Entrevista con Susana Mangana, experta en mundo árabe e islam.
EN PERSPECTIVA
Jueves 04.01.2018, hora 8.23
EMILIANO COTELO (EC) —Oriente Medio está atento a Irán. Las últimas protestas grandes en ese país se dieron hace casi 10 años y las lideraba la burguesía de la capital, Teherán.
Pero desde fines de diciembre, las áreas más conservadoras del territorio se han visto sacudidas por miles de personas que tomaron las calles. Y se trata de la gente que suele apoyar al régimen del ayatolá Alí Jamenei.
La base del problema parece económica. El Gobierno del presidente Hasán Rouhaní es moderado, y aunque el año pasado ganó la reelección, no ha conseguido grandes avances. En pocos días la agitación creció tanto que los manifestantes empezaron a pedir la muerte de Rouhaní e incluso la caída del ayatolá. Algo sin precedentes en el interior de Irán.
Pero ¿se trata solamente de un problema económico? ¿Hay influencia del príncipe de Arabia Saudita, Mohámed bin Salmán, que en 2017 provocó casi un terremoto en Oriente Medio? Uno de los logros del primer gobierno de Rouhaní fue el acuerdo nuclear con Estados Unidos. ¿Pueden provocar estas protestas el retorno de un gobierno fundamentalista y de la tensión con la primera potencia del mundo?
Para analizar esta situación estamos con Susana Mangana, experta en el mundo árabe y el islam.
Empecemos por lo básico. El oyente puede preguntarse por qué hay que prestarle atención a Irán, por qué hay que estar pendientes de esto que ocurre dentro de ese país. ¿Cómo defines hoy el papel de Irán en la región y en el mundo?
SUSANA MANGANA (SM) —Irán es un actor clave, es una potencia regional no solo porque es un productor de petróleo importante, sino también por su ubicación geográfica, muy próxima al estrecho de Ormuz, por donde transita el 48 % del petróleo que se consume en el mundo. Pero además por esa tensión latente que viene manteniendo con la Unión Europea, para no hablar siempre de Estados Unidos, con las potencias desarrolladas, por lo que ha sido también su proyecto nuclear, que data de largo ya, desde la época del último sha, del último emperador de Persia.
Ahora bien, Irán también es un país muy relevante en la escena geopolítica regional. Hay que entender su rol en Afganistán, pero también con países más desconocidos aquí en Uruguay, como los países que integran la región de Asia Central, el anillo de Asia Central, que es una región geoestratégica porque allí hay minerales, pero también hay riqueza en recursos energéticos varios, como petróleo, gas natural, y también una riqueza importante en cuanto a acuíferos.
Con lo cual Irán es una potencia regional, qué duda cabe, pero además mantiene esas tensiones que hemos mencionado con Arabia Saudita, con el bloque suní que comanda Arabia Saudita junto con Emiratos Árabes Unidos, que están mirando con lupa y por ahora frotándose las manos ante estas protestas en contra del régimen y del Gobierno de Rouhaní.
EC – ¿Cuál es el trasfondo de estas protestas que han sorprendido tanto?
SM —Diría que el trasfondo está en el estancamiento económico que vive Irán y también en una crisis de legitimidad de su régimen, el régimen liderado por los ayatolás, no solo por el líder supremo, Jamenei, sino también por todo ese andamiaje, esa arquitectura de los clérigos que dirigen no solo la vida espiritual, sino también política interna y externamente de una república islámica.
EC —¿Por qué sorprende que estas manifestaciones se den en el interior del país y no en Teherán?
SM —Porque habitualmente estábamos acostumbrados a que hubiera protestas, pero de otro tipo. Por ejemplo, se cumple ya el octavo aniversario de las protestas tras las elecciones –apañadas si se quiere– para la reelección del presidente Mahmud Ahmadineyad, un hombre muy conocido en América Latina porque visitó en varias oportunidades Brasil, y otros países, como Venezuela. En aquel momento los que salían a protestar eran sobre todo aquellos que estaban participando activamente en política, es decir, una burguesía, una clase media alta que entiende de cuestiones de política exterior, por ejemplo. Pero en las protestas que tienen lugar desde hace ya una semana, desde finales de 2017 y ahora iniciando el 2018, lo que estamos viendo es el descontento de las clases desfavorecidas del régimen, de los campesinos, de los choferes, pero también de maestros, que han ido perdiendo en la última década su poder adquisitivo hasta llegar a un 73 %. Muchos iraníes se han visto más pobres en esta última década y están muy descontentos con el bajo rendimiento del Gobierno que encabeza Rouhaní.