Entrevista con Eliseo Cabrera, arquitecto, docente de la Universidad ORT y coordinador del proyecto Casa Uruguaya.
EN PERSPECTIVA
Jueves 14.01.2016, hora 8.21
NICOLÁS BATALLA (NB) —A comienzos de 2014, un grupo de estudiantes, docentes y profesionales de la Universidad ORT se pusieron a trabajar para conseguir lo que ellos mismos definieron como una utopía: un mayor número de viviendas sociales y de mejor calidad, que sean capaces de garantizar un acceso digno a la vivienda para toda la población de Uruguay.
El resultado es La Casa Uruguaya, una edificación de unos 80 m2, construidos casi en su totalidad con madera, que es autosustentable desde el punto de vista energético y cuyo montaje demanda menos de 10 días.
Este proyecto fue premiado como la Casa Más Sostenible del Mundo en el Solar Decathlon Latinoamérica y el Caribe 2015, un evento que se llevó a cabo el mes pasado en Cali, Colombia.
En setiembre del año pasado, cuando esta misma casa fue exhibida en la explanada de la terminal Tres Cruces, Rosario la vio y nos contó de qué se trataba. Hoy les proponemos conocerla más en detalle, y además saber cuál será su futuro ahora que ha obtenido este reconocimiento.
Para eso, Rosario nos acompaña en estudios y recibimos al responsable del proyecto, Eliseo Cabrera, arquitecto, docente y coordinador del Programa de Desarrollo Profesional en Energías Renovables y del curso Arquitectura Bioclimática de la Facultad de Arquitectura de la Universidad ORT.
Cabrera no vino solo: se trajo el premio.
Empecemos por el origen de La Casa Uruguaya.
ELISEO CABRERA (EC) —La Casa Uruguaya es una idea que surgió allá por 2010, cuando visitó Uruguay la Casa Alemana, una exposición itinerante de vivienda sustentable, organizada por el Gobierno alemán, que tomó como referencia una casa construida por la Universidad de Darmstadt, Alemania, que ganó en [2007] y [2009] este mismo concurso en EEUU.
A mí me tocó la fortuna de hacer la difusión técnica del proyecto. Yo ya usaba estos ejemplos de arquitectura para mis clases y empezó a permear la idea de por qué no presentarse a un concurso de estos, que es enorme.
En 2013 me entero de que se firma un convenio entre el Departamento de Energía de EEUU, que es el que lleva adelante la organización del proyecto, con el Gobierno colombiano para hacer la primera edición de este concurso en tierras latinoamericanas. Es la primera vez que se hace en América Latina, pero es un concurso abierto a las universidades del mundo. Ahí hicimos la inscripción y vino lo que vino.
NB —¿Qué tanto se asemejó la Casa Uruguaya a la que había sido su inspiradora, la Casa Alemana?
ROSARIO CASTELLANOS (RC) —Es más linda.
EC —¡Gracias!
RC —Es un proyecto francamente más agradable, más atractivo. La madera le daba una particular calidez.
NB —¿Y desde el punto de vista de la innovación, en términos generales?
EC —Desde el punto de vista de la innovación, desarrollamos con el ingeniero Franco, dentro del proyecto de La Casa Uruguaya, un sistema de refrigeración nocturna que sirve para el trópico –que era donde íbamos a competir– que fue uno de los responsables del primer puesto en una de las 10 pruebas, que es justamente el de innovación. Creo que el proyecto de La Casa Uruguaya aportó bastante a la construcción en el trópico, cuando nosotros no tenemos trópico, es interesante. La casa en sí misma tiene un diseño muy sencillo, es una casa muy compacta.
RC —Sí, es muy sencilla pero está muy bien pensada, resulta muy agradable a la vista. Había que ver cuando se montó en la plaza de Tres Cruces, al pie del monumento a Rivera, la cola de gente que quería visitarla. Yo a veces discrepo con los arquitectos cuando sus propuestas de diseño se separan demasiado de lo que es el gusto de la gente. Esta casa no tenía ese aspecto, si bien era absolutamente contemporánea y moderna.
Era una casa que tenía una planta prácticamente rectangular, era un prisma, y estaba completamente hecha en madera, que de por sí es un material particularmente cálido. Tenía al frente una fachada muy vidriada y luego una especie de deck, un espacio abierto al frente, que también extendía el espacio interior, protegido, porque estaba orientado al norte, con un gran alero de madera.
En el interior estaba resuelta una gran funcionalidad espacial, en esos 76 m2 se habían resuelto un estar-comedor, con la cocina integrada, con muebles que eran todos transformables. La casa estaba montada con un living, detrás del sillón principal la mesada de la cocina, y ese sillón se transformaba en una mesa en determinado momento, de manera que el estar pasaba a ser el comedor.
Luego dos laterales con el núcleo central donde estaban el baño y la cocina. En el baño estaba compartimentado en tres, de manera que un único baño podía funcionar como tres, podía ser utilizado simultáneamente por tres personas –la ducha, el inodoro y la bacha–, y de esa forma resolver las necesidades de una casa que podía alojar a cinco personas.
Tenía tres dormitorios, chicos en cuanto a superficie, pero donde estaba absolutamente todo. En la primera etapa del proyecto, cuando fue aceptado, lo único que se exhibía era un panel de madera doble, una ventana doble de vidrio que se abría en balancín y un video en el cual la cámara se metía dentro del proyecto. Recuerdo que dije: “Me parece un poco chico de más el tamaño de las camas”, porque aparecían como si se hubieran achicado para justificar los metros cuadrados que se habían destinado. Y me dijeron que era un efecto de la perspectiva. Y cuando la vi, si bien tiene exactamente lo necesario en cuanto a los metros cuadrados de dormitorio, hay en él todo: la cama doble en el dormitorio principal, las cuchetas…
NB —La superficie es de 76 m2 y son tres dormitorios.
RC —Y un cuarto, que se puede utilizar como escritorio; el escritorio puede transformarse en una cuarta cama si se necesita un cuarto dormitorio. Todo eso muy concentrado, sin espacios al cuete. Me decía recién Cabera que había un lugar que podía parecer excesivo, pero es una circulación donde por ejemplo está metido el lavarropas. Está todo pensado para resolver el tema de la practicidad. Yo hago hincapié en que es una casa que a la vista –lo que no me pasaba con la Casa Alemana, que me parecía mucho más fría que esta– de la gente a la que posiblemente esté destinada tiene una particular calidez y es seguramente aceptable.
NB —¿Alguna apreciación sobre la descripción de Rosario?
EC —No. En Colombia nos sucedió algo muy gratificante, fue una de las casas más visitadas. Esa fila que Rosario cuenta que se hacía acá en Tres Cruces, en Montevideo –recibimos 1.100 personas por día, había una cámara GoPro grabando y contamos la gente, siempre hubo fila–, allá también se dio e incluso un poco más. De hecho el único premio que no tenía puntaje era el premio de la casa elegida por la gente, por el público, y nos llevamos ese laurel también.
RC —Primer premio.
EC —Sí, y aparte la satisfacción de verles la cara a los chiquilines y la propia al ver que la gente captaba eso como una casa, nos decía “es una casa”. Eso te da un orgullo enorme, porque le ponés a algo “La Casa Uruguaya” y viene alguien y te dice “pero esto no parece una casa”, ahí ya tenés un problema.
RC —Olvidé mencionar el diseño de todo el equipamiento, que realmente era muy moderno y muy atractivo.
NB —En la descripción de la parte exterior, Rosario se detenía en el uso de la madera, en la elección de la madera como el material de construcción de la casa. En Uruguay no es del todo habitual que este material se elija para construir casas. ¿Por qué esa decisión?
EC —Por múltiples factores. Ante todo, teníamos que construir una vivienda y transportarla, por lo tanto no podíamos llevar ladrillos y albañiles. Teníamos además un plazo de 10 días para hacer la construcción. De hecho, probamos eso en Uruguay, empezamos el 24 de agosto –cuando todo el mundo se preparaba para la Noche de la Nostalgia estábamos bajando el núcleo húmedo, a partir del cual se construye la casa– y el 3 de setiembre estaba Rosario, estaba el intendente de Montevideo, estaban la directora de Energía, autoridades, etcétera, inaugurando la casa.
RC —A partir de elementos prefabricados. Se hacía el montaje.
EC —Elementos prefabricados y livianos. Tanto en Uruguay como en Colombia utilizamos únicamente un montacargas de 6 toneladas para mover un volumen de 2 toneladas pero difícil de mover, que es el núcleo húmedo.
RC —El núcleo húmedo es baño y cocina, donde van las cañerías.
EC —Claro, mandamos el baño totalmente armado, con las cañerías, todo puesto; era enchufarlo, plug and play. La madera tiene esa ventaja, ningún elemento pesaba más de 70 kg.
NB —¿En qué medida es un material perdurable? En algunas entrevistas usted mencionaba el cuento de Los Tres Chanchitos, en el que se construyen tres casas, la de paja, la de madera y la de ladrillo, y la que se lleva la buena prensa es la de ladrillo.
EC —Claro, en aquel momento los chanchitos no conocían los tipos de madera que hay ahora, ni el plywood, ni las maderas tratadas, ni las maderas de bosques forestados específicamente para esto. La madera es un material hipernoble, hay infinidad de construcciones con más de 300 años de funcionamiento en buen estado. En Uruguay no tenemos una tradición de construcción en madera…
RC —EEUU construye en madera.
EC —EEUU, Canadá construyen muchísimo en madera, los nórdicos, Finlandia, etcétera, Alvar Aalto, por ejemplo, de los brillantes exponentes de la arquitectura moderna.
NB —¿Qué vida útil tiene una casa de madera?
EC —Cien años.
RC —Con la característica de que tiene una “piel” –a la que no me referí– renovable. Como los quinchos; o no, porque el quincho se queda sin techo. Acá se mantiene la caja y se puede renovar esa piel exterior que es como una protección a la propia madera, en madera también.
NB —¿Cómo es eso de una casa con “piel”?
EC —Todas las casas tienen piel. Desde el punto de vista metafórico, todos tendemos a ver las cosas antropomórficamente: las ventanas son los ojos, por dentro la luz, las vistas, etcétera. El concepto de segunda piel tiene que ver con la arquitectura bioclimática. Le llamamos segunda piel cuando forramos una construcción con un segundo elemento que sirve para el control de muchas cosas, por ejemplo el sol. Decimos que la Casa Uruguaya es una casa dentro de otra casa, porque uno de los principales desafíos que teníamos era que teníamos que ir a competir al trópico y llevar una solución técnica para el trópico, cuando en Uruguay no tenemos trópico… Bueno… mirá que se discutió… En el grupo somos 33 orientales, de los cuales 11 son arquitectos y diseñadores de interiores. Esto era como tener… y yo que me incluyo… 12, éramos 12 más el arquitecto [de] Ñandé, éramos 13 arquitectos discutiendo. Fue un proyecto que hicieron 13 tipos, entonces se generó mucha cosa.
La casa dentro de una casa implica hacer una casa tradicional adentro, con una muy buena aislación térmica, con su envolvente, con sus paredes; llamamos piel a las paredes exteriores. Pero como íbamos al trópico y en Uruguay tenemos un clima templado, hicimos una casa adentro que responde a las necesidades climatológicas de Uruguay. Por ejemplo, dobles vidriados herméticos, 10 cm de aislación térmica en todas las paredes, que la transforman de acuerdo a un concepto que se llama passive house, es decir, una casa que en invierno, que puede subsistir perfectamente con muy poquita calefacción.
RC —Esa pared está formada por dos paneles de madera con aislación térmica dentro.
EC —Exacto, son dos capas de madera de 12 mm, la estructura del panel, lana de vidrio de relleno, una capa de madera, la barrera cortavapor, una capa humídica para el tema de la condensación de la humedad y después otra capa de madera más. La cara exterior del panel tiene doble capa de madera.
RC —Eso es la pared, el muro limitante, no estamos hablando de la piel todavía.
EC —Es el muro que separa el interior de la casa del exterior.
RC —¿Cuál es el ancho de eso?
EC —Son 13 cm. La segunda piel es algo que forra la casa y que tiene un sobretecho. En Artigas, Rivera, Salto muchas casas tienen un sobretecho, porque en verano el sol te viene de arriba, te mata la planchada, te genera muchísimo calor. Si ponés un sobretecho de lo que sea, eso recibe el calor del sol, lo disipa, los rayos solares no llegan al techo y la casa baja 6 ºC o 7 ºC solo por eso. Llevamos esa técnica del sobretecho y forramos las paredes.
Si hubiéramos puesto una cosa de chapa alrededor habría parecido un contenedor, un galpón, cualquier cosa. Ahí vino la etapa de diseño, de buscar con qué madera se podía hacer. Se hicieron tiritas de madera en forma paralela, también en módulos. Esa es la parte de madera que capaz que va al sacrificio, capaz que dentro de 10 años ni te vale la pena repintar, sino que te vale la pena sacar el módulo, hacerte un asado –la madera no tiene ningún componente químico en su tratamiento, puede perfectamente volver al ciclo de vida de las cosas sin problemas–, sacrificar algunas partes.
En cuanto a protecciones por diseño, ninguna parte de madera toca el suelo, hay elementos metálicos que la separan del suelo, porque una de las cosas que tiene la construcción en madera es que no se puede hacer de cualquier forma, que hay que cuidar lo que se llama el detalle constructivo. Cualquier arquitecto de Uruguay está capacitado para hacerlo, así que ¡arriba, colegas!, esto se puede.
NB —Es una casa fácil de montar.
EC —Sí, es refácil de montar. Es más, nos llevamos puntos extra por haber terminado en fecha.
RC —Además la tenían que montar ustedes mismos, no había obreros de la construcción.
EC —Arreglé todo para ir cuando estaba pronta y volverme con el premio. [Risas]
NB —Las ventajas de ser el coordinador del proyecto.
EC —Obvio, les dije: “¿Qué quieren, que vaya al armado o a la competencia?”, “No, Cabrera, a la competencia”. Listo.
NB —Hablamos del calor. ¿Qué pasa en invierno, cuando sería conveniente que el calor sí entrara a la casa?
EC —Rosario acotaba cuando hacía la descripción de la casa una gran fachada vidriada, orientada al norte, con un buen alero. Eso es un claro elemento de diseño bioclimático o de acondicionamiento natural de las edificaciones, como se le decía a esto antes.
NB —¿Cómo funciona?
EC —Es muy sencillo: en verano el sol al mediodía está bien alto, y en invierno está bastante bajo. La casa está pensada para aprovechar la geometría solar. En criollo: en invierno entra sol a la casa hasta más de la mitad del living y en verano no entra ni medio rayo de sol a pesar de tener un gran ventanal y unas muy buenas vistas. Eso es diseño bioclimático, es una ventana al norte.
La innovación es que pusimos los dormitorios al sur. Tener dormitorios al sur no está bueno, porque no recibís sol en todo el invierno, sin embargo estos dormitorios al sur con estas terminaciones en madera, que son muy cálidos, tienen un control estricto de la cantidad de ventana necesaria. El dormitorio no tiene un ventanal enorme, tiene la ventana que precisás para que haya buena luz, buena iluminación, sistema de aberturas totalmente batientes. La ventana se abre toda, las dos hojas, como las de antes. Eso permite una buena ventilación. Ahí hay una innovación, porque proponemos un dormitorio orientado al sur, pero toda la casa orientada al norte, por tanto el calor que se genera en la fachada norte se distribuye también hacia los dormitorios y hace que no sean fríos. Lo vamos a poder comprobar en julio de este año.
NB —Hubo toda una discusión acerca de si tenía o no que tener aire acondicionado.
EC —Sí, y la va a haber acá también.
NB —Es una vivienda de carácter social, entonces el tema del aire acondicionado era una discusión político-filosófica.
EC —Metimos el dedo en la llaga allá y estamos con ganas de meter el dedo en la llaga acá también. ¿Por qué una vivienda de interés social no puede tener calefacción en Uruguay? ¿Por qué nuestra Ley de Vivienda de Interés Social excluye directamente a todas aquellas viviendas que tienen previsto tener calefacción, si acá en invierno te morís de frío?
NB —Es así en Uruguay.
EC —Es así. Y en Colombia se dio lo mismo pero al revés, porque allá no saben de calefacción, saben de aire acondicionado. El concurso nos da premios por distintas pruebas, y una de las pruebas era mantener la humedad relativa dentro de parámetros de confort por debajo del 70 % y temperaturas por debajo de X grados, que daban día a día en la competencia. Hicimos cartas bioclimáticas. Es decir: en función del clima del lugar, ¿es posible lograr estos resultados? Y el sistema científico nos dice no, que se precisa aire acondicionado. Por lo tanto la decisión técnica del equipo fue aire acondicionado. Pero nos dimos de cara contra lo que en Colombia son los estratos, tienen estratos 1, 2, 3, 4, 5 y 6 para el pago de la factura eléctrica. Los estratos 5 y 6 financian el subsidio que tienen los estratos 1 y 2, entonces empieza a darse esa discusión de que no tienen derecho a aire acondicionado, porque se pasan de consumo y cambian de estrato. Es todo un tema.
Impactamos en eso y fue discutido, al punto de que en marzo se va a hacer la primera red de viviendas sustentables de Iberoamérica y uno de los puntos del día es discutir aire acondicionado sí o no en viviendas de interés social, porque estuvo muy rica la discusión con los otros docentes, nos reuníamos todos los días a las 8.30 de la mañana todos los directores de equipo. Yo sostengo que en Colombia, si la carta bioclimática me dice que hay que tener aire acondicionado, tengo que poner aire acondicionado asociado a la vivienda de interés social.
RC —¿Y en Uruguay?
EC —Y en Uruguay tiene que tener calefacción adecuada. No tiene sentido que después la gente caliente la casa como pueda, ineficientemente, sin eficiencia energética, a veces hasta con soluciones técnicamente discutibles y peligrosas. Hay incendios, hay intoxicaciones, hay problemas de condensaciones cuando se hace uso abusivo de la calefacción por quema directa de combustibles. Hay todo un tema que involucra la salud y la seguridad. Entonces, ¿qué mejor que diseñar una vivienda que ya tenga previsto cómo va a calefaccionarse? De repente no se entrega con el sistema de calefacción, que después la familia vea cómo lo hace. O incluir la calefacción en la cuota y que ya venga funcionando. De la misma manera, todas las viviendas tendrían que tener un panel solar en el techo obligatoriamente desde el vamos, no incide tanto en el costo y se repaga solo, e impactás en las clases sociales que más necesitan. Le ahorro 500 mangos por mes a una familia y la ayudo pila a pagar la cuota de la casa.
NB —Hablemos del abastecimiento energético. Lo que está previsto en la casa son paneles solares.
EC —Exacto. Tiene dos sistemas, un sistema de agua caliente solar, porque una de las pruebas era vaciar dos veces por día 50 litros de agua que no podía bajar de 40 ºC. Eso se hacía, la casa se usó, se prendía la tele, se prendía el equipo de aire acondicionado, se hacía la comida. Una prueba que está buenísima es hacer una cena para las otras casas e invitados, con ciertas reglas. A mí me tocó cocinar, hice chivitos y los tuve que reciclar.
NB —En la Casa Uruguaya no se podía hacer otra cosa.
EC —Claro, pero no se podía repetir menú, nos enteramos el mismo día y tuvimos que reciclar los chivitos, porque no se podían entrar ingredientes. Es muy muy interesante. La casa tiene paneles solares fotovoltaicos bien dimensionados, tan bien dimensionados que nos tuvimos el privilegio de ganar el primer premio en balance de energía. Nuestra generación de energía estaba muy pensada de acuerdo a nuestro uso de energía, por lo tanto logramos impactar lo menos posible en la red eléctrica del lugar. Un gran problema de la generación de energía es que si todos los techos de todas las casas de Montevideo están generando energía, hay un momento en que UTE no tiene dónde volcar esa energía y se genera un problema. En Alemania es tan grande la cantidad de microgeneración que cerca del mediodía la red eléctrica no compra más que el 70 % de la generación. Están usando sistemas para acumular esa energía en otro lado.
Nuestra casa estaba muy bien diseñada en cuanto a ese balance de energía: diez paneles solares de 50 W cada uno, que generan una potencia pico en el techo de 2.500 W que deben multiplicarse por la cantidad de horas de sol diarias que recibe este techo. En jerga de fotovoltaica se habla de cuatro y media o cinco horas solares pico, el equivalente a cinco horas diarias del sol, radiando a 1.000 W por metro cuadrado.
RC —En la Casa Uruguay además está pensada la conexión con UTE. Puede darle la energía sobrante, puede tomar cuando le falta y puede hacer una cuenta, acopiar un sobrante para usarlo en otro momento.
EC —Tal cual. El poder conectarnos a UTE nos evita el uso de baterías, lo que genera un costo importante y después una disposición final de las baterías que es preocupante.
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NB —Decíamos que esta casa también está pensada para que en ella funcionen distintos dispositivos de forma automatizada, lo que suele llamarse domótica. ¿Podemos profundizar en eso?
EC —Uno de los puntos fuertes de la concepción de la Casa Uruguaya fue dotarla de tecnología. Pero dotarla de tecnología acorde con lo que proponía el concurso, que era una vivienda de interés social que no superara la barrera de los US$ 50.000 en cuanto a todos los materiales que se iban a utilizar, incluidos los sistemas solares y algo del equipamiento.
En esa línea está disponible hoy en el mundo una tecnología llamada domótica, que es la capacidad de hacer remotamente cosas y acciones sobre la casa. Ahí se incorporó un equipo de ingenieros de la Facultad de Ingeniería de la Universidad ORT que en agosto de 2014 empezaron a estudiar cómo complementar el funcionamiento de la casa con la tecnología. Ahí surgió la primera cosa clave del concepto de domótica en la Casa Uruguaya: bajo costo y utilidad. Precisamos una domótica que no solo brinde confort a las personas, sino que haga cosas para educar en eficiencia energética.
RC —Que advierta sobre la estupidez de los ocupantes.
EC —Que advierta sobre descuidos de los ocupantes.
RC —Dije estupidez porque vi que en algunos casos me iba a señalar eso.
EC —A veces pasa con los hijos. Yo a veces llego a casa y está la tele prendida y mi hijo arriba tocando la guitarra. Y le digo: “Che, Nacho, ¿y la tele?”, “¡Ah, me olvidé!”. La domótica de la casa ataca ese problema.
NB —¿Qué tipo de avisos puede emitir?
EC —Muchísimos. Desde cualquier plataforma, ya sea una tablet, un celular, una computadora, lo que sea, accedés al sistema de control de la casa incluso remotamente, incluso desde el exterior.
RC —Podés prender las luces.
EC —Podés prender y apagar las luces, que es lo que más llama la atención, desde el celular, por ejemplo. No precisás un dispositivo especial. Desde tu computadora de acá de estudio podés prender y apagar las luces de tu casa si lo quisieras. Pero toda la casa además está sensada, en todos los dormitorios hay un sensor de temperatura, un sensor de anhídrido carbónico, mediciones de cosas, y arriba de la casa hay una pequeña estación meteorológica. En función de las condiciones de clima la casa me recomienda si me conviene abrir las ventanas o encender la calefacción o el equipo de aire acondicionado.
Esa es la innovación, agarrar la domótica, que ya está creada, hacer una domótica de bajo costo, que es totalmente posible, con diseños propios de nuestros ingenieros de la plaqueta de la casa, del dispositivo, y generar acciones inteligentes en función de educar en eficiencia energética. Si bien la casa es capaz de apagarte la luz cuando es necesario, en nuestro caso lo diseñamos de modo tal que primero te dice: “Oiga, tiene luz natural, ¿quiere que le apague la luz? Estaría bueno que apague la luz”. Si el tipo no quiere apagar la luz y dice “no quiero apagar la luz”, no la apaga. El usuario sigue teniendo control de la casa, no pasa como en aquella película WALL-E, en que terminaban unos gordos en una nave espacial flotando en unas cosas y la computadora había tomado la vida de todos esos seres humanos. Final muy parecido al de 2001: Odisea en el espacio, en que la computadora también toma la vida de los astronautas.
NB —No se vuelve en contra.
EC —No queremos 2001: Odisea en el espacio, ni WALL-E ni nada de eso. Es un Pepe Grillo, te molesta y te dice: “Escuchame, ¿vas a prender la luz?”.
RC —“Tenés la ventana abierta, apagá el aire”.
EC —Exactamente. En ese caso, si no apagás el aire, te lo apaga. Ahí sí.
NB —¿Te habla en uruguayo?
EC —Te habla en uruguayo. Te manda un WhatsApp o un SMS, lo que vos quieras. La casa se comunica contigo.
NB —Los oyentes están muy interesados en el tema, han mandado varios mensajes, algunas felicitaciones. Obviamente una de las inquietudes viene por el lado de los costos, qué costos de materiales, construcción, ensamblaje e instalación tiene la casa.
EC —El kit de casa, que está dentro de esos US$ 50.000, incluye la mano de obra de la producción industrializada de la casa. Lo que hacemos es trasladar mano de obra de la construcción en general para que una gran parte sea industrializada, para que nadie se quede sin trabajo tampoco. Y en condiciones de trabajo mucho más controladas, no es lo mismo trabajar en una fábrica que en una obra. Una obra es una fábrica al aire libre temporal, mientras que una planta de procesamiento permite mayores inversiones en el tema seguridad, se puede trabajar todos los días, no dependés de que llueva o no. Entonces una gran parte de la mano de obra está en el valor del kit de la casa.
Otra parte de la mano de obra es el montaje. El montaje se puede realizar con 12 personas trabajando horario normal en 10 días, lo cual hace que sean 120 jornales en montaje de la casa, cuando normalmente una casa de este metraje debería estar en unos 800 jornales. Se utiliza la octava o la séptima parte nada más. Por tanto el costo es multiplicar el valor de un jornal de un oficial albañil por 120.
Pero además está pensada para la autoconstrucción. Como los paneles no pesan más de 70 kg y en Uruguay tenemos una larga tradición de autoconstrucción y de cooperativas de vivienda, en nuestra propuesta también estuvieron los temas de la autoconstrucción y las cooperativas de vivienda. Detectamos que es una fortaleza tener una solución en la que gran parte del trabajo lo puede hacer el cooperativista o el mismo usuario de la casa. De hecho la armaron nuestros estudiantes con asistencia de personal calificado.
RC —Y mujeres.
EC —Sin duda.
NB —Para pasar línea en el tema de los costos, US$ 80.000 les costó a ustedes el diseño que hicieron para Tres Cruces y que utilizaron en Cali. ¿Cuánto podría llegar a valer si hablamos de un uso más popularizado?
EC —Lo que se presenta es un prototipo de casa suelto, solo en una plaza. Pero en realidad hay un proyecto urbano de respaldo. Ese proyecto urbano implica construir en 2 hectáreas 120 unidades de viviendas organizadas en cuatro tiras, que además están en forma escalonada para generar vistas. El proyecto urbano que tenemos en los documentos técnicos es para Cali, donde las tiras están bien apretaditas para que no entre sol a los espacios intermedios. Y además van apareadas, de a dos, con separación cada dos casas. Esa hipótesis nos lleva a un costo en Uruguay de US$ 47.800 de materiales, incluidos los sistemas solares y la domótica. A eso hay que sumarle la mano de obra del montaje y las utilidades de la empresa constructora, pero aun así nos da cosas muy tentadoras.
NB —Pensaron el proyecto urbanístico para Cali. ¿Qué pasa acá en Uruguay? ¿En qué escenario piensan que se puede utilizar, que puede ser útil de esta manera, en un proyecto urbanístico más allá de la casa en sí misma?
EC —En nuestro dossier tenemos una parte en que hablamos de los sponsors, una parte en que hablamos del proyecto y una parte en que ponemos “un compañero de ruta”. Un compañero de ruta en este proyecto es la empresa Ñandé, una empresa social con origen en los salesianos que ya está fabricando la Casa Uruguaya, ya está fabricando casas de madera. Lo que hicimos desde la academia fue apoyarnos en todo el know-how y la experiencia de la gente de Ñandé, estudiar su sistema constructivo por el que ya se están haciendo obras de realojo en Uruguay para el Ministerio de Vivienda en Casavalle y otros barrios.
NB —Realojo de asentamientos.
EC —Es una casa bastante más sencilla, no tiene los sistemas solares, pero el sistema constructivo se lo debemos a Ñandé.
RC —Me gustaría resaltar otro aspecto. Muchas veces se ha hablado de abaratar casas a partir de no considerar lo que luego se necesita para calentamiento, para acondicionarlas. Muchas veces se dice “un muro simple” y después se mueren de frío o tienen condensación o permanentemente están necesitando hacer una repintura. Acá hay un aspecto que está contemplado, y es que luego que se paga por la casa lo que se paga, hay una cantidad de gastos que están previstos de antemano que van a significar un ahorro muy importante en el presupuesto de esa familia de bajos recursos, para las mejores condiciones, para calidades de vida superiores a las que se ofrecen.
EC —Esa es la idea. Como estamos poniendo una casa que tiene su generación de energía, la cuenta de energía baja casi a cero. De hecho en mi casa todas las facturas de UTE son de cero pesos. Entonces también está por ese lado. La calidad de la casa es muy buena, estamos poniendo la vara lo más arriba posible, para llegar a una vivienda digna, de buena calidad. Nuestro eslogan es: compre la Casa Uruguaya y llévese tres cosas: la casa por la cual pagó; toda la energía que necesita para que funcione durante toda su vida, y toda la inteligencia que necesita para manejar adecuadamente los recursos de su casa.
NB —Eso habla de que cuando desarrollaron la idea de la Casa Uruguaya en realidad desarrollaron varias ideas que podían funcionar de manera diferente para cada caso. Pienso en quienes están escuchando y están interesados únicamente en el uso de la domótica o en el abastecimiento energético.
EC —Tal cual. A partir del proyecto Casa Uruguaya, que es una especie de gran paraguas, se están formando incubadoras de empresas entre los integrantes de este equipo. Para proyectarlos la Universidad ORT tiene un Centro de Innovación y Emprendedurismo que está apoyando para que los estudiantes y recién egresados se lancen al mercado laboral aprovechando esta buena experiencia. Hay oferta de la parte de domótica para el que quiera agregarla a su casa con estas características, siempre vamos a mantener algunas características, y así con las otras disciplinas también.
NB —¿Cuál es el futuro de la Casa Uruguaya?
EC —El futuro de los integrantes de la Casa Uruguaya en este momento es tomar sol. El futuro de la Casa Uruguaya es otra utopía, volvemos a correr el horizonte para empezar a caminar hacia eso. Hay algunas utopías que cumplimos, la primera era clasificar, la segunda era construir la casa y mostrarla…
NB —Pero ahora tienen el desafío más importante, porque obtuvieron el premio, el reconocimiento, y ahora el desafío es ver la utilidad que efectivamente tiene esto como vivienda social, para dar respuesta a algunas situaciones que están planteadas en el tema de la vivienda aquí en Uruguay.
EC —Sin duda. Y con la misma energía y responsabilidad con que encaramos este proyecto, que fue realizado en forma honoraria por absolutamente todos los integrantes del equipo. Con la misma energía y las mismas ganas vamos a tratar de que esto se empiece a materializar. El tiempo lo dirá.
RC —Los egresados que ya son arquitectos deben de estar muy tentados a conformar sus propias empresas, a vender sus servicios a particulares y a hacer proyectos de este tipo.
EC —Exacto. Y los estamos apuntalando, los estamos ayudando y están las líneas abiertas para quien quiera proyectarse una casa con esta filosofía. Ya hay profesionales que lo pueden hacer, que acaban de pasar por una experiencia notable.
NB —Alguien que esté escuchando esta entrevista y quiera tener una casa solar, porque se acaba de comprar un terreno en la playa y quiere construirla, ¿lo puede hacer si los contactan?
EC —Sí. Seguramente no va a tenerla a fines de marzo, pero capaz que para fin de año ya puede tener una casa armada.
El mensaje es: en Uruguay se puede, no es necesario tener una fortuna para tener una casa eficiente, inteligente, ecológica, etcétera. Hay que empezar por algo. Hoy hay una cantidad de posibilidades para que cualquier uruguayo empiece a hacer algo en su propia casa, desde ir a iluminación más eficiente, a electrodomésticos más eficientes, poner un sistema solar de agua caliente arriba del techo –por el Plan Solar UTE te regala US$ 1.000 para poner un calentador solar arriba del techo de tu casa y todavía hay disponibles–, poner fotovoltaica, poner aislación térmica en las paredes, cambiar las ventanas por dobles vidriados herméticos, etcétera. Eso es la Casa Uruguaya. Y la Casa Uruguaya puede ir incorporándose de a pedacitos a las casas que ya están en Uruguay. No es algo que está allá “ah, qué lindo estos chiquilines, mirá qué bueno, Uruguay no sé qué”. Usted puede hacerlo en su casa. Piénselo, madúrelo y vea si no es interesante para aplicarlo en la vida cotidiana.
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Transcripción: María Lila Ltaif