir, un bello tema casi totalmente acústico donde aparece el gran Eduardo Mateo en percusión y guitarra sintetizada.
En esta cuidada edición, 7 y 3 trae una histórica fotografía de gran tamaño, tomada en las escaleras del Palacio Salvo que llevaban al estudio La Batuta, bautizada por quienes participaron como “La familia Monster”. En la imagen vemos a un segmento inmenso de la mejor historia de la música popular de este país: Estela Magnone, Jorge Nasser, Pablo Faragó, Alberto Magnone y tres auténticos próceres como los maestros Hugo Fattoruso, Eduardo Mateo y Jaime Roos.
Sur, editado al año siguiente que 7 y 3, no se parece en nada al disco previo. Vuelven los instrumentos predominantemente acústicos. Vuelve la murga. Y pese a sus diferencias, el éxito fue también absoluto.
Aquí Jaime vuelve a grabar algunos temas de sus dos primeros discos, Candombe del 31 y Para espantar el sueño, dado el éxito que una nueva versión de Cometa de la farola había tenido en Brindis por Pierrot (1985). Y fundamentalmente cumple el sueño del pibe de invitar a grabar a un grupo de artistas que habían sido clarísima referencia en su formación. Así encontramos al Opa Trío acompañando en forma increíble Si si si, a Los Olimareños en Y es así –tema donde también escuchamos al virtuoso de la guitarra de tango Julio Cobelli, exacompañante de Alfredo Zitarrosa–, y a Rubén Rada en Candombe de Reyes.
Otros momentos destacables son la hermosa milonga con batería Lluvia con sol, la Despedida del Gran Tuleque ’87 (texto de Mauricio Rosencof, anticipando de algún modo lo que luego sería el formidable álbum La Margarita) y, por supuesto, la exitosísima Amándote, donde es acompañado por el grupo Repique con el que entonces se presentaba en salas de baile fundamentalmente. Esta canción ya existía en 1981 y Jaime era perfectamente consciente de su potencial al cantarla en asados con amigos, pero recién en Sur consideró que podía encajar. Créalo o no el lector, se la escuché cantar a Jaime un buen tiempo antes de grabarla en la sala de espera de un dentista y músico amigo, el Dr. Nelson Vicente.
Renglón aparte merece el tema de clima tanguero Las luces del Estadio (texto de Raúl Castro), entonces utilizado como canción característica del programa de televisión uruguayo Los Tres, protagonizado por los actores Alberto Mena, Roberto Jones y Alberto Arteaga.
En la segunda parte de esta nota abordaremos los otros dos discos remasterizados que acaban de editarse, menos célebres pero igualmente claves para completar una discografía ineludible.
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Urquiza esq. Abbey Road: Roos de colección (III)
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