Entrevista con el representante del Partido Nacional en el directorio de Ancap, economista y contador público Diego Labat.
EMILIANO COTELO:
¿Puede Ancap seguir teniendo pérdidas anuales de cientos de millones de dólares? ¿Qué hay detrás de los números rojos? ¿Cómo se explica que un negocio monopólico dé lugar a esas cifras? ¿Hay que limitar la autonomía de las empresas públicas?
Estas preguntas quedaron planteadas el jueves pasado, cuando se confirmó que en el año 2014 Ancap registró pérdidas por 323 millones de dólares, una cifra mucho más alta que la de 2013, que ya había generado alarma.
De inmediato, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) anunció que su Unidad de Gestión de Deuda colaboraría con Ancap para tratar de desdolarizar y reperfilar la deuda del ente; también se remarcó que la petrolera –como las demás empresas estatales– deberá coordinar las inversiones con la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) en el Sistema de Inversión Pública.
Es un escenario que está en el tope en la agenda política y económica. Vamos a tener hoy un primer enfoque al respecto y para eso estamos con Diego Labat, que el mes pasado asumió como nuevo representante del Partido Nacional (PN) en el directorio de Ancap y que fue quien dio a conocer los números que están sobre la mesa.
Antes de meternos en los números del balance en sí, algunas preguntas a propósito de usted, porque puede llamar la atención su perfil… Usted es economista y contador público, tiene una maestría en Economía Internacional y hasta ahora se había dedicado siempre a la actividad privada. De hecho hasta asumir en Ancap fue director de Finanzas del banco Santander. ¿Qué lo llevó a dejar ese tipo de actividad para asumir como director de Ancap en representación del PN?
DIEGO LABAT:
Fue una decisión difícil, personal y familiarmente difícil, porque uno abandona cierto confort. Pero no era la primera vez que me planteaban algún desafío de este tipo y me pareció interesante, porque a veces uno con amigos, con conocidos, se queja de algunas cosas, protesta por otras, hay cosas que no le gustan, pero siempre tenemos que preguntarnos qué hacemos para que esas cosas cambien o para que mejoren. Entonces si ante un ofrecimiento de este tipo uno dice que no, después se dice “¿y qué hice yo?”.
Y la propuesta fue bien interesante, el lugar y la acción –Ancap es la empresa más grande del país, con problemas–, entonces los desafíos profesionales eran más que interesantes. Por eso la decisión, que fue tomada pasionalmente. Algunos me dicen que es una locura, pero…
EC – ¿Es un ingreso a la política, o después se dará el regreso a lo privado?
DL – El tiempo lo dirá. En principio voy a hacer una tarea lo más profesional posible, intentando colaborar. Obviamente, me designó un partido, con lo cual voy a responder a las líneas de ese partido, pero mi tarea es dejar bien parado al partido en una tarea profesional en una empresa pública.
EC – Vamos a los números. Vamos a analizar los números del balance de Ancap del año pasado. Las pérdidas se ubicaron en 323 millones de dólares, aproximadamente, y se desglosan de esta forma: casi la mitad, 152 millones, corresponde al incremento que tuvo la deuda de Ancap medida en pesos, debido a la suba del dólar entre fines de 2013 y fines de 2014, una suba de 2,94 pesos; el negocio de los combustibles dio pérdidas por 91 millones de dólares; el negocio del pórtland dio pérdidas de 29 millones de dólares; hay 45 millones de dólares que corresponden al pago de intereses de deuda, y los restantes 5 millones de dólares fueron pérdidas del negocio del gas natural.
De estas cifras que acabo de mencionar, ¿cuál es la que más lo preocupa?
DL – Creo que todas. Quisiera empezar por el resultado operativo, los combustibles, el pórtland; en esos resultados lo único que se tiene en cuenta es la actividad en sí misma, es decir, lo que hace Ancap: compra materias primas, tiene una serie de costos y vende el pórtland, o compra petróleo, refina, etcétera, y vende el combustible. Hasta ahí no importa si se endeudó o no. Pero las actividades solo del negocio, puras, de hacer la actividad de vender combustibles, de vender pórtland, le dan pérdidas. Ese es un primer punto débil. Es como tener una panadería y vender el pan por debajo del costo de producción. Entonces ese es un primer frente de ataque, hay que empezar a ver cuál es la causa de eso.
EC – A propósito de la causa, muchos se preguntan cómo se entiende que haya pérdidas en el negocio de los combustibles cuando Ancap ahí tiene monopolio.
DL – Ancap es una empresa que ha crecido en tamaño como empresa, hace 10 años vendía 1.000 millones de litros de combustible, ahora vende 1.500 millones. Lo que pasa es que muchos de sus costos han crecido mucho más allá de lo que creció la empresa. Por ejemplo, los costos fijos de Ancap ascendían a 130 millones en el 2005 y hoy a 330 millones, se multiplicaron por tres en una empresa que en términos físicos se multiplicó una vez y media. Esas cosas van pegando. Uno podría decir que la empresa creció, que es lo que a veces se contesta; sí, pero poniéndolo en números, en un litro de combustible los costos fijos representaban 13 centésimos hace tres años y hoy representan 22 centésimos de dólares. Esas cosas van haciendo que los costos sean cada vez más altos. No quiero entrar en todos los detalles de los costos, que son muchos y hacen que Ancap sea cada vez más cara.
EC – ¿Eso es ineficiencia?
DL – Hay mucho de eso, sí.
EC – Pero hay otros factores. Leonardo de León, que hoy es senador de la lista 711, el sector de Raúl Sendic, y que fue presidente de ALUR [Alcoholes del Uruguay S.A.], en unas declaraciones que formuló a La Diaria planteó que el MEF debería permitirle a Ancap que empezara a incorporar en su estructura de costos gastos que no incluye desde hace por lo menos cinco años. Decía: “55% del precio de la nafta se explica por los costos de producción de Ancap, y los otros 45% por el Imesi. Pero en los últimos cinco años se le pidió a Ancap que no incorporara en la paramétrica algunos costos de producción para que no subiera el precio de la nafta en el marco del combate a la inflación”.
¿Cómo ve eso? ¿No es un argumento atendible? Por lo visto, parte de las pérdidas de Ancap son costos que tiene que absorber para contribuir a que la inflación no suba tanto.
DL – Hay de las dos cosas. Hay un aumento excesivo de costos y hay costos heredados. Sin irnos tan lejos, el 8 de enero de este año el MEF decidió un aumento adicional de 4,75 % del Imesi. Son 25 millones de dólares más en la cuenta de Ancap. Es precio del combustible que no se queda Ancap sino que vuelca a Rentas Generales. Eso es un costo que Ancap recibe casi del cielo.
Hay otras cosas. Hay una cuestión que ustedes que son memoriosos recordarán, porque se discutió por los años 2006, 2007, la tasa de inflamables. Ancap le paga más de 20 millones de dólares a la Intendencia por concepto de tasa de inflamables, algo que viene de varias décadas atrás y que es discutible hasta dónde es una tasa, porque no tiene contraprestación.
Son todos costos que van pegando en la estructura de Ancap y que hacen que tengamos después los números que tenemos. Ese tipo de costos son los que hay que empezar a estudiar, a bajar.
EC – La solución que propone De León es que le permitan a Ancap subir la parte del precio del combustible que corresponde a sus costos y, para compensar el impacto en el mercado, bajar la parte del Imesi.
DL – Esa es una respuesta que hay que pedirle al MEF. Lo que está claro es que los números de los combustibles no resisten más aumentos. Tenemos un gasoil que está bastante más de 30 % arriba del de la región, y la nafta 25 %. No resiste un peso más de aumento. Resulta difícil pensar en otra cosa.
¿Quién va a hacer el esfuerzo? Creo que el esfuerzo debería ser compartido. Se deberían lograr algunas rebajas fiscales, y a su vez Ancap va a tener que hacer un esfuerzo de bajar costos que en muchas líneas son importantes desde todo punto de vista.
EC – Empezamos hablando de uno de los rubros en los que da pérdida, el negocio de los combustibles, pérdidas por 91 millones de dólares. A usted también le llamaba la atención el del pórtland.
ROMINA ANDRIOLI:
Sigamos con esos resultados operativos que estábamos analizando. ¿Cómo se explican los resultados en el sector del pórtland, que también dio pérdidas cuantiosas, de 29 millones de dólares?
DL – El pórtland es un negocio que históricamente, o por los menos en los últimos 10 años o algo más, ha dado pérdidas a Ancap. Pérdidas importantes, 29 millones de dólares, y el otro año habían sido casi 40 millones. Las proyecciones que yo tengo, las que se presentaron en el directorio, son que el negocio del pórtland va a seguir perdiendo.
Ahí tenemos un ejemplo de todo el tema de las inversiones. Algunas de las inversiones que se han hecho, que quizás parecía que iban a ser la solución a todos los problemas, no han dado resultado. Por ejemplo, en el caso del pórtland se cambió la fuente de energía en la planta de Minas y en la planta de Paysandú, se ha instalado un horno de cal en Treinta y Tres. Pero esas inversiones no han terminado de madurar, no han dado resultados. Por ejemplo, en el año 2010 se firmó un contrato con una empresa brasileña para exportarle cal a una central brasileña en Río Grande del Sur. Esa inversión, que se empezó poco después de 2010, que todavía no está terminada, si uno lee el balance dice que iba a estar terminada en el primer semestre del 2015; nos quedan cuatro o cinco días y no está terminada, con lo cual esa planta no está produciendo ni vendiendo todo lo que debería, por lo tanto nos estamos perdiendo todos esos ingresos. Y si uno mira con detenimiento el balance, no solo dice que no se generaron esos ingresos porque no se vendió la cal, sino que además Ancap tuvo que pagar multas, en el año 2013 pagó más de 4 millones de dólares de multa y en el año 2014 pagó 2,5 millones de multas por no cumplir con el contrato de entregar la cal. Hicimos las inversiones, no vendimos, con lo cual no generamos ingresos, y además tuvimos que pagar multas por incumplimiento en cantidad y calidad.
Ese es el tipo de ineficiencias que se han dado. Está bien, se han hecho inversiones; yo siempre aclaro que la deuda de Ancap se multiplicó en estos 10 años por 6,5, y el activo de largo plazo de Ancap se multiplicó por 3,5. Se hicieron inversiones, pero por mucho menos del monto por el que se endeudó. Además hay que mirar si esas tres veces y media más de inversiones realmente han dado resultados. Algunas sí, pero otras no tanto.
EC – A propósito de las inversiones, hemos comentado que casi la mitad del déficit del año pasado se debió al incremento que tuvo la deuda medida en pesos por la diferencia del tipo de cambio. Ancap y el sector de Raúl Sendic insisten en eso, en que las inversiones que llevó adelante Ancap en el último período son una especie de shock de inversiones, eran inversiones que estaban atrasadas, que eran necesarias y que ahora van a empezar a dar sus resultados. Entonces, cuando se pone el grito en el cielo por este factor, ¿no se está haciendo un análisis apurado?, ¿no se está dejando de examinar qué impacto van a tener de ahora en adelante?
DL – Está bien. Esa es una de las cuestiones que creo que tenemos que mejorar, probablemente no en Ancap, en todas las empresas públicas y en el Estado, la transparencia que se le da a la gente. El uruguayo debería recibir información de nosotros de cómo va a ser eso. Uno no puede decir “esto en el futuro nos va a dar resultados”; debería decir “esta inversión va a madurar, en el 2016 va a pasar tal cosa, en el 2017 va a pasar tal otra”, prever con otra certeza. Porque si no, terminamos en una expresión de deseos, una expresión de voluntad. Si uno escucha las declaraciones del 2010 sobre el horno de cal, ya en el 2012 iba a ser negocio para Ancap.
EC – Pero por ejemplo José Coya, presidente de Ancap y que estuviera en la gerencia general durante estos años, en declaraciones a Búsqueda dice: “Durante estos 10 años logramos cambiar una refinería que estaba prácticamente obsoleta y tenía que cambiar o la cerrábamos. Pasamos a tener un combustible de primera calidad, para acompañar a los nuevos vehículos, la nueva tecnología y el aspecto medioambiental, la refinería comenzó a sacarle el azufre al gasoil y la nafta, hoy estamos produciendo, cuando estamos a tope, 40 toneladas de azufre por día. También salimos del negocio principal y nos instalamos en el negocio del cemento y de la cal, donde se hicieron inversiones que van a responder a un corto, mediano y largo plazo y fueron ejecutadas de esa manera. Uno de los cambios fue del energético que consumen los hornos para producir cemento, que era fueloil y ahora es coque”. Por ahí vienen los énfasis. Por ejemplo esos cambios en la refinería, ¿qué importancia tienen para usted?
DL – Quizás el error esté en cómo se analiza o cómo se discute este tema. Si a uno le preguntan qué quiere, combustible con azufre o sin azufre, prefiere el bueno, el sin azufre. Y así uno podría ir inversión por inversión. Probablemente cuando hicieron este año este nuevo estudio estos podían haber comprado unos micrófonos bastante mejores. Pero se habrán ubicado en algún rango de los precios de los micrófonos que entendieron que era el adecuado y analizaron si convenía comprar, cuánto mejor era. Eso es lo que creo que falta, porque se han hecho inversiones, sí, pero se han hecho muchas que no están dando resultados y a mi entender no se priorizó, no se decidió “esto es lo que más se necesita”. Se hicieron inversiones en forma un poco indiscriminada, lo que llevó a que muchas no hayan logrado madurar. Pongo el caso de la cal, pero hay unas cuantas otras. En el tema logística hay algunas inversiones que tampoco han dado sus frutos. Hay muchas cosas en las que se gastó mucha plata y hoy tienen flujo de caja cero, no le están rindiendo nada a Ancap o negativo, como el caso del pórtland.
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EC – Hablando de la deuda, ¿cuánto incide el hecho de que toda esa deuda sea en dólares? ¿Hay alternativas?
DL – Sí, hay alternativas. Ahí quiero hacer alguna precisión. Primero lo que veníamos hablando, ¿por qué no hacer todas las inversiones juntas, como parece que se hicieron? Independientemente de si después rinden o no, además hay un hecho, por haber hecho muchas a la vez, que termina en lo que hablábamos recién, en un endeudamiento muy alto. Entonces que el endeudamiento sea en dólares es un problema. Yo digo que el primer problema y el que lo antecede es que el endeudamiento es muy alto. Hoy la deuda de Ancap es de 2.170 millones de dólares, cuando hace 10 años era de 300 millones de dólares.
EC – Entonces la primera conclusión es que Ancap encaró más obras de las que podía encarar.
DL – Claro, porque esas deudas al final del camino uno las tiene que pagar. Hace 10 años uno tenía que pagar intereses y amortizar una deuda de 300 millones, y hoy el grupo Ancap se enfrenta a más de 2.000 millones de dólares para pagar.
EC – Me queda la duda de cómo los bancos le prestan a Ancap. Si la conclusión es esa, ¿no debió haber habido un freno en la disposición de los bancos a concederle créditos a Ancap?
DL – No, no ha habido un freno. Por eso he hecho la precisión, porque por ahí se habló de que Ancap está en quiebra. A mí no me gusta usar ese término, no me parece que Ancap esté en quiebra, Ancap tiene soluciones para salir adelante. Una empresa en quiebra es una empresa que no puede seguir funcionando y por eso se declara la quiebra. No es el caso de Ancap. Ancap tiene sí unos números y unas relaciones de endeudamiento, durante muchos años el endeudamiento era menor que el patrimonio, hoy es cinco veces el patrimonio.
EC – El patrimonio está en 400 millones de dólares, y ha ido cayendo.
DL – Ha ido cayendo. Los números de endeudamiento de Ancap son parecidos a los de una empresa en quiebra, pero Ancap no es una empresa en quiebra. En eso hay que ser preciso, porque Ancap va a seguir funcionando. Hay que entrar a ver cómo se resuelve esto.
EC – Ahí está, cómo se maneja ese brete de un endeudamiento básicamente en dólares cuando los ingresos son en pesos, que tiene como consecuencia esto que acaba de ocurrir: según lo que pase con el tipo de cambio, los números se complican.
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RA – Hay algunos aspectos contables que también inciden a la hora de cuantificar las pérdidas. Por lo que pudimos averiguar a partir del balance, debido a criterios de normas internacionales de contabilidad, buena parte de los activos se evalúan sin ajustar por inflación, con lo que se llama el costo histórico, lo que incide en que la pérdida sea más significativa. ¿Qué opinión le merece eso en particular?
DL – Esas son normas contables, y está bien, hace ya unos cuantos años que a nivel mundial y las normas internacionales hacen que no se evalúen los activos fijos.
RA – ¿Eso no magnifica las pérdidas?
DL – No, así se expone y es lo que vale. Lo único que preocupa a las normas contables es que los valores contables no sean superiores al valor de las inversiones de verdad. Así presentan todas las empresas del mundo, si entramos en petroleras, Exxon, Chevron o la que sea. Ahí no hay una justificación.
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EC – A partir de sus comentarios llega un mensaje desde la audiencia. Es muy breve. Dice: “Ancap = Intendencia de Salto”. ¿Algunos de los problemas de gestión que usted encuentra en Ancap se parecen a los que se han analizado estos días a propósito de la intendencia de Germán Coutinho en ese departamento?
DL – No me quiero meter en la Intendencia de Salto porque no conozco en detalle los números más que lo que se ha visto en la prensa. Me gustaría centrarme en Ancap. A los que ejercemos funciones públicas tiene que gustarnos no solo la foto y el corte de la cinta, tenemos que ser más responsable y al cortar la cinta decir “esto nos cuesta tanto, lo vamos a pagar de tal manera, le va a rendir tanto a la sociedad, lo hacemos por tal cosa”.
EC – “Estamos corriendo tal riesgo cambiarlo”, para volver al tema de la deuda. Esa deuda que es toda en dólares.
DL – El equivalente a 400 millones de dólares está en pesos, es deuda con el MEF a partir de la refinanciación del año 2012 con Pdvsa. El resto es todo en dólares.
EC – ¿Cuánto es la deuda en dólares?
DL – La deuda neta, que es la que hay que tener en cuenta, porque algún activo tiene en dólares Ancap, en dólares son 1.250 millones de dólares. Ancap debe 2.100 millones de dólares, de los cuales una parte es en pesos, y por otra parte tiene activos en dólares que servirían para pagar esa deuda o para netear el riesgo cambiario. El riesgo cambiarlo es 1.250 millones de dólares.
RA – ¿Cómo vio el anuncio que hizo el ministro de Economía, Danilo Astori, de que la Unidad de Gestión de Deuda va a trabajar o está trabajando ya directamente con Ancap para reperfilar esa deuda, pasarla a pesos y estirar los plazos?
DL – Es una primera medida, es condición necesaria para seguir avanzado, es cortar para que esto no siga creciendo, que es quizás el mayor riesgo, que los problemas se sigan agravando. Porque hoy estamos mirando los números del 2014, pero los números del primer semestre del 2015, que termina en unos días, son bastante parecidos, por lo menos en algunos aspectos. Entonces sí, hay que ir por el camino que dice el ministerio, hay que intentar reperfilar, estirar los plazos, pasar a pesos.
La única precisión que quiero hacer ahí es que eso no va a resolver las pérdidas de Ancap. Mirando los números de 2014, hoy Ancap tiene una deuda que le implicó pérdidas de 45 millones de dólares, más 150 millones de dólares por la exposición al tipo de cambio; estamos en 195 millones de dólares. ¿Qué va a pasar si refinancia eso a pesos? Supongamos que refinancie 1.000 millones de esos a pesos, que puede ser una cifra que se pueda reperfilar a pesos. Eso le va a costar lo que hoy es la tasa de interés en pesos, 13 %, 14 %, 15 %. Son 120, 130 millones de dólares. No va a tener la diferencia de cambio, pero va a tener la pérdida por los intereses.
EC – ¿Y sabemos cómo da el compromiso entre una cosa y la otra?
DL – Depende de cuál termine siendo la devaluación. Yo digo que hay que hacerla, porque la ventaja de cambiar la deuda a pesos es que uno ya sabe que va a perder 130 millones de dólares. De la otra manera, uno perdió 150 en el 2014, pero quizás pierda 300 en el 2015. Si el dólar se fuera a 30 Ancap perdería mucho más. La ventaja de pasarse a pesos es que uno cierra la pérdida, aunque no la elimina. Tenemos que ser conscientes de eso, porque no hay otra solución, el endeudamiento ya se tomó, ya es alto, ahora hay que cumplir los compromisos.
EC – Otro anuncio, según decía El Observador esta semana, es que el director de la OPP, Álvaro García, va a asesorar en herramientas para mejorar la gestión de Ancap.
DL – Y sí, ahora tenemos el balance. No deberíamos haber tenido el 22, 23 de junio el balance de la principal empresa del país. Las petroleras el último día de enero, el 1.º de febrero ya presentaron sus estados contables. No las petroleras de Estados Unidos o de Europa, DF, la petrolera chilena. No estamos hablando de cosas raras. De hecho, si uno mira y es atento, muchas de las subsidiarias de Ancap ya hace tres, cuatro meses que presentaron balance. El problema es que no se presentaron los números como Ancap grupo económico, con todas las empresas consolidadas.
EC – Esto de que el director de la OPP asesore en herramientas de mejora de gestión, sumado al trabajo de la Unidad de Gestión de Deuda para reperfilar y desdolarizar la deuda, es una especie de intervención del Poder Ejecutivo en un ente autónomo. ¿Cómo observa ese tipo de reacción?
DL – Hay que ser cuidadosos con eso, respetar. Dentro de la legalidad creo que todo, pero no se pueden pasar los límites porque ahí entramos en terrenos en los que no hay que entrar.
Entiendo por dónde viene. Yo decía que los problemas de Ancap pasan por dos lados, la reestructuración de su financiamiento, porque va a tener que reestructurar su pasivo y creo que al final del camino va a necesitar una capitalización, y por otro lado mejorar la gestión para que esa deuda no siga creciendo. Ahí sí va a haber que tomar una serie de medidas. Obviamente las sugerencias de todas las partes involucradas siempre van a ser bienvenidas.
Desde que asumí el cargo siempre dije que mi rol va a ser controlar, y en eso estoy, intentado marcar todo lo que no se comparte o que entiendo que no se ha hecho bien. Pero también proponer, ver qué cosas se pueden gestionar y qué cosas mejorar. Creo que hay muchísimas cosas.
EC – Por ejemplo, ¿qué va a proponer?
DL – Como mencionaba al principio –que quizás en toda esta discusión de las últimas semanas se ha soslayado un poquito–, en una empresa en crecimiento se permitió una excesiva expansión de muchas actividades y de muchos gastos. Los gastos fijos de Anca pasaron de 130 a 330, y en recursos humanos Ancap gastaba en 2005 45 millones de dólares y hoy gasta 183 millones de dólares.
EC – Hay que recortar gastos.
DL – No tengo duda.
EC – ¿Es posible?
DL – Creo que sí. Para poner números: en 1999 Ancap tenía 2.900 funcionarios, llegó al año 2005 con 2.100 y hoy tiene de vuelta 2.900. Pero no nos quedamos ahí, eso es Ancap ente autónomo. A su vez ha tenido más subsidiarias que tienen también un montón de empleados. Y a su vez tiene empleados tercerizados, hoy tiene 1.150 empleados tercerizados, 250 más que hace tres años. Creció casi 800, casi 100 empleados por año, pero a su vez contrató 1.150 empleados. A su vez Ancap hace hoy 1.650.000 horas extras, lo que da casi 500 horas extras por empleado por año, un poquito más. Seguramente hay muchas horas extras que tienen razón de ser, en el funcionamiento de la refinería. Por eso no digo que haya que llevar esto a cero. Hay que racioanalizarlo, creo que hay mucho espacio para racionalizar, porque evidentemente 1.650.000 horas extras es un número que rompe los ojos. ¿Se necesitan realmente?
EC – ¿Otro rubro en el que haya que recortar?
DL – Muchos. Viajes, alguna cosa la publicidad…
EC – “¿El servicio médico del séptimo piso también entra en los costos excesivos?”, pregunta un oyente.
DL – Es un tema a mirar también.
EC – ¿Qué es el “servicio médico del séptimo piso”?
DL – Luego de la reforma del Fonasa, Ancap mantuvo su servicio médico que presta atención básicamente en convenio con la Asociación Española. Todavía no conozco en detalle exacto el funcionamiento, pero hay un convenio por el cual los funcionarios de Ancap reciben atención médica de la Asociación Española en convenio con el servicio médico de Ancap que ya existía. Como todo, es un tema a mirar, no tengo los números exactos de cuánto cuesta eso, pero hay que mirarlo.
De vuelta, hay que mirar todo. Siempre lo mejor es intentar que la inercia no lo lleve a uno, porque siempre pasa que uno dice “si no, no funcionamos”. Hay que abrir la cabeza, intentar ver qué se puede hacer y ser crítico.
EC – Usted dijo al pasar que en algún momento se va a precisar una capitalización.
DL – Si no hay una rebaja de costos importantes, sí.
EC – ¿Qué quiere decir en términos prácticos? ¿Qué implica capitalizar a Ancap?
DL – En términos prácticos, que el accionista le envíe fondos a Ancap.
EC – ¡Qué problema, justo cuando el Poder Ejecutivo está esperando que los entes autónomos remitan más a Rentas Generales!
DL – En esto a veces nos metemos de lleno en la discusión y perdemos lo primero, que son las premisas de las que uno parte. En esta discusión lo que perdemos más de vista a veces es cuál es la función de las empresas públicas. Emiliano decía que el ministerio pide plata; yo creo que ahí hay que ser firme –esa va a ser mi posición–: las empresas públicas tienen que estar al servicio de los uruguayos, intentando dar los servicios que se les encomendó por ley de la mejor manera y lo más barato posible. No financiar cuentas públicas de otros programas.
Voy a hacer una mención anecdótica, porque capaz que no es tanto dinero. Pero no sé si los uruguayos saben que el Parque de la Amistad, que ninguno de nosotros está en desacuerdo con que se haya hecho, es una obra que quedó linda, pero en parte fue financiada por Ancap. ¿Realmente Ancap tiene que financiar el Parque de la Amistad para que la Intendencia pueda hacerlo? Yo creo que no. Es en esas cosas que hay que ser cuidadosos. Eso no quiere decir que a uno no le guste el Parque de la Amistad; creo que es una buena obra, pero la tiene que financiar quien la tiene que financiar.
RA – ¿Para usted se trata de un problema de gestión de quienes han estado al frente de la empresa pública en los últimos años? ¿Cuánto pesa eso?
DL – Creo que sí.
RA – Se ha criticado mucho, estoy pensando en Esteban Valenti, que dentro del Frente Amplio ha cuestionado que sigan las mismas autoridades al frente de la empresa.
DL – No me gusta adjetivar, no me corresponde a mí adjetivar la gestión. Creo que hay que mostrar los números y marcar las cosas que se comparten y las que no. Después la sociedad uruguaya o el Estado uruguayo tiene otros roles, el Parlamento tendrá que marcar responsabilidades, el propio gobierno marcará responsabilidades. No me corresponde a mí, yo me quiero centrar en decir “estas cuestiones de la gestión me parecen bien, estas me parecen mal”. No me gusta llegar a decir “esta gestión fue brillante o esta gestión fue espantosa”, eso les corresponde a otros.
EC – En cuanto a la capitalización, ¿de qué orden es, de qué orden será, en qué plazo?
DL – No quiero adelantarme. De vuelta, no me gusta que el Estado uruguayo termine resolviendo otros problemas. Los primeros pasos los tiene que dar Ancap, el presidente Coya ya presentó algunas medidas, que se han hecho públicas, incluso algunas acá en este programa. Estamos estudiando y tratando de cuantificar algunas de esas medidas. Ese es el primer camino que hay que recorrer, intentar reducir los costos. Después la refinanciación de la deuda. Ahí habrá que ver. Hay que cuidar que Ancap no se descapitalice y termine trabajando solo con deuda.
EC – ¿Cómo vienen los números del patrimonio? En el 2012 era 1.151 millones, en 2013 era 870, en 2014 era 441.
DL – Para el 2015 alguna proyección podemos hacer. Por ejemplo en este tema de la diferencia de cambio lo que sabemos es que en el año el dólar subió 2,5 pesos y Ancap tenía 1.250 millones de dólares de deuda neta. Eso nos da casi 120 millones de dólares de pérdida, que ya llevamos al 24 de junio. Esa pérdida ya está y es alta. Aun si consiguiéramos ser rápidos y hoy se refinanciara la deuda a pesos, eso ya está perdido, no lo recuperamos, y a partir de ahora vamos a pagar intereses. Esa es una primera aproximación.
EC – Va a seguir bajando el patrimonio, el punto es cuándo llega a qué límites.
DL – La estimación es que las pérdidas de este año no van a ser tan malas porque en enero de este año, cuando el petróleo había bajado casi 40 %, se bajaron los combustibles solo un 3 %. No era un 40, pero tampoco un 3, hubo un ajuste de precios muy importantes. A mí las cuentas me daban que si uno seguía la paramétrica la rebaja debió haber sido por lo menos de cerca de 15 %, y terminó siendo de 3 %. En parte porque se subió el Imesi, por varias razones. Incluso fue una rebaja de 3 no en todo, por ejemplo el supergás no bajó, algunas cosas ni siquiera bajaron.
Ese ajuste de precios ya va a hacer que este año los números de Ancap no sean tan malos. Igual, el “no tan malos” quiere decir pérdidas importantes, arriba de los 100 millones de dólares. Después habrá que ver cómo se proyecta eso, porque todavía falta medio año y hay cosas para corregir, pero probablemente el resultado sea malo de vuelta. El ajuste de enero hace que hoy los números no sean tan malos, pero no podemos seguir haciéndole pagar a la gente los costos de todo esto. Seguir subiendo los combustibles no es viable, el ajuste ya fue más que importante. La soja bajó un 30 %, la leche en polvo otro tanto, y cuando el productor se sube al tractor sigue pagando el combustible al mismo precio. Entonces, ¿hasta dónde resiste esto?
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Transcripción: María Lila Ltaif