En entrevista con En Perspectiva el periodista Jorge Señorans contó el proceso de investigación detrás de su libro La cara oculta del Baby Fútbol, publicado en diciembre de 2015, y repasó algunas de las historias de jugadores y sus familias que conoció de primera mano.
Señorans contó que su “curiosidad” por este tema se generó “a través de charlas con familiares y amigos” que tenían hijos jugando al baby fútbol, un mundo que en Uruguay incluye a 600 clubes, 60 ligas asociadas en todo el país y 60.000 niños. “Me fueron llegando las situaciones que se dan en el entorno de los niños”, dijo.
Portada de La cara oculta del baby fútbol, de Jorge Señorans. Ampliar (+)
El periodista consideró en ese entonces que no podía emitir opinión porque no estaba inmerso en esa realidad, por lo cual recurrió a entrevistas con gente que hace años que está en el baby fútbol. A través de esas notas “se llega a la conclusión de que se ha transformado en un negocio” en el cual hay “una inmensa red de catadores” de niños que juegan al fútbol, en Montevideo y en el interior. “Hay de todo, es un universo muy complejo” que incluye a contratistas particulares y a gente que trabaja para los clubes de primera división, porque “el nivel de captación (de jugadores) es cada vez más abajo”. Contó que incluso le contaron que había un fotógrafo que recibía dinero “para señalar cuáles eran los jugadores con condiciones”.
Estas personas se ponen en contacto con las familias y los niños y les “picotean la cabeza” diciéndoles que puede ser un jugador profesional, contó Señorans. “Llegué a que me dijeran que había mafia”, dijo. “A mí no me entra en la cabeza que existan amenazas por chiquilines de 10 años, o que un chiquilín de 10 años tenga representantes, pero hay quien te dice que son las reglas del mercado”, agregó.
La “moneda de cambio” para “representar” a los niños puede ser comprar zapatos de fútbol para él, electrodomésticos o vehículos para la familia, prometer trabajo a los padres o incluso pagar la mensualidad de los clubes por ellos, contó el autor del libro. “Se apunta a familias de bajos recursos que no tienen la preparación adecuada para darse cuenta de que no es correcto o no es adecuado” hacer contratos con representantes, los cuales no tienen validez porque son ilegales.
Estas situaciones exponen a los niños a “muchísimos” riesgos, porque muchas expectativas recaen sobre ellos, dijo Señorans. Entre estos riesgos está la posibilidad de que el niño deje sus estudios confiando en que será un jugador profesional, aunque puede que nunca llegue a serlo.
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Foto en Home: Cancha de fútbol próxima a la escollera Sarandí, rambla de Montevideo, 22 de junio de 2013. Crédito: Ricardo Antúnez/adhoc Fotos.
