Entrevista con el perito accidentólogo Arturo Borges, director del Instituto de Seguridad y Educación Vial.
EN PERSPECTIVA
Jueves 17.12.2015, hora 8.34
EMILIANO COTELO (EC) —El lunes que viene la Cámara de Representantes dará aprobación parlamentaria al proyecto de ley que reduce a cero la tolerancia de alcohol en sangre para los conductores de vehículos que se desplacen por la vía pública.
La propuesta fue presentada por el Poder Ejecutivo en respuesta a un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que sostiene que el consumo de bebidas alcohólicas, “aun en cantidades relativamente pequeñas, aumenta el riesgo de que los conductores de vehículos motorizados y los peatones se vean involucrados en un accidente”.
Sin embargo, algunos técnicos independientes que trabajan en el tema de la siniestralidad vial tienen sus reparos con respecto a estos cambios y, por ejemplo, se preguntan por las garantías que existen con respecto a los posibles falsos positivos que arrojen los aparatos con los que se realizan las espirometrías.
¿Cuáles son las ventajas y las desventajas de una medida como la que se viene? ¿Qué políticas llevan adelante otros países? ¿Cómo se aborda, en definitiva, el problema del alcohol en el tránsito?
Vamos a conversarlo con el perito accidentólogo Arturo Borges, director del Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV).
Para empezar, sería bueno conocer en general su opinión sobre el problema del alcohol en el tránsito. ¿Cuánto influye ese factor en la siniestralidad vial en Uruguay?
ARTURO BORGES (AB) —Abordado desde el punto de vista exclusivo del tránsito, estamos entre un 4 % y un 6 %.
EC —Un 6 % de los accidentes de tránsito involucran a un conductor que ha bebido alcohol antes de manejar.
AB —No estamos hablando de fallecidos, sino de gente que estuvo involucrada en distintos tipos de siniestros. Quizás la tasa esté entre 4 % y 6 %, realmente es aleatorio porque a veces no tenemos los datos, no sabemos si las cifras son fidedignas. Para nosotros lo más importante es qué representa el alcohol desde el punto de vista de la sociedad. Parecería que si atacamos el alcohol en la conducción pasando a una tasa cero vamos a reducir en forma muy importante los siniestros. Es evidente que quien va a conducir no puede beber ni una gota de alcohol.
EC —En ese punto usted está de acuerdo.
AB —Totalmente de acuerdo.
EC —Incluso mínimas cantidades de alcohol distorsionan la capacidad de reacción, etcétera.
AB —Exacto. Desde ese punto de vista trabajamos en función de que quien va a conducir no beba. Pero no creemos o nos preguntamos si esta es hoy la medida adecuada para reducir a la mitad los muertos por accidentes de tránsito en el decenio, como pidió la OMS.
EC —El proyecto de ley que remitió el Poder Ejecutivo al Parlamento, este que va a ser votado el lunes, modifica el artículo 45 de la ley 18.191, del año 2007, que es el que determina que hoy tengamos como límite 0,3 gramos por litro de alcohol en sangre permitido para quienes conducen cualquier vehículo. Cuando se votó originalmente, en 2007, el límite era de 0,8 gramos y se preveía ir bajándolo gradualmente hasta el 0,3, que es el que hoy está. El proyecto ahora propone que ese artículo se derogue y que el límite quede directamente en 0.
AB —Si uno va a las experiencias que hay a nivel universal, el 0,3 ya es un 0 encubierto.
EC —¿Cómo es eso?
AB —En el mundo entero incluso países que han sido pioneros en esto de estudiar o analizar el alcohol o determinar una tasa legal desde 1936, cuando lo hizo Noruega, y Suecia 10 años después, llegaron a establecer una tasa media de 0,5. Después en Suecia se llegó a establecer una tasa de 0,2. Las políticas que han dado resultado son aquellas que no solamente han tratado de reducir la tasa legal, sino que a esa tasa legal, para hacerla efectiva, le han puesto por otro lado la vía judicial, es decir, han transformado una tasa legal directamente en delito. Los únicos dos países que todavía no llegaron a eso y donde sigue siendo una falta administrativa son Austria y Uruguay.
Entonces si nosotros creemos que con una tasa de 0,3, con la que tenemos un mínimo de siniestros de 4 %-6 % con gente que ha bebido alcohol, es un riesgo, podríamos decir “abstracto”, con entre 0 y 0,3 es muchísimo menor. Porque los accidentes y los muertos que tenemos, y con mucho respeto por las víctimas, están con aquellos conductores que han sobrepasado el [límite de] 1, 1,5 o 2 gramos. Entonces nosotros creemos que con ese 0,3, nosotros… si le agregamos a eso fiscalización, no discriminatoria, es decir… salgo a fiscalizar los viernes y los sábados, días en los que evidentemente el porcentaje [de positivos] es mayor. Cada uno o dos que controlé el sábado, de lunes a viernes me pierdo quizás 400 personas que no controlé. Entonces yo creo que…
EC —Lo que veía es que ese 6 % de personas que participan en accidentes de tránsito que tuvieron alcoholemia positiva es un promedio. Los sábados el porcentaje es 10 % y los domingos es todavía más alto, 13,8 %.
AB —Está vinculado efectivamente con la fiscalización. Pero ¿qué pasa de lunes a viernes? Si yo voy a tolerancia cero, tolerancia cero es las 24 horas de manera aleatoria, que el conductor se sienta vigilado, la fiscalización más educación tiene que hacer una fuerza brutal. Habríamos preferido trabajar todo un año en la parte de la educación, hacerle entender al individuo lo que significa una gota de etanol en el organismo, que prácticamente el 70 % del organismo se ve afectado, tratar de disuadirlo primero mediante la educación y luego ir a tasas quizás menores. Con una buena fiscalización podemos contener el problema que tenemos con el alcohol. Pero hoy tenemos un problema social que no solamente está metido en el tránsito, sino que está metido en el resto de la sociedad. Si voy a la tasa cero, evidentemente tiene un efecto psicológico importante, porque cuando se bajó de 0,8 a 0,5 en las fiestas y en los casamientos vimos que la gente pasó a tomar menos, va tomando conciencia. La gente quizás tiene mucho más temor a que le retiren la licencia de conducir que a perder el crédito en la tarjeta de crédito. Y eso está muy bien, pero ¿es una política de Estado para bajar el consumo abusivo de alcohol?
EC —En su exposición de motivos, el Poder Ejecutivo cita el caso de Brasil, donde en 2008 se aprobó una ley que estableció la tolerancia cero. Y destaca que los resultados de la aplicación y del control fueron casi inmediatos, que en los primeros seis meses de vigencia mostraron un descenso en la siniestralidad, en los ingresos hospitalarios y en los fallecimientos vinculados al binomio alcohol-conducción en todos los estados. Y da números: la reducción en las consultas hospitalarias fue de 36 %, la reducción de muertes en rutas fue de 14,5 % y en las necropsias de fallecidos en siniestros de tránsito asociados a la ingesta de alcohol la caída fue de 67 %. Todo eso en el primer año de la aplicación de la tolerancia cero en Brasil.
AB —Es verdad. ¿Qué otro ejemplo tenemos en el mundo? Los países islámicos son los únicos radicales, donde, por un tema religioso del Corán, no se bebe ni una gota de alcohol. Pero ¿qué otros países solamente bajaron la tasa de alcohol? Yo vengo de Brasil, de un congreso de la Confederación Iberoamericana de Centros de Formación y resulta que Brasil este año termina con entre 45.000 y 50.000 muertos. Pero Brasil tenía un problema fabuloso con el alcohol, allí la cultura era salir de la oficina, del banco y pasar a tomar la caipiriña o la cerveza antes de llegar a la casa. El alcohol de caña se vendía en las rutas. Por lo tanto se había fomentado una cultura y el problema era muy importante. Después de pasado ese período, la amenaza que había sobre la sociedad era que se transformaba en delito y el individuo iba de uno a tres años preso. Por tanto, si voy a cero, ¿no será que me estoy encerrando en algo y después tengo un callejón sin salida? ¿Qué más puedo hacer para bajar cuando llegue al piso por el cero? Reitero, es un efecto psicológico muy importante. Igual que el problema que tenemos con la marihuana, ¿vamos a fiscalizar el alcohol y no vamos a fiscalizar la marihuana?
EC —Ese fue un punto de debate en el Parlamento. Legisladores de la oposición reclamaron que también se incluyera la fiscalización de la marihuana, y por ahora eso no está. Para usted, ¿tendría que estar?
AB —Para mí tiene que estar, son las dos cosas a la vez. Esto es un problema para la psiquiatría, y la psiquiatría no sale a decir cuáles son los efectos nocivos de fumar marihuana en la conducción. Pero como esto viene de arriba ya enfocado de esa manera, nadie se va a tirar en contra.
EC —¿De arriba?
AB —Si el gobierno va a fomentar que se legalice la marihuana, evidentemente la psiquiatría tiene ahí las manos atadas. Pero nosotros hay que controlar las dos cosas a la vez, porque tienen los mismos efectos y es el mismo problema.
Volviendo al principio, creo que tenemos que ir a la tolerancia cero o a la tasa cero en la ignorancia que hay sobre el efecto del etanol en el organismo.
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EC —A usted le parecía importante sobre todo trabajar en la educación, crear conciencia a propósito de los efectos del alcohol en el manejo de un vehículo, incluso en cantidades mínimas. ¿Por qué?
AB —Primero porque con una gota de etanol en el organismo las funciones para el manejo ya se ven distorsionadas. Pero el 0,1, el 0,2 o el 0,3 afectan de distinta manera a cada individuo. Yo no tengo una evidencia para decir que con 0,3 todos estamos afectados de la misma manera. Depende del sexo, del estado físico, del momento en que se ingiere el alcohol, de si se está acostumbrado o no. Un individuo que se toma una copa de vino y está acostumbrado no sugiere un peligro concreto. Puede ser un peligro abstracto, pero evidentemente modifica. Cuando uno ingresa alcohol en el organismo lo que hace es tratar de engañar al cerebro, y una de las consecuencias de la ingesta de alcohol es que modifica la voluntad. Uno puede tomarse una, dos, tres, cuatro copas de vino y después querer retraer el efecto y no puede, porque no es un tema de voluntad corregir los efectos que el alcohol produce sobre el cerebro. Por lo tanto es lógico y evidente apuntar a que el consumo tiene que ser cero si se va a conducir.
EC —El asunto es con qué herramienta, con qué método se llega a que se produzca ese cambio en los conductores.
AB —La primera es educar y decirle por qué queremos una tasa cero, que es distinto de tolerancia cero. Tolerancia cero significa no tolerar que se pase el Pare, no tolerar que se pase la luz roja… porque si voy a controlar y persuadir a un individuo de que cumpla una normativa, acá somos sujetos e hijos del rigor, vamos a la sanción, que tiene un efecto quizás más “disuasivo”. Pero ¿no es lo mismo como peligro abstracto o concreto permitirle a un individuo que pase un cartel de Pare y no sancionarlo? ¿No es el mismo peligro que el individuo no respete un Ceda el paso? ¿No es el mismo peligro que cuando hay semáforo el individuo se tire con roja? ¿No estamos en la misma potencialidad de generar una muerte? Entonces si yo tengo un 5-6 % generado dentro del alcohol, ¿qué pasa con el otro 95 %? ¿Cuál es el diagnóstico? ¿Cuáles son las medidas de seguridad que se deberían trabajar más?
Creemos que debe haber información sobre los efectos del alcohol en primaria, en secundaria, donde tenemos un problema con el alcohol con los jóvenes muy grande. También lo tenemos con los mayores, no es estereotipar ni estigmatizar a la juventud, porque hoy la juventud también tiene temor a ser controlada, pero hacerle entender el porqué de la medida. Si yo aplico una medida pero no explico el porqué, es posible que a la gente no le interese. Los problemas mayores en el tránsito los tenemos con aquellos que son bebedores consuetudinarios y no les importa absolutamente nada. Nadie –al decir de Carlos Tabasso– toma alcohol en un dedal. Si yo voy a una fiesta y sé que con una lata de cerveza paso a 0,5, ya no tomo, lo evito, el individuo ya lo evita. El tema son aquellos individuos que no se sienten controlados y creen que pueden prevenir un siniestro voluntariamente aun bajo los efectos del alcohol.
Hay otro dato interesante. De ese 6 % de muertos casi la mitad son peatones. Por lo tanto son actores del tránsito pero que no están conduciendo. Esa es otra duda que nos planteamos: ¿qué hacemos con el resto de la población que no se sube a un vehículo?
EC —Usted insiste mucho en la educación, en la persuasión. De todos modos, también es partidario de las sanciones, al punto de que habla de que en Uruguay infringir esta norma, la que hoy rige, la del 0,3 como límite, no debería ser solo una falta administrativa.
AB —Para nada, creo que deberíamos acompañarla con una penalización, tiene que pasar a la Justicia. Hoy para pasar al juez de faltas el individuo tiene que dar 1,2 en espirometría. El juez de faltas sigue siendo una pena cuasiadministrativa, a diferencia de lo que ocurría antes, que quedaban antecedentes departamentales. Creemos que para que esto tenga efecto en la tasa de alcohol hay que poner una tasa legal a partir de la cual es delito. Estoy convencido de que esa va a ser una medida efectiva. Pero acompañándola con garantías del debido proceso de que aquel que no ha tomado y le dé por casualidad un falso positivo tenga la posibilidad de recurrir.
EC —Esa es otra de las inquietudes que usted ha planteado, las garantías. ¿Por eso es que prefiere no llegar a la tolerancia cero?
AB —No, porque si yo digo 0,3 estaría bien, quizás se interprete que estoy diciendo que se puede tomar algo. Desde ese punto de vista no. Cuando uno va a los congresos de este tipo, en las mesas y en las exposiciones la tendencia mundial es ir al cero, pero cuando estamos reunidos alrededor de una mesa tomando un café, todo el mundo dice “no conozco un país serio donde el cero haya dado resultado”. La tasa legal por sí sola no va a corregir el problema. Es como decir que si estableciéramos la pena de muerte con eso terminaríamos con el crimen.
EC —¿Qué inconveniente generaría la tasa cero, o qué riesgos o complicaciones?
AB —Creo que es encerrarse en un problema. Hoy es posible que a alguien que no ha tomado nada le dé 0,1 o 0,2, un falso positivo. Los equipos con que se trabaja en la espirometría son buenos, pero son los mismos que se utilizan en Europa, y en Europa aquellos países que tienen problemas graves con el alcohol tienen una cierta tolerancia, se han dado cierto colchón. La media en Europa es 0,5, Reino Unido 0,8, tienden a bajarlo, Estados Unidos 0,8. Muchos pueden decir que eso es por el lobby que hacen las industrias que están vinculadas con el alcohol. Está muy bien. ¿Cómo se defendieron esos gobiernos para contrarrestar el lobby? Lo transformaron en delito, pusieron una tasa legal a partir de la cual es delito. Pero si yo tengo una tasa de 0,3, no sé cuánto tomó pero el individuo clínicamente me puede demostrar si está afectado o no. Este es un elemento que en Europa también se toma, no solamente que la espirometría dé positivo, sino que además el médico y el policía deben tener alguna manifestación clínica de que el individuo está ebrio o bajo los efectos del alcohol, a los efectos penales. Si da 0,5 o 0,8 en la espirometría, yo ya sé que tiene alcohol en sangre, no preciso recurrir a la alcoholemia. Brasil fue directamente a la alcoholemia. ¿Cuál es la garantía real que tiene el sistema sancionatorio? El control en sangre.
EC —No es lo mismo la espirometría que la alcoholemia.
AB —No, evidentemente no. Lo más seguro es el control de alcoholemia, la cromatografía es el examen más importante. ¿Cuántos laboratorios tenemos en Uruguay habilitados para esto? En ese proyecto de ley se menciona que hay un protocolo único de actuación frente a la espirometría; hace días que lo vengo buscado y no lo encuentro por ningún lado. Y eso la población lo debería saber hoy.
EC —¿Por qué? Eso es importante, es el tema de las garantías.
AB —Obviamente.
EC —¿Cómo es?
AB —Por ejemplo nos llaman al ISEV: “Me hicieron el control, no he tomado nada, me dio positivo, ¿qué puedo hacer?”, “Reclamalo mediante alguna carta a la Intendencia”, “¿Adónde puedo ir?”, “No tengo idea”. Y le pregunto al inspector: “¿Adónde va el individuo que dice que no tomó nada?”, “No tengo idea”. ¿Quién es el que tiene por ley que hacer el control de alcoholemia? Salud Pública. Pero hoy el Maciel no lo hace, el Clínicas no lo hace.
EC —Hacer el control de alcoholemia implica tomarle una muestra de sangre a la persona.
AB —Obviamente.
EC —¿Cuántas horas después es válido?
AB —Ese es otro tema. Hay gente que dice “yo estoy dentro de las dos horas para hacerme el examen”. ¿Dónde está escrito eso de las dos horas? Las dos horas es algo que uno maneja porque hay algún país en Europa que da ese margen, pero no lo tenemos establecido a título expreso. ¿Hay una compañía de seguro que no paga porque a las dos horas y cuarto, aun cuando en su propia sociedad le dio cero, que no toma ese valor y toma el que tomó la autoridad pública? Ahí es donde vemos que el Estado puede tener algún problema.
EC —Usted dice que hoy, con el límite de 0,3, ya muchas veces está el riesgo de los falsos positivos. Si se va a 0 directamente como que ese riesgo de algún modo crece.
AB —Aumenta, totalmente.
EC —Qué necesidad hay de meterse en ese problema, dice usted.
AB —Desde el punto de vista psicológico es evidente que puede servir, no voy a negarlo. Pero desde el punto de vista práctico, ¿el 0 es la medida madre para reducir los accidentes a la mitad? No sabemos si este es el momento. La medida va a ser acertada en algún momento, pero no creo que en este momento.
EC —En síntesis, ¿qué camino propone para este momento?
AB —Si se va a sanciones de este tipo, primero hay que informar a la población durante mucho tiempo esto que dijimos, cuál es el efecto del alcohol. Tenemos que educar a toda la población, porque la más perjudicada quizás es la que no se sube a conducir, porque tenemos un consumo abusivo de alcohol que hay que frenar.
La otra, deberíamos empezar a trabajar sobre los exámenes teóricos de conducción, que hoy no trabajan sobre el alcohol. Una charla en los liceos de 40, 45 minutos ya debería estar establecida desde hace un año. Ir preparando a la población y después decirle: “Si usted comete este error, la primera sanción es esta, pero pasando tal límite legal, esto es un delito”. Tratarlo como delincuente. Aquel que va a conducir y bebe a sabiendas es un delincuente como cualquier otro y ese para nosotros es el tratamiento. Pero yo no puedo decir que el lunes se vota esto y dentro de una semana salimos a fiscalizar en todo el país, porque eso no se va a poder practicar.
EC —Está comentando una declaración que ha existido, Unasev sostiene que es muy fácil implementarlo una vez que esté la ley.
AB —Yo puedo salir a fiscalizar y hacerlo de manera discriminatoria, pero ¿tengo los recursos humanos preparados para todo el país? ¿O esto es una ley para Montevideo, como tantas otras? ¿Tengo los recursos materiales necesarios para poder dar las garantías? Reitero, ¿cuáles son los laboratorios que están habilitados hoy? Hoy la Intendencia tiene juicios pendientes por esto, y se rige por lo que controló la espirometría. Quiere decir que el individuo que presenta las pruebas de su propia sociedad o de un laboratorio que se le había dicho que estaba habilitado hoy está complicado. Es más, tenemos un problema, el seguro de vida no cubre existiendo el alcohol. Entonces creemos que deberíamos tomar acciones que impartieran justicia realmente y no caer en alguna injusticia que al Estado, que siempre paga, le complique la vida.
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Transcripción: María Lila Ltaif