Hoy quedó inaugurada oficialmente la Cumbre sobre Cambio Climático, COP21, que hasta el 11 de diciembre reúne a 195 estados que forman parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El presidente del Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático, Ramón Méndez, que integra la delegación de Uruguay, dijo a En Perspectiva que si bien “hay algunas propuestas que son interesantes, los principales emisores no están generando mensajes tan ambiciosos como serían necesarios en función de las grandes emisiones que tienen”.
Para Méndez, las propuestas de los casi 190 países que han enviado sus contribuciones siguen estando muy por encima "de lo que la ciencia dice que es lo máximo que se puede llegar a emitir para controlar el clima en el futuro".
EN PERSPECTIVA
Lunes 30.11.2015, hora 7.43
EMILIANO COTELO (EC) —Apenas dos semanas después de los ataques terroristas del 13 de noviembre, Paris vuelve a concentrar hoy la atención del mundo.
Allí tendrá lugar hasta el 11 de diciembre la Cumbre sobre Cambio Climático, COP21, donde participan 195 Estados que forman parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Si bien la inauguración oficial es en esta jornada, el fin de semana ya estuvo cargado de noticias, tanto por los primeros contactos entre los delegados como por las manifestaciones que tuvieron lugar en una decena de ciudades, incluida Paris, buscando presionar a los líderes mundiales para que alcancen un acuerdo vinculante que reduzca las emisiones que provocan el efecto invernadero.
¿Cómo llega posicionado Uruguay? Vamos a conversarlo con Ramón Méndez, doctor en física, presidente del Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático e integrante de la delegación de nuestro país.
Decíamos que la cumbre se inaugura oficialmente hoy pero los trabajos comenzaron ayer, con una asamblea plenaria convocada por el presidente del encuentro, el ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, buscando definir la hoja de ruta de las negociaciones. ¿En qué consiste esta hoja de ruta?
RAMÓN MÉNDEZ (RM) —En realidad hace varios días, meses y años que comenzaron las negociaciones. En esta última etapa tuvimos tres reuniones de Fabius con diferentes grupos negociadores. Lo que plantea [la hoja de ruta] es de alguna forma continuar durante la primera semana con la metodología que se venía trabajando, de negociación en subgrupos con todos los temas que hay que involucrar en esta complejísima negociación, que se discutan por separado con representantes de todos los países, tener un primer borrador sobre el fin de esta semana para, en la semana que viene, comenzar a trabajar de una forma unificada el texto al que se pueda llegar al cabo de esta semana.
Naturalmente el gran desafío es que sea un proceso inclusivo en el cual todos los países podamos efectivamente sentirnos representados en la discusión, cosa que por ahora no está muy claramente expresado en las actividades. Es muy complejo, hay varios miles de negociadores aquí, está lleno de reuniones paralelas donde muchas veces se terminan resolviendo aspectos centrales. Acá hay demasiado en juego como para que sea todo el nivel de discusión que uno desearía que se diera para cubrir el verdadero multilateralismo de la ONU. Es una negociación muy compleja.
EC —Me llama la atención este último comentario que hace. Lo noto como escéptico, no sé si es el término.
RM —Es complejo, vivir este tipo de negociaciones es muy complejo. La responsabilidad que se me ha designado de coordinar todo este proceso por Uruguay es extraordinariamente complejo. Es la situación que estamos viviendo la mayoría de los responsables de las delegaciones de negociación de nuestra región en particular pero también de otras regiones, con las cuales estamos permanentemente en contacto. Justamente lo que suele suceder en este tipo de encuentros climáticos es que sobre el final empiezan a aparecer los documentos de debajo de los cajones preparados hace meses en negociaciones entre cuatro o cinco. Es lo que de alguna forma la amplia mayoría de los países están viendo cómo evitar.
Estamos hablando de relaciones de poder, del futuro de la humanidad, no solamente del planeta sino también de las fuerzas del poder y del comercio en el mundo para el próximo siglo. Son muchos los temas que están en profundo debate, por algo en este momento hay 150 presidentes en París que hace unos minutos han comenzado sus alocuciones, entre ellos los principales líderes mundiales, que están precisamente involucrados de forma directa por la relevancia que tiene el tema.
ROMINA ANDRIOLI (RA) —¿Las expectativas sobre un acuerdo son desmesuradas o realmente hay un clima auspicioso para lograr un compromiso profundo?
RM —No hay ningún clima auspicioso, lo que hay es una fuerte presión de que tiene que haber algún acuerdo, de que como humanidad, como sistema de la ONU, no podemos tener otro fracaso climático como hubo en 2009 en Copenhague. Algún acuerdo va a haber, pero por ahora se siguen manifestando con mucha claridad posiciones absolutamente antagónicas sobre quién tiene que hacerse responsable, quién tiene que tener el mayor liderazgo, de qué forma los países que han venido y siguen emitiendo gases de efecto invernadero muy por encima del promedio mundial -y de los países en desarrollo- van a hacer un cambio en toda su estructura de producción y de consumo como para que haya una reducción significativa del impacto climático, qué mecanismos van a haber para que los países que no emitimos mucho tengamos la posibilidad y los medios de implementación para generar la adaptación al cambio climático que se ha venido y que se va a seguir produciendo en el futuro.
Es complejo porque se siguen manifestando con mucha crudeza posiciones absolutamente encontradas. Como sucede en el mundo en el que vivimos, muchas veces son las relaciones de los más poderosos las que terminan primando y generando las transformaciones o las no transformaciones. En este momento estamos en un proceso muy fuerte de tensiones muy importantes que se irán incrementando a lo largo de las próximas dos semanas.
EC —Una de las características de esta cumbre en lo previo es ese sistema de trabajo en el que cada país presentaba compromisos propios. ¿Cómo ha funcionado ese aspecto?
RM —El esquema en el cual se está tratando de construir este acuerdo es de abajo hacia arriba, es decir, cada país propone o define nacionalmente qué es lo que está dispuesto a realizar por el ambiente, cuánto está dispuesto a disminuir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Luego subimos y ahí se mira la globalidad de las propuestas de todos los países para ver si estamos lejos o cerca de lo que la ciencia dice que es lo necesario como para tener el clima bajo control.
Lo que ha sucedido es que, si bien hay algunas propuestas que son interesantes y ambiciosas, los principales emisores no están generando mensajes tan ambiciosos como serían necesarios en función de las grandes emisiones que tienen. Eso por un lado, por otro lado aun así, si uno suma los compromisos o voluntades de los casi 190 países que hemos enviado nuestras contribuciones, lo que uno observa es que claramente seguimos estando muy por encima de lo que la ciencia dice que es lo máximo que se puede llegar a emitir para controlar el clima en el futuro. Es decir, se espera que en los próximos años la humanidad realice una determinada cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero y estamos muy por encima de esa cantidad aun con los compromisos de reducción de emisiones prevista. Eso también está planeando: esta primera etapa en la que cada país puso sus propuestas de contribución claramente es insuficiente y va a tener que haber segundas, terceras y cuartas etapas y rondas como para que lleguemos a números más razonables.
EC —Lo que se mira, si recuerdo bien, es cuánto subirá la temperatura media global si consideramos el año 2100 en comparación con el nivel pre industrial. De acuerdo a los cálculos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, si las cosas siguen como van aumentaría entre 3,4 y 4,8 grados y ese es un problema muy serio. Se trata de que suba menos de eso.
RM —Claro, se ha enfocado todo en ese numerito que es cuánto aumenta la temperatura promedio en el planeta al fin de este siglo en relación a los comienzos de la revolución industrial. La ciencia dice que entre 1,5 y 2 grados es lo máximo que podría llegar a aumentar sin que empiecen a producirse fenómenos climáticos mucho más dramáticos que los que se producirían si mantenemos ese mínimo aumento. Pero los números efectivamente van a ser números malos, vamos a estar muy por encima de eso de acuerdo a las contribuciones que se están recibiendo de los países. Con esos niveles de aumento de temperatura [que se produciría con las reducciones que se propusieron hasta ahora] ya se producen fenómenos climáticos en algunos casos catastróficos. Por ejemplo, se puede llegar a producir el derretimiento de todos los hielos de Groenlandia, con lo cual el nivel del mar sube siete metros y hay cerca de 1.000 millones de personas que tendrían que desplazarse en el mundo, 100 millones de personas que se quedarían sin alimento y más de 1.000 millones de personas que van a tener dificultades para acceder al agua potable.
Entonces, es muy grande el impacto que se mide simplemente por ese numerito que es el aumento de la temperatura, pero ese aumento promedio impacta sobre otra cantidad de fenómenos climáticos como son las tormentas extremas, las lluvias, las sequías, el aumento del nivel del mar y otra cantidad de consecuencias que impactan sobre los ecosistemas y los seres humanos en particular. Ese numerito encierra mucho más que los grados que aumenta la temperatura.
EC —¿Cuánto puede incidir Uruguay, con qué expectativas se mueve Uruguay en las negociaciones de esta cumbre?
RM —Uruguay viene preparando desde hace varios meses intensamente esto con negociaciones bilaterales en el marco de los espacios de coordinación política en los que participa Uruguay -Celac, Unasur, Mercosur- y vínculos bilaterales de todo tipo. Tenemos un equipo muy preparado profesionalmente para esta tarea, pero hay componentes de negociación que son técnicos y otros que son muy políticos. También hemos preparado intensamente la vinculación política para esta tarea, pero naturalmente hay ciertos momentos en los que este tipo de negociaciones –acaba de hablar el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon diciendo que junto con el terrorismo el tema del cambio climático es el principal desafío del multilateralismo de la ONU y de la humanidad- naturalmente en este contexto de la gran relevancia que tiene el tema para el poder mundial, en definitiva, por mejor preparados que estemos las capacidades que tenemos desde un país pequeño, no solamente como Uruguay sino mucho mayores que Uruguay, las capacidades de realmente terminar incidiendo son escasas. Pero estamos trabajando intensamente en el marco de todas nuestras alianzas bilaterales y multilaterales para poder tener una incidencia importante.
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Transcripción: Andrea Martínez