El MoMA de Nueva York exhibe desde el domingo pasado la mayor muestra retrospectiva dedicada a Joaquín Torres García en los últimos 45 años en EEUU. Cecilia de Torres, nuera del artista, dijo a En Perspectiva que esta exposición significa una apertura de las instituciones vinculadas al arte en el hemisferio norte a la obra de Torres García pero también a "la historia del arte moderno de América Latina".
EN PERSPECTIVA
Jueves 29.10.2015, hora 10.20
EMILIANO COTELO (EC) —“La mayor muestra retrospectiva dedicada a Joaquín Torres García en los últimos 45 años en Estados Unidos”. Así se anunció la exhibición de la obra de Torres García que desde el domingo pasado está ocupando el piso seis del Museo de Arte Moderno de Nueva York [MoMa].
La muestra estará abierta allí hasta el 15 de febrero del año que viene. En mayo esta selección del artista uruguayo viajará a Madrid, para instalarse en el espacio Fundación Telefónica; y dentro de un año exacto, en octubre de 2016, podrá disfrutarse en el Museo Picasso de Málaga.
¿Qué significa toda esta movida en este momento? ¿Cuál es el lugar de Torres García hoy en el mundo de las artes plásticas? Vamos a charlar de estos temas con alguien que conoce al dedillo su producción y su trayectoria. Del otro lado de la línea se encuentra Cecilia de Torres, nuera del artista, que ha sido una de las principales promotoras de este catálogo a través de la galería que ella misma dirige allí, en Nueva York, donde precisamente la encontramos esta mañana.
Como decía en la introducción, el MoMa publicitó esta exposición como la mayor muestra retrospectiva dedicada a Torres en los últimos 45 años ¿Qué significa que el MoMa lleve adelante esta exposición?
CECILIA DE TORRES (CT) —Es muy importante porque últimamente el MoMA y otras instituciones que exhiben obras de arte desde el punto de vista de la historia del arte, se han dado cuenta de que había una laguna enorme en cuanto a la historia del arte moderno de América Latina, que no había sido incorporado como parte de la historia del arte moderno del hemisferio occidental. Es increíble, pero había un punto de vista súper eurocéntrico que abarcaba Estados Unidos y Europa, pero el resto de América se ignoraba. Esta es una apuesta muy importante para poner en su lugar a un artista que ha tenido un rol muy importante en el arte moderno.
EC —La exhibición incluye 190 obras, ¿de dónde vienen?
CT —De museos como el Metropolitan Museum, la National Gallery de Washington, el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo, el Museo Torres García, museos en España como el Reina Sofía, el Museo de Bellas Artes de Caracas, y de colecciones privadas tanto de Estados Unidos como de Uruguay, España, Francia y Suiza. Torres García es un pintor muy internacional en ese sentido, se colecciona en muchas partes del mundo.
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ROSARIO CASTELLANOS (RC) —A mí me interesa porque en realidad es un artista muy prolífico y estas 190 obras abarcan gran parte de sus diferentes etapas desde fines del siglo XIX hasta 1940. Se ha organizado cronológicamente en “capítulos”, empieza con aquella primera etapa en Barcelona -porque Europa sí lo reconoció contemporáneamente- a donde Torres García viaja con 17 años. ¿Cómo caracterizaría usted esta etapa catalana del maestro?
CT —Fue muy importante porque tuvo que ver con su formación. Acuérdense que Torres García estuvo estudiando en la Escuela de la Llotja, que es la Escuela de Bellas Artes, pero luego también fue un activo participante de los movimientos modernos en Barcelona. Diría que casi fue protegido por Antonio Gaudí, por Miquel Utrillo, por los grandes artistas de ese momento. También luego, cuando él era un hombre y un artista ya maduro, se le acercaron artistas como Joan Miró, por ejemplo, que le llevaba sus obras en 1918, antes de partir para París él lo consideraba a Torres García como un maestro importante. Luego Torres García también formó como profesor a críticos de arte como Julio Payró, que en esos momentos vivía en Barcelona, Torres García fue su instructor en dibujo cuando era un niño. Es un artista que no solo es pintor y teórico, también fue un pedagogo muy importante.
RC —Sin embargo, para quienes no estamos tan interiorizados en su obra, en esa época todavía no había nacido el constructivismo, que es de pronto lo que luego lo caracteriza en Escuela del Sur. El que vea alguna de esas obras se puede sorprender por cómo recurre a temas clásicos, hay una formalidad de la pintura bastante diferente a lo que luego identificaremos mejor con él.
CT —Sí, pero cuando uno estudia la obra de Torres García siempre se notan caminos paralelos. Hay obras de 1908 que son edificios, paralelamente a estar pintando y dibujando ese mundo clásico, que para él era el mundo del equilibrio y el orden, se ve que en su cabeza Torres García estaba apuntando desde siempre hacia el constructivismo. Estos estudio de arquitectura que hizo, de casas… por ejemplo, una pintura que es bien típica de lo que estoy hablando es un paisaje en las afueras de Barcelona con un edificio feo, moderno, que no tiene ningún adorno, es simplemente una estructura. Cuando uno empieza a tirar líneas que van desde los costados del edificio hacia el cielo y el piso, hay puntos de contacto, y al unirlos es evidente que sale una estructura por abajo. Luego en algunos de estos edificios están los cuadrados de las ventanas y dentro de ellos ya ha colocado una figurita. En Torres García es algo innato esa historia de la estructura, de colocar cosas en un orden. Los primeros dibujos que aparecen, que son muy típicos de esa época, es una serie de 1917 en la cual ya prácticamente es un cuadro constructivo: hay una estructura y dentro figuras que tienen que ver con el mundo que lo rodeaba, hay cabezas, hay un reloj, hay trozos de ruedas y de casas… En Torres esa idea siempre estuvo presente, el problema fue cómo ir clarificándola y asentándola en el pale y en la pintura.
EC —Sigamos recorriendo la muestra del MoMa: aborda también la estancia de Torres en Nueva York, donde vivió entre 1920 y 1922.
ROMINA ANDRIOLI (RA) —Sí, por lo que tenemos entendido en ese momento no fue del todo bien recibido por esa ciudad…
CT —Bueno, no es fácil. Creo que hubo gente que lo ayudó muchísimo a Torres García, hubo muy buena voluntad. Por ejemplo, él conoció al artista ítalo-estadounidense Joseph Stella que le presentó a las hermanas Dorothea y Katherine Dreier que le compraron las primeras obras que ahora una de ellas está en la exposición, ellas crearon la primera institución de arte moderno en Nueva York y lo apoyaron, le compraron obras. Él tuvo… Lo que pasa es que en ese momento Nueva York no era la capital del arte moderno, era muy difícil. Luego trató de conseguir apoyo para fabricar sus juguetes y casi que lo logró, pero desgraciadamente en 1925 la fábrica donde se iba a hacer, muy cerca de aquí, de donde yo les estoy hablando, en Soho, se incendió y se perdieron todas las muestras de los juguetes.
RA —Quizás sería bueno aclarar ese punto: ¿cómo termina un pintor siendo fabricante de juguetes?
CT —Porque todo tiene que ver con las ideas de Torres García, las ideas de un todo que está formado por partes, y cómo esas partes al unirse cambian y se reconstituyen en otras formas. El proceso de los juguetes de Torres García no es aparte de su teoría general, sino que es parte de sus ideas.
RC —Finalmente la muestra llega la etapa fundamental, que tiene que ver con Torres García de regreso en París y luego en Montevideo. Es en París, entre 1923 a 1933, donde desarrolla el constructivismo; y luego en Uruguay la abstracción sintética. Para el público no experto, ¿cuál es la diferencia entre estas dos etapas fundamentales?
CT —Creo que la de París es la etapa donde todo se clarifica, todo entra donde él quería ir y los cuadros de entre 1929 y 1932 son la cumbre del constructivismo de Torres García. Luego, cuando llega a Montevideo, logra otra cumbre: los cuadros de las estructuras abstractas en blanco y negro. Torres siempre manifestó que tienen que ver con el gran arte de América, que son las piedras de tiahuanaco y de ollantaytambo, en las cuales Torres García estaba muy interesado, y a pesar de que no fue a Perú, en su biblioteca había publicaciones y además en el diario La Prensa y La Nación de Buenos Aires aparecían regularmente artículos sobre el arte de Perú, el de los Incas, con reproducciones de los templos y las calles de Cusco con las piedras. Creo que eso fue lo que inspiró a Torres García en esa etapa que va de 1937 a 1939, con esas magníficas construcciones abstractas que son como construcciones de piedra que tienen un ligero claroscuro que da esa sensación de arquitectura asentada sobre una base. En la exposición está muy bien representada y de veras causan un impacto tremendo.
EC —La exposición entonces se ha cuidado de ordenar esas etapas en la obra de Torres García para que queden claras para el visitante.
CT —Claro que sí, y luego lo otro que sucede en Montevideo es la gran pintura mural constructiva, que desgraciadamente no se puede representar porque se perdió en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro en 1978.
EC —Con el incendio que tuvo lugar en ese museo.
CT —Sí.
RC —Y la tarea docente, que no es menor, sobre todo en la parte que escribe. Hay una cantidad de aspectos que se desarrollan en Montevideo que tienen que ver con cómo luego se desarrolla la Escuela del Sur.
RA —Da clases también en la Facultad de Arquitectura.
CT —Por supuesto, sí, Torres es una figura muy compleja y con muchísimas facetas, por supuesto que es muy difícil para el curador tratar de representarlas. Hay muchas vitrinas donde se exponen libros publicados pero también sus cuadernos originales, muchos inéditos que luego los escanearon y uno en la pantalla los puede ver. Es una exposición muy completa en ese sentido.
EC —Teniendo en cuenta que usted está allí mismo en Nueva York, y habiendo pasado casi una semana del comienzo de la muestra, sería bueno saber cómo evalúa la repercusión. ¿Cuántas veces ha estado en el MoMa usted estos días?
CT —Yo estuve cuando se estaba colgando y luego el día… estuve ya como cuatro veces.
EC —¿Y con qué se encontró, qué tipo de público, qué reacciones?
CT —A diferencia de otras exposiciones noto un enorme interés, a la gente muy concentrada, sacando muchísimas fotos; noto una curiosidad. Como se pueden imaginar, estamos con una expectativa tremenda para ver qué va a decir la prensa.
RA —Le iba a preguntar por la crítica estadounidense, ¿ya hay un panorama en ese sentido?
CT —No, todavía no, porque recién se inauguró el domingo para el público, entonces hay que esperar por lo menos una semana. Yo sé que The New York Times va a hacer una review y que The Wall Street Journal también, son dos diarios muy importantes.
RC —Sin embargo parecería casi previsible que ninguno se va a jugar con una crítica nefasta. Me parece más importante saber cómo reacciona el público, porque en realidad se trata de una obra muy original, diferente, que como usted decía puede haber sorprendido. Me gustaría saber si la sorpresa es positiva, si la gente se va con la sensación de que realmente ha visto una obra muy importante.
CT —Yo creo que sí, a diferencia de hace 45 años, cuando se realizó la retrospectiva en el Guggenheim, que el crítico de The New York Times, que se llamaba John Canaday, publicó dos críticas terribles sobre Torres García, diciendo cosas que no se decían de artistas desde el siglo XIX, cuando se criticaba a los impresionistas. Este hombre dijo que cualquier niño de kindergarden en el mundo podía ser mejor artista que Torres García. Creo que casi medio siglo ha cambiado mucho las cosas, creo que esta vez la crítica va a ser muy positiva.
EC —Un apunte, al final, a propósito de la muestra que está exhibiéndose de forma paralela en la galería que usted dirige allí en Nueva York. ¿Es un complemento a la del MoMa?
CT —Bueno, no tengo esas pretensiones pero creo que para Torres García el taller fue una misión muy importante en su vida y quería que estuvieran representados los artistas que lo acompañaron en esa aventura, porque ellos se entregaron totalmente a este hombre tan carismático y tan profundamente culto con una fe tremenda en lo que él les estaba ensañando. Creo que Torres García logró lanzar artistas al mundo que están hoy representados en grandes museos en el mundo y ese no es un mérito a despreciar, es muy importante. Tenemos una exposición en la cual no solo exponemos obras de los artistas de su madurez sino también algunas del principio y también estamos mostrando cómo el Taller Torres García habría creado un ámbito de vida, un estilo que era tan único y particular que ellos querían que se reflejara en todos los aspectos de la vida cotidiana. Entonces tenemos muebles, cerámicas, tapiz, hasta un proyecto para una fuente de piedra… es una exposición muy linda en ese sentido.
EC —El título de la exposición es El Sur era su Norte (o El Sur era el norte de ellos).
CT —Sí, claro, es como un juego de palabras sobre el mapa invertido de Torres García, que dice que nuestro norte es el sur.
Enlaces externos
Joaquín Torres-García: The Arcadian Modern (MoMA)
Joaquín Torres-García Catalogue Raisonné
Video: Museum of Modern Art
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Transcripción: Andrea Martínez
Foto en Home: Vista parcial de la instalación de la muestra Joaquín Torres-García: The Arcadian Modern en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Crédito: Jonathan Muzikar/The Museum of Modern Art, New York.