Por Emiliano Cotelo ///
Por más vocación que usted tenga, por más que le guste el trabajo que realiza, seguramente usted pasa por días laborables que le resultan desagradables y hasta insalubres. Y puede darse que eso le ocurra no sólo en una jornada sino en varios días o, incluso, durante meses.
Bueno, el periodismo también tiene eso; no sé si se habían puesto a pensarlo.
Supongo que es fácil imaginar que a un periodista el trabajo le caiga mal si debe cubrir “in situ” ciertas noticias o situaciones, por ejemplo una tragedia con muertos, heridos y sangre, en el caso de un terremoto, un atentado o una guerra. Pero no sólo me refiero a esas hipótesis extremas. También el periodismo político puede pasar por estos trances. Lo digo por mi propia experiencia. Y de eso quiero hablarles hoy.
Dos temas
Hay dos temas que han estado insistentemente en la agenda nacional en las últimas semanas: la situación de Raúl Sendic y su eventual renuncia, y la postura del Gobierno uruguayo ante la crisis en Venezuela.
En realidad, ambos vienen de meses atrás: más de un año en el caso de Sendic y un poco menos en lo relativo a Venezuela. Durante todo este largo período nosotros, aquí, En Perspectiva, como nos ocupamos de la actualidad, sobre todo de la política, nos hemos sentido obligados a prestarles atención, ya fuera porque surgían nuevos elementos o por lo contrario, porque permanecían congelados cuando, por otro lado, parecía acuciante que se definieran de una buena vez.
El resultado, creo, ha sido un gran desgaste. Estoy seguro: muchos de nuestros oyentes se aburrían de que esos asuntos volvieran a ocupar espacio en el programa y otros, aunque estaban interesados en ellos, juntaban bronca por el bloqueo mismo en que estaban debido al manejo, difícil de entender, que de los dos han hecho sus responsables.
Bueno, quiero confesarles que esos sentimientos han sido también los míos.
Me indigna
A mí me indigna sacar la cuenta de todo el tiempo que hemos perdido, como sociedad, discutiendo sobre si Sendic tenía o no el título de licenciado en genética humana, sobre si eran correctas o no las compras que hizo con la tarjeta corporativa de Ancap, o en torno a las idas y venidas del Gobierno para juzgar de manera frontalmente crítica al Gobierno venezolano y su deriva hacia una dictadura.
Como periodista
Todo eso me molesta, para empezar, como director de este programa.
Porque, como el espacio que tenemos es limitado (cuatro horas), al volcarnos a esas cuestiones durante meses y meses dejamos necesariamente afuera otros hechos o personajes nacionales seguramente mucho más productivos y estimulantes, o por lo menos interesantes y necesarios como algunos de los tópicos de la política internacional que hemos descuidado.
Y también porque cada vez que volvemos, resignados, a estos dramas inconclusos, percibo en la audiencia una división inquietante, donde proliferan planteos muy agrios y agresivos, de un lado y del otro, dependiendo de qué pregunta haga yo en una entrevista o de cómo queda conformada la mayoría en La Mesa tal o La Mesa cual.
La profesión periodística requiere tener el cuero curtido para aguantar las reacciones negativas, en especial las hirientes, pero situaciones como estas que estoy comentando dan pie a ambientes singularmente tóxicos que terminan traspasando el mejor escudo que uno haya logrado construir.
Y como ciudadano
Me molesta, además, como ciudadano que soy. Sí. Por un lado, me parece triste para la tradición del Uruguay que como Estado no seamos capaces de hablar fuerte y claro sobre los desbordes de los herederos del chavismo y me pregunto cuáles son las razones de ese empecinamiento (que, como contrapartida, no consigue ninguna reacción positiva del Gobierno bolivariano y hasta termina en agresiones a autoridades nacionales). Y, por otro, veo perjudicial para la vida institucional del país que tengamos como vicepresidente de la República a una figura tan deteriorada y desacreditada. Me asusta, además, la cantidad de equivocaciones y descuidos que se cometen en los dos frentes y creo que eso habla mal de buena parte de la dirigencia del oficialismo, ya sea por falta de oficio o por la contaminación con otros intereses que terminan nublando la razón. Algo de eso planteaba ayer, desde su lugar como militante frenteamplista, Fernando Butazzoni cuando en La Mesa comparaba este panorama con un “laberinto” en el que su fuerza política estaría seriamente perdida e incapaz de encontrar la salida.
Y diría, incluso, algo más: ya me preocupa también el lado humano de Raúl Sendic, sometido al calvario en el que vive, cada vez más enredado. Es cierto que ello se debe a su propia responsabilidad -por sus comportamientos y por una acumulación increíble de errores a la hora de enfrentar las denuncias y realizar declaraciones a la prensa- pero no comprendo cómo no ha aparecido alguien de su entorno que lo aconsejara con autoridad y sabiduría. Por el contrario, todo indica que su gente cercana lo empuja a que, ante cada uno de los líos, siga atrincherándose, patinando y autodestruyéndose. Y mientras tanto, sus adversarios dentro del propio Frente Amplio (FA), lo empujan hacia el abismo, un día sí y otro también.
El deber y el hastío
Todo esto que estamos presenciando y sufriendo le hace mal al FA, le hace mal al Gobierno, le hace mal al sistema de partidos, le hace mal al país y nos hace mal a cada uno de nosotros como ciudadanos y como personas.
Y yo soy, también, una persona.
Por eso, por más que lo intento, no puedo quedarme simplemente en el papel del cronista que observa, recaba datos, informa, pregunta y analiza.
Cumplo con mi deber. Trabajo estos temas, sí, pero lo hago desde una posición de hastío y hasta de dolor. Y, paralelamente, pongo el mayor esfuerzo para que En Perspectiva no se hunda en el barro de estos terrenos pantanosos en los que debemos movernos. Y por eso hago todo lo posible por levantar la mira, dando lugar a otras realidades y reflexiones. Por ejemplo, yendo en busca de la historia de nuestro país, como haremos en la entrevista que viene a continuación, o advirtiendo sobre los desafíos demográficos que enfrenta el Uruguay a partir de la buena noticia de la prolongación de la expectativa de vida, que tratamos esta semana con Juan José Calvo, o abriendo los ojos a los avances de la robótica y la inteligencia artificial que están cambiándonos la vida y que compartimos todos los miércoles después de las 10 de la mañana. Creo que esos son enfoques mucho más enriquecedores y provechosos, para ustedes… ¡y para mí mismo!
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Emitido en el espacio En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 04.08.2017, hora 08.15