Entrevista con Susana Mangana, Responsable de Programa Política Internacional y Cátedra Permanente de Islam, Universidad Católica.
EN PERSPECTIVA
Lunes 10.07.2017
EMILIANO COTELO (EC)—La situación político y militar en Medio Oriente, una zona sensible del planeta viene mostrando avances y retrocesos en las últimas semanas. Ayer, el Gobierno de Irak anunció la reconquista de Mosul, la segunda capital de facto del grupo yihadista Estado Islámico (EI). El viernes, durante la cumbre del G20 en Hamburgo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su par ruso, Vladimir Putin, acordaron un cese al fuego parcial en el suroeste de Siria.
Estos avances contrastan con la tensión que se mantiene en el Golfo Pérsico. Allí hace apenas un mes, el 5 de junio, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto cortaron relaciones diplomáticas con Qatar, país al que acusan de apoyar a varios grupos terroristas.
¿Cómo hay que leer todos estos datos? ¿Qué consecuencias puede tener la inestabilidad en el Golfo Pérsico para la región y para el mundo? De estos temas vamos a conversar en los próximos minutos con Susana Mangana, profesora de Estudios Árabes e Islámicos y responsable del programa de Política Internacional y de la Cátedra Permanente de islam en la Universidad Católica.
Vamos a empezar por las noticias más recientes: el Gobierno de Irak anunció la reconquista de Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak y segunda capital de facto de EI, además de Raqa en Siria. ¿Qué importancia le asignás a esa novedad?
SUSANA MANGANA (SM) —Evidentemente es un anuncio que para muchos, sobre todo a aquellos a los que les preocupaba el avance de ese tan temido grupo terrorista -que se autoproclamó Estado Islámico pero que, como hemos dicho en numerosas ocasiones, no es un Estado y tampoco son islámicas sus prácticas, por más que de alguna manera se revisten de toda esa jerga jaculatoria pseudo religiosa, pero realmente es un grupo creado y financiado por distintos países en la región-, es una noticia feliz, pero yo diría que hay que tomarla con pinzas. El terminar ahora con la presencia de milicianos, de yihadistas, en Mosul, y probablemente en pocas semanas seamos testigos de un anuncio muy similar en Raqa, Siria, no significa que se termine con la violencia en Irak, sobre todo con la guerra sectaria, con las rencillas étnicas que desde la caída del régimen de Sadam Hussein en 2003 afloraron y que han sido potenciadas con un interés de dividir y de apostar al confesionalismo en Irak. Por tanto, el primer mensaje es: cuidado con la euforia.
EC —Quienes siguen la emisión en video pueden ver un mapa de Irak en el que está señalada Mosul, que está 350 kilómetros al norte de Bagdad, es la capital de la provincia de Nínive y es rica en petróleo. Se trata de una ciudad que fue, dicen las agencias en estas horas, histórico cruce comercial entre Turquía, Siria y el resto de Irak, muy conocida por sus finos tejidos de algodón, las musolinas, sus sitios y monumentos antiguos, sus parques… De eso no queda nada.
SM —Nada. También es conocida por la presencia de una muy nutrida comunidad cristiana, sobre todo los caldeos, que poco a poco tuvieron que huir. Esto se debió no solo por el avance de EI, que los humilló, vejó y torturó -algunos fueron aniquilados y huyeron para salvar su vida-, ya desde antes estaban siendo discriminados porque, como digo, Irak ha sido pasto de las fieras desde la caída del régimen de Hussein. Yo insisto mucho en este punto porque las cosas no arrancan en 2011 con la primavera árabe de Túnez ni en 2014 con el anuncio florido del autoproclamado califa Abu Bakr Al Bagdadi, sino que tienen todo un trasfondo, que es el vacío de poder que se genera en Irak en 2003 [con la caída del régimen de Hussein].
EC —Ahora se produce este “triunfo” y se recupera una ciudad arrasada. ¿Irak tiene fuerza suficiente para garantizar que la reconquista sea duradera, o existe el riesgo de un nuevo avance de EI?
SM —Yo no creo que haya un riesgo de nuevos grupos pertenecientes a la etiqueta que hemos denominado EI, sí cabe preguntarse si el Estado iraquí está suficientemente consolidado hoy, si no hay fracturas sociales y étnicas, que las hay, o rivalidades. Recordemos que con las elecciones amparadas por un presidente como George W Bush, que quería apostar a la democracia en Irak -o eso se nos dijo- y a partir de ahí trasladarla a todo Oriente Medio -ya vemos lo que ha pasado con ese experimento-, los perdedores de esa reformulación del Estado iraquí post Sadam Hussein son los suníes. Y justamente es ahí donde surge la semilla de estos grupos que pelean entre sí o en contra de un primer ministro, ahora Haider al-Abadi pero antes Nuri al-Maliki, al que veían impuesto por las potencias occidentales, sobre todo Estados Unidos. Con lo cual, para resumir la respuesta, yo dudo mucho de que tengan no solo la solidez institucional y política, la estabilidad entre los grupos étnicos, que también allí están luchando por su cuota de poder. Estamos hablando de Mosul, que está en el Kurdistán iraquí, en el norte, hay un presidente kurdo en Irak, los kurdos en Irak gozan de una autonomía notable pero evidentemente también están viendo cómo sacar réditos de esta situación ahora que no está el monstruo de EI fuerte en ese país. Con lo cual, yo creo que justamente debemos ser muy cuidadosos, porque en los medios de comunicación enseguida -yo lo temía- decimos: “Se acabó la amenaza de EI”, pero hay una plétora, o una pléyade de grupos, igual de radicales con la misma ideología salafista de base, y eso es lo que tenemos que entender, que no por terminar con estos guerrilleros hemos terminado con la amenaza del terrorismo.