Luego de la interpelación al ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, por el faltante de municiones en la Base Aérea de Santa Bernardina, el miembro interpelante, el nacionalista Jaime Trobo, quedó convencido de que el secretario de Estado “no sabe lo que pasa en su ministerio”. En diálogo con En Perspectiva, Trobo dijo que funcionarios de jerarquía que tomaron medidas individuales sin dar comunicación a sus superiores, lo que afectó gravemente el funcionamiento interno de la fuerza, y que por esa razón Huidobro debe tener el "coraje" de remover al Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, Washington Martínez.
EN PERSPECTIVA
Martes 28.07.2015, hora 8.16
EMILIANO COTELO (EC) —Vamos ahora al diputado interpelante, el diputado Jaime Trobo.
ROMINA ANDRIOLI (RA) —¿Qué le dejó la interpelación? ¿Pudo sacar alguna conclusión?
JAIME TROBO (JT) —En primer lugar, que el ministro de Defensa no sabe lo que pasa en su ministerio. En segundo lugar, que el subsecretario que lo acompaña tampoco está en condiciones de controlar lo que ocurre en el ministerio, mucho menos cuando –aunque pueda parecer anecdótico– él es habitante de la ciudad de Durazno y estábamos hablando de un evento que es gravísimo, según el propio ministro, y que ocurrió en Durazno. Y en tercer lugar, que se quebró notoriamente la cadena de mando en la Fuerza Aérea, porque hubo funcionarios de jerarquía que tomaron medidas individuales y personales que afectaron gravemente el funcionamiento de la fuerza, no lo comunicaron por el término de seis meses y al final de cuentas el gobierno y el ministro de Defensa se terminaron enterando de un hecho, calificado por el propio ministro como gravísimo, seis meses después de que ocurriera. Eso es el residuo que me queda después del análisis de las seis horas de debate que tuvo la interpelación.
RA —¿Para usted el ministro de Defensa debería renunciar?
JT —Deberían renunciar quienes están debajo de él, él mismo les debería decir: “Señores, no han cumplido con el mandato, no han tenido la lealtad que corresponde”, que él mismo dijo que en la vida militar y en la relación entre el poder político y el poder militar es una cosa fundamental. En consecuencia debería, para sostenerse él mismo y para tener el vigor que necesita un ministro nada menos que de Defensa, dejar el lugar a quienes han tenido la principal responsabilidad en la fuerza.
EC —Usted dice que Fernández Huidobro no necesariamente debe renunciar. ¿Pero sí debe removerse al comandante en jefe de la Fuerza Aérea?
JT —La actitud del ministro como tal es una actitud política personal. Los políticos en Uruguay desde hace un tiempo han variado su actitud histórica. Antes, ante un hecho aparentemente menor y que podía tener importancia en la gestión de la cartera, ellos mismos decían “yo me relevo y que pongan a otro”. Eso no está ocurriendo. Entonces nosotros, como parte de la institucionalidad, lo que tenemos que hacer es pedirle al ministro que, si no tiene él la capacidad de decidir sobre su futuro y decir “yo me voy”, tenga por lo menos la decisión y el coraje de tomar la medida que corresponda respecto de su subalterno, que en este caso es nada menos que el comandante en jefe de una fuerza. Una fuerza que está muy deprimida, con dificultades serias desde el punto de vista logístico para funcionar, con una carencia de equipamiento realmente asombrosa, como señalamos ayer, según informaciones que recibimos de dentro de la fuerza, y enfrentando un fenómeno sorpresivo y novedoso respecto del cual el ministro no dijo ayer absolutamente nada.
Hace dos semanas el ministro del Interior reveló en el Parlamento que la policía está comprando tres helicópteros y un avión para operaciones policiales aéreas. Nosotros ayer le pedimos al ministro que nos dijera qué actitud había tenido en el seno del Poder Ejecutivo cuando conoció esa cuestión. Y no obtuvimos ninguna respuesta, no habló el ministro, no habló el subsecretario, no habló ninguno de los funcionarios del ministerio de esa situación.
EC —¿Por qué es importante ese tema?
JT —Es importante porque la policía ha ido tomando cada día mayor volumen y ahora se va a dedicar a tener helicópteros y aviones también. Ya tiene francotiradores, ya tiene armas largas de precisión prácticamente quirúrgica para francotiradores en algunos de los grupos que tiene en el territorio nacional, con capacidad de fuego muy superior a la que tiene por ejemplo el Ejército Nacional. Está ocurriendo una sustitución de roles que nos parece gravísima, que puede ser parte del concepto de la disminución de la importancia de las Fuerzas Armadas y una sublimación de la importancia de la policía.
EC —¿Es una sustitución de roles? La policía se ocupa de los asuntos internos y la Fuerza Aérea teóricamente de los externos.
JT —Pero ¿no hay aviones de la Fuerza Aérea que vuelen en Uruguay para el cuidado del espacio aéreo, para la interceptación de aeronaves que ingresan al territorio nacional? ¿No se utilizan aviones de la Fuerza Aérea para combatir incendios? ¿No se utilizan aviones de la Fuerza Aérea para apoyo a los conflictos en las carreteras? Pensar que la Fuerza Aérea solo existe para el espacio exterior del Uruguay es tener una visión muy diferente de lo que es una fuerza aérea de un país pequeño como el nuestro. Si usted me habla de Estados Unidos, de Rusia, de las grandes potencias militares del mundo, como la China, etcétera, podemos decir sí que el espacio aéreo mundial es su ámbito de acción. Pero en el caso de nuestro país está claro que el ámbito de actuación de la Fuerza Aérea nacional es el espacio aéreo nacional.
Entonces, si la policía tiene aviones y helicópteros para operar en las zonas urbanas, para lo cual sin duda se debe tener una gran experiencia de horas de vuelo y de capacidad de formación, porque van a ser policías los que comanden los helicópteros, ¿qué vamos a hacer con nuestra Fuerza Aérea, que a su vez tiene entre sus obligaciones y competencias no solo el cuidado del espacio aéreo nacional, sino también las operaciones de apoyo, de búsqueda y rescate en el mar territorial y en las zonas de frontera?
Es un tema muy delicado, que seguramente el gobierno no está resolviendo bien y que nosotros pusimos dentro del menú porque nos pareció que episodio, en el cual en la Fuerza Aérea aparece una circunstancia de baja de controles, de baja de defensa y de baja de eficacia del mando, demuestra que no hay una jerarquía que esté defendiendo adecuadamente no el interés de una fuerza, que es el interés particular de una entidad al servicio del Estado, sino el interés de la sociedad y del Estado en general.
RA —Volviendo al tema de las municiones, el ministro Fernández Huidobro planteó ayer que, más que el faltante de municiones en sí, lo que le preocupa es que no se le haya informado del tema. ¿Usted coincide en eso, en que es más grave?
JT —Sí; es que lo grave desde el punto de vista político es que el ministro no sepa qué es lo que está pasando en su entorno. Lo grave desde el punto de vista militar es que desaparezcan 20.000 tiros, lo grave desde el punto de vista de la seguridad es que no se sepa cuál fue el destino de esos 20.000 tiros y en consecuencia estemos todos a la espera de que investigaciones o detalles o datos revelen qué fue lo que ocurrió realmente. Pero lo grave es que el ministro no sepa qué está pasando en su entorno. Para un ministro de Defensa eso tiene mucha importancia.
RA —Ayer los legisladores del oficialismo criticaron dos aspectos de su proceder. Por un lado el hecho de que hubiera convocado a esta interpelación cuando se le había informado que no se podían dar más detalles de la investigación por el hecho de que estaba en curso. ¿Por qué de todas formas decidió llevarla a cabo?
JT —Yo no escuché… sí, escuché alguna frase en ese sentido…
RA —Lo decía recién el diputado Semproni.
JT —Bueno, pero el diputado Semproni no tiene ni la menor idea de lo que está pasando ni en el Ministerio de Defensa ni en la Fuerza Aérea. Hace dos semanas dijo que el ministro había mandado una carta –cosa que no era cierta–, después dijo que había hablado por teléfono –dudo de que haya sido así– y después que el ministro no quería venir porque estaba investigando. Yo recibí una llamada del ministro el 10 de julio, cuando él estaba firmando una parte de un pedido de informes que me devolvió, le dije “usted sabe que esto va a tener derivaciones parlamentarias”, y el ministro dijo, como dijo ayer en la Cámara, que sí, que sabía que esto iba a tener derivaciones parlamentarias porque era un hecho muy grave. O sea que lo que puedan decir los diputados del Frente Amplio haciendo cola para quedar bien con el ministro me preocupa muy poco. A mí me preocupa el debate que tuvimos con el ministro y en particular en nuestra convocatoria, que estaba anunciada. Aunque yo no debo anunciar con tiempo a nadie que voy a llamar a sala, lo puedo hacer ahora para que venga el ministro dentro de 10 minutos simplemente porque hay un hecho que debe conocerse y nos parece relevante.
RA —Otra de las críticas que le hicieron algunos legisladores del FA ayer se refería a algo que mencionaba Semproni recién, a si el hecho de hacer pública la denuncia no entorpeció las investigaciones. ¿Qué responde a ese argumento?
JT —Es una tontería.
RA —¿No podría haberse conocido cuál era el destino de las municiones, como decía Semproni recién?
JT —Las balas desaparecieron en octubre, la desaparición se constató en noviembre, el acta de desaparición la firmó una funcionaria –cuyo nombre el ministro no quiere revelar y yo por delicadeza no lo voy a hacer tampoco– que no se lo trasmitió a los mandos. El comandate de la base sabía que faltaban las municiones porque estaba al tanto del relevamiento. ¿Alguien puede decir en el FA que no se conoce el destino de las balas porque el diputado Trobo resolvió seis meses después hacer una denuncia y un mes después convocar al ministro al Parlamento? Realmente me parece un argumento de muy poco peso y prácticamente insustentable como para perder tiempo en responderlo. Yo digo simplemente que hice lo que debía hacer.
RA —Cuestionan por qué no lo denunció directamente a las autoridades sin hacerlo público primero.
JT —Permítame hacer una secuencia: yo redacto un pedido de informes el 6 de junio; ese pedido de informes llega al ministerio el 12 de junio; el 18 de junio llega a la Fuerza Aérea; el 21 de junio, 15 días después, sale publicado el pedido de informes en un diario, y en la tarde del 21 de junio, nueve horas después de que el diario se editara y estuviera en la calle, se radicó una denuncia en la comisaría de Durazno.
Si pone eso en una línea de tiempo se da cuenta de que yo no solamente hice lo que debía hacer, porque lo siento así, soy una persona responsable y seria y tengo mucha experiencia en todo esto, sino que hice una secuencia y una cadencia en la cual cada cuestión se ubicó en el lugar adecuado. El asunto se publicó 15 días después de realizado el pedido de informes. En realidad el propio ministerio podía haber hecho las constataciones que corresponden el día 7, al otro día de que llegara [el pedido de informe], el día 8 o el día 9.
Ayer se quiso esconder el desconocimiento del ministerio hasta el día 21, día en el que se publicó en la prensa la información, detrás de que ya estaba actuando la Fuerza Aérea. Pero es imposible esconderlo, porque la cadencia y la secuencia, la cantidad de días que ocurren entre el día de la presentación del pedido de informes y el día en que sale publicado en la prensa, es lo suficientemente larga como para que cualquier sagaz actuar rápidamente.
Nosotros bajo ningún concepto interferimos en ningún tipo de investigación, lo que hicimos fue destapar un tarro que huele muy feo. Y lo que está ocurriendo hoy es que quieren defenderse de la imposibilidad de resolver un tema, cosa que debió haber hecho el propio gobierno en el mes de diciembre del año 2014. Se constata en noviembre-diciembre de 2014 que desaparecen las 20.000 balas y se denuncia en junio de 2015, seis meses después.
EC —¿Y sobre la interpelación en sí? Porque otra parte de la discusión fue sobre el instrumento que usted había elegido en ese momento de la investigación, cuando todavía no se ha llegado a conclusiones en el trámite que está haciéndose internamente en el ministerio. Decía el diputado Semproni que usted mismo se había sincerado acerca de que en realidad estaba especulando con la posibilidad de que dos diputados del FA, dos diputados que han tenido diferencias con Fernández Huidobro por otros asuntos, Luis Puig y Macarena Gelman, no respaldaran al ministro.
JT —No, no, yo no tengo intérpretes, y mucho menos es Semproni. Lo que dije claramente anoche cuando estaba terminando la sesión es que presentábamos una moción en la que se declaraban insatisfactorias las respuestas del ministro y que teníamos la expectativa –cosa que no ocurrió porque tanto el diputado Puig como la diputada Gelman pidieron licencia por el día de ayer, solo por el día de ayer, y entraron sus suplentes– de que [esos diputados], ya que habían cuestionado tanto al ministro por otros temas y en realidad el cuestionamiento había sido por su capacidad, su condición ética y su condición física e intelectual para conducir el Ministerio de Defensa Nacional, frente a un planteo de estas características votaran a favor. Pero no especulamos con que ellos votaran a favor de la sanción o de la censura al ministro.
En política esas especulaciones son virtuales y absolutamente menores. Cuando uno toma una decisión política seria, como en este caso fue llamar a sala e interpelar mediante el artículo de la Constitución que lo establece al ministro de Defensa Nacional por un tema de suma gravedad como es este caso, no está pensando en la eventualidad de que haya uno o dos votos más para poder sancionar al ministro. Por el contrario, usted me preguntó hace ministros cuál sería la medida adecuada para nosotros, y me preguntaron si era la renuncia del ministro o si era la sustitución del comandate de la Fuerza Aérea. Y dije que el ministro si no quiere no se va y nadie lo puede echar, salvo el presidente de la República, pero el comandate en jefe no puede ponerle cara de malo al ministro y decirle “yo no me voy”. O como anoche, ir al Parlamento a agradecerles a los diputados del FA, en la bancada del FA, que le salvaran el pellejo. Una cosa inédita en la vida militar, que realmente deja muy mal al comandante en jefe de la Fuerza Aérea.
EC —En definitiva, entonces, ¿para qué sirvió el debate de ayer desde su punto de vista?
JT —Para esclarecer, para mostrar, para apretar y que saliera lo que tenía que salir de una herida que ya es prácticamente gangrena. Para demostrar que la oposición está muy clara y firme en cuanto a hacer un planteo serio, respetuoso, pero firme sobre un tema grave para la vida del país. Para señalar que nosotros tenemos una actitud de respaldo a la Fuerza Aérea y de defensa de su propósito como entidad del Estado. Para señalar que tenemos una apreciación adecuada respecto del valor y futuro de la defensa. Y para dejar en claro que la defensa debe ser conducida con honor, con lealtad y con mucha responsabilidad, porque por sobre todas las cosas las Fuerzas Armadas son el último recurso, son los elementos intangibles que nuestra sociedad tiene para defenderse en situaciones extremas.
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Transcripción: María Lila Ltaif
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