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Entrevista central, lunes 14 de setiembre: Eduardo Osinaga, Arisbel Ambrossi y Norberto Cibils

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Entrevista con el doctor Eduardo Osinaga, del Instituto Pasteur y la Facultad de Medicina (Udelar), el contador Arisbel Ambrossi, representante de De Larrobla & Asociados en proyectos de inversión, y Norberto Cibils, integrante de la ANII.

Vea el video de la entrevista

EN PERSPECTIVA
Lunes 14.09.2015, hora 8.19

EMILIANO COTELO (EC) —¿Sabían que hay grupo de científicos uruguayos desarrollando una molécula capaz de identificar prematuramente varios tipos de cáncer? La investigación procura, además, desarrollar tratamientos “personalizados”, adaptados a la clase de tumor que presente cada paciente.

Esto no está ocurriendo en una universidad de Estados Unidos o de Europa. Sucede aquí en Uruguay, donde para muchos quizás los grandes descubrimientos científicos resulten algo inalcanzables.

Pero además es interesante la forma en la que este trabajo se vuelve viable. Gracias a un programa de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) que acerca al sector privado y la academia, la empresa de software De Larrobla & Asociados está invirtiendo en este proyecto de biotecnología liderado por el investigador Eduardo Osinaga, del Instituto Pasteur Montevideo y la Facultad de Medicina. Juntos, esperan desarrollar un fármaco contra el cáncer que sea comercializable en todo el mundo.

Vale la pena adentrarnos en este proyecto con estos condimentos novedosos y auspiciosos.

Están con nosotros el doctor Eduardo Osinaga y el contador Arisbel Ambrossi, representante de De Larrobla & Asociados en proyectos de inversión.

Comencemos explicando en qué consiste el proyecto, que tiene antecedentes relativamente antiguos, porque esta investigación se corre en el tiempo hacia atrás 25 años. ¿Cómo es esto, Eduardo?

EDUARDO OSINAGA (EO) —Esto comenzó hace exactamente 25 años, en un programa en el que tratábamos de identificar moléculas que se expresaran en células tumorales y no en células malignas. Para eso se desarrollaban lo que se llaman anticuerpos monoclonales, una tecnología que le valió el Premio Nobel al científico argentino César Milstein. Esa tecnología busca utilizar mecanismos normales que todos los seres vivos tienen, los seres humanos en particular, de defensa, anticuerpos, para tratar de detectar en este caso algo que diferenciase al cáncer de las células normales.

En esa etapa generamos uno de estos anticuerpos monoclonales que veíamos que detectaba el cáncer de mama y no la mama normal. Esto ocurría después en otros tumores, en cáncer de colon, de pulmón, de ovario, de páncreas, etc., con el mismo comportamiento. La molécula no estaba en el tejido normal y sí en la mayoría de los cánceres de tipo epitelial, lo que se llama carcinoma. Sobre eso generamos varias líneas de investigación que fueron parte de la vida central de nuestro equipo en la Facultad de Medicina, en el Laboratorio de Oncología Básica.

Cuando vimos esa performance diagnóstica tan interesante, de alta especificidad por cáncer, el objetivo principal pasó a ser tratar de aplicar esto que para que incidiera en el ser humano, cómo inocularlo a un ser humano. Se trata de una molécula de ratón.

EC —Hasta ahora han estado trabajando con una molécula de ratón.

EO —El origen fue la molécula de ratón, pero hace ya más de 18 años comenzamos los trabajos para modificarla por ingeniería genética y convertirla en una molécula más chiquitita, que no afectase al organismo en una reacción antirratón, o, mejor aún, combinar la parte que reconoce cáncer con una molécula humana. No es la humanización, pero es una molécula que se llama chimérica, de ratón-humano, que facilita que el ser humano la reciba sin que haya problemas de rechazo a la molécula para que pueda cumplir su finalidad.

EC —Si se llega a lo que están buscando, si el ser humano puede recibir esa molécula, ¿cómo es la operación?, ¿cómo recibe la molécula?

EO —Hoy ya existen decenas de moléculas de este tipo que reciben los seres humanos con la composición general global que tiene la que nosotros estamos trabajando, sin que haya problemas de rechazo ni problemas de intolerancia de algún tipo.

EC —¿Qué quiere decir recibir una molécula?

EO —Se inyecta, es una inyección. Hoy se utilizan numerosos biofármacos para tratamiento de tumores que son moléculas de este tipo. A partir de ahí, uno de los momentos más importantes fue cuando vimos que en procedimientos de imagenología molecular ya daba resultados muy positivos en animales. Y después tal vez el resultado más relevante fue hace unos cuatro años, cuando en una colaboración con el Instituto Curie de París se pudo determinar el potencial de esta molécula para tratar animales con cáncer de mama. Las respuestas terapéuticas que se generaron allí fueron muy importantes.

EC —Pasando en limpio, estamos hablando de una molécula que, por un lado, permite adelantar el diagnóstico, diagnosticar más temprano determinados tipos de cáncer, y por otro lado tratar esos cánceres.

EO —Exactamente. En este caso de cáncer de mama fue significativo que la molécula que asociada con un fármaco no generaba ninguna respuesta tumoral en los animales, asociada con ese fármaco generaba una respuesta terapéutica en el 90 % de los animales con cáncer de mama. Eso generó una expectativa importante y ahí empieza una nueva etapa de profundización en todo lo que pudiese servir para la aplicación in vivo a un ser humano. Ahí hay dos grandes caminos: uno, todo lo que sea diagnóstico, por ejemplo, por imagenología molecular.

EC —Tecnología PET (tomografía por emisión de positrones), por ejemplo.

EO —Por ejemplo, que es una tecnología excelente pero no perfecta. Tiene ciertas limitaciones para algún tipo de tumores, algunas enfermedades, porque no es específica de cáncer, entonces un proceso inflamatorio puede dar un resultado positivo sin que se trate de un tumor, porque son las características de la metodología.

En este caso el ideal sería generar lo que se llama un inmuno-PET, asociando esta molécula marcada con galio 68, que se usa para el PET. Eso sería una excelente posibilidad para mejorar la tecnología PET.

Por otro lado, dados los resultados que ya habíamos obtenido en tratamiento en modelos animales, iniciamos la ruta hacia vehiculizar drogas y otras sustancias con esta molécula hacia tumores para concentrar la acción tóxica en el tumor y disminuir los efectos de citotoxicidad no deseada en las células normales del organismo.

EC —El desarrollo en el que ustedes están trabajando permite detectar prematuramente determinados tipos de cáncer. ¿De cuánto es la ventaja? ¿Cuánto antes?

EO —En este momento, lo que podemos decir con total evidencia experimental es que en modelos de cáncer de mama humano, que son modelos pequeños, por ejemplo de 5 mm, con una tecnología que aún no es el PET, sino el SPECT (tomografía por emisión de fotón único) –una tecnología todavía de menor sensibilidad–, nuestra molécula radiomarcada detecta tumores que el PET no detecta. Hablamos de modelos porque no son seres humanos, son ratones, pero que desarrollan tumores humanos por la inoculación de células de cáncer de mama humano.

EC —En el caso de un ser humano, ¿cuánto tiempo puede implicar esa ventaja?

EO —Puede ser muy significativa. Sería apresurado decir de tiempo, porque depende de la biología de cada tumor, de cada individuo. Hay tumores que tienen un crecimiento más rápido. Estamos hablando de la posibilidad de acceder a una mejora en un diagnóstico sobre posibilidades que hoy son muy buenas pero que no son perfectas. En algunos tipos de tumores se puede complementar con una tecnología que le dé más especificidad y sensibilidad.

EC —Obviamente detectar a tiempo, detectar lo más temprano posible un tumor es fundamental a los efectos de pensar en las posibilidades de cura. Ahí entra la otra parte, ¿cómo operaría esta molécula a la hora del tratamiento?

EO —Por tratarse de algo que reconoce tan específicamente cáncer, la molécula por sí misma ya mostró actividad antitumoral. Pero hoy día los desarrollos de la biotecnología y de la nanotecnología permiten capacitarla…

EC —Capacitar a la molécula.

EO —… pegarle algo que la transforme en algo todavía más eficiente. Una de las opciones, muy interesantes y actualmente en desarrollo en el mundo, es que la molécula lleve drogas citotóxicas, o sea fármacos que van a actuar contra el cáncer. Pero si los lleva la molécula adheridos a ella, y si la molécula solo se va a unir a una célula tumoral, esa droga anticáncer no va a tener el efecto indeseable de la quimioterapia que, además de al cáncer, afecta a otros tejidos.

EC —Justamente, ¿dónde estarían las ventajas con respecto a los tratamientos convencionales?

EO —La ventaja es doble. Por un lado, con esta cualidad, la citotoxicidad, el efecto indeseable disminuiría significativamente, y al mismo tiempo podríamos aumentar la cantidad de droga citotóxica en el tumor. De esta manera se mejora la relación dosis-respuesta focalizando el contenido de droga en el tumor y disminuyéndolo en los tejidos sanos.

***

EC —Hay varias preguntas de los oyentes. Una que enseguida aparece es: ¿en esto estamos solo nosotros, solo Uruguay? Porque es algo muy impactante, muy auspicioso lo que usted nos está contando. ¿Cómo es?

EO —Esto es un tema muy corriente en los países medianamente desarrollados en ciencia y sobre todo en los altamente dedicados a la investigación biomédica. Lo que ocurre es que nosotros hemos tenido la suerte de haber desarrollado una molécula con una especificidad muy especial por células tumorales y eso nos habilita a seguir mejorando la herramienta. Tenemos una herramienta que detecta cáncer con gran especificidad, y más allá de que hay otros anticuerpos parecidos, no son iguales y no tienen exactamente la misma performance del que nosotros desarrollamos. En esto nos sirvió mucho la validación con el Centro Courie, que durante cinco años generó un estudio preclínico que nos permitió conocer más el detalle.

Entonces la estrategia se usa en el mundo para otras moléculas. Lo que tiene de novedoso la nuestra es que no hay otras con igual comportamiento o habría muy pocas. Digo habría porque de repente hay gente que las ha desarrollado pero no las ha utilizado aún con estos fines. Por eso hay aprovechar la oportunidad.

Una precisión: todo lo que es aplicación de perspectivas terapéuticas es, justamente, una perspectiva hacia la que estamos trabajando en un proyecto.

EC —Esa es la pregunta siguiente, ¿qué es lo que falta para que esa tecnología se vuelva un producto comercializable que sea utilizado masivamente tanto en diagnósticos como en tratamientos?

EO —Esa es la esencia del encuentro que tuvimos con De Larrobla & Asociados propiciado por la ANII. Cuando se analizan los temas de investigación que hay en Uruguay, hay muchos, muy interesantes, y la mayoría no tienen financiamiento para desarrollarse. O a veces, cuando el financiamiento está, es modesto. Y a veces los mejores proyectos, los más importantes que obtenemos financiamiento, son de US$ 18.000, US$ 20.000 por año, que son cifras irrisorias, no solamente a nivel internacional, sino en la región.

EC —Es un mecanismo que se está estrenando.

EO —Es el primer proyecto que ha financiado la ANII en esta modalidad.

***

EC —Eduardo Osinaga es doctor en Medicina, profesor titular grado 5 del Departamento de Inmunobiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, investigador principal del Instituto Pasteur Montevideo.

Vamos a incorporar al contador Arisbel Ambrossi, representante de De Larrobla & Asociados en proyectos de inversión.

¿Cuánto tiempo más de trabajo se requiere para que lo que hasta ahora Eduardo y su equipo han alcanzado pueda dar un salto más y convertirse en un producto comercializable y efectivamente a disposición del ser humano?

EO —Desde el punto de vista práctico, depende de cuáles sean los resultados en ese período. Pero podríamos pensar que en dos años, si tenemos terminada la evaluación que está planteada en el proyecto, podríamos comenzar la fase inicial de evaluación en diagnóstico en seres humanos.

EC —Aquí es donde entran la ANII y la empresa De Larrobla & Asociados. De Larrobla & Asociados es una firma que se dedica desde hace más de 20 años a soluciones tecnológicas para instituciones financieras. Es una de las estrellas de la industria del software uruguayo. No solo opera en el mercado local, sino que además exporta a varios países. ¿Cómo es que terminan dando ahora este paso?

ARISBEL AMBROSSI (AA) —Lo primero que es importante destacar, observar y aprender es el proceso, cómo se dio esta situación, quién genero las condiciones para que esto ocurriera. La que generó las condiciones para que ocurriera fue la ANII. La ANII generó los espacios para que nos encontráramos con Eduardo. Y Mariano de Larrobla, que es el presidente del directorio de De Larrobla, me encomendó que participara en un evento en el que la ANII presentaba una serie de proyectos y llevara alguno –o ninguno–, si era que existía algo que pudiera interesar.

Y en la conversación Eduardo me trasmitió un entusiasmo, me pareció que había una posibilidad de trabajar en el mundo de la biotecnología y le llevé este proyecto a Mariano de Larrobla y a Marcelo Kosec, que es su gerente. Ahí empezamos un proceso de intercambio con el Instituto Pasteur y con Eduardo en una serie de presentaciones que fueron pasando por etapas.

Las primeras etapas fueron de alguna forma de no convencimiento con el mundo científico. Seamos claros, el mundo de la informática trabaja con otros parámetros, con otras cosas, y desconfiábamos, nos preguntábamos si aquello podía ser viable. Ahí comenzamos un proceso, en el que Eduardo y el Instituto Pasteur hicieron una presentación que convenció mucho por el hecho de utilizar la terminología que utiliza el mundo informático.

EC —¿Cómo fue eso?

AA —Hablaron de hitos, de tareas, de plazos. Marcelo Kosec, el gerente de De Larrobla, decía: “¡Esto es lo mismo! ¿Cómo hacen para trabajar en esto en algo que es tan incierto?”. Por otro lado, Mariano conoce el mundo del conocimiento y el mundo de la informática, y el mundo de la biotecnología tiene su relación: los dos son mundos de conocimiento y de un conocimiento muy intensivo. Entonces hay una primera vinculación.

Luego hay un aspecto bien interesante, que es el entusiasmo que trasmite el doctor Osinaga respecto al proyecto. Hay que tener claro que la ANII era nuestro socio y que estaba el respaldo del Pasteur. Uno dice: está el Pasteur, hay un respaldo interesante… Pero luego había que convencer y había que trasmitir el conocimiento en un mundo que a nosotros nos es ajeno, no entendemos el mundo de la biotecnología. Sí entendemos el mundo de la informática.

¿Qué ocurrió? El doctor Osinaga ha trasmitido entusiasmo y conocimiento. Cada vez que lo escuchamos nos convence más de que ese es el proyecto en el que hay que estar.

EC —¿A ustedes qué se les pedía? ¿Plata? ¿Solo dinero, o algo más? ¿De qué tipo de colaboración, de qué tipo de sociedad estamos hablando?

AA —A nosotros la ANII nos convocó en un proyecto para apoyar proyectos de investigación. La ANII decía: si encuentran un inversor privado, yo pongo una cantidad igual. Ese era el gran desafío. Así que de ese lado lo que se nos estaba pidiendo era un apoyo financiero.

Desde el punto de vista nuestro, el tema era qué cadenas de valor podíamos ver. ¿Se imaginan llevarle a una empresa exitosa en el mundo del software un proyecto de biotecnología en el que yo fuera a convencer por el aspecto económico? ¡Era imposible por ese lado! Tenía que buscar otras cadenas de valor, porque yo entiendo que hay varias cadenas de valor en esto. Entonces, una cadena de valor es esto. De Larrobla comienza un proceso con la aspiración de que las instituciones de inversión llamen al doctor Barbeito, el director del Pasteur, le pregunten sobre este proyecto y le digan: “Mire, esto es de alto riesgo”, que es como lo vemos nosotros. Nosotros estamos tirando una semilla. Puede pasar que esta semilla caiga en el camino o caiga en el campo. Si cae en el campo, florecerá, y si cae en el camino no, pero la única forma de saberlo es sembrar. Lo que estamos haciendo es sembrar.

EC —¿Ustedes también aportan por el lado del software?

AA —No. Nosotros somos inversores en un proyecto. Eso es lo interesante de esta modalidad, no somos un laboratorio que está poniendo dinero para un servicio, somos inversores de riesgo. Sabemos que es un sector de alto riesgo, con un efecto de apalancamiento interesante si se logra el objetivo.

EC —¿De qué cifras estamos hablando?

AA —La empresa aporta US$ 70.000 y la ANII US$ 70.000. En total, US$ 140.000 para un período de dos años.

EC —Esa es la cifra total, US$ 140.000. ¿Y después de los dos años qué pasa?

EO —Ahí es donde puede estar el aspecto importante de la cadena de valor, la valorización del conocimiento e incluso la rentabilidad eventual, que esperemos que ocurra, de este proyecto. Está previsto, aprovechando un mecanismo que el Instituto Pasteur ya ha desarrollado y que hemos aplicado para otras moléculas en los años recientes, generar patentes a nivel internacional. El Instituto Pasteur tiene dos grandes canales de patentamiento: uno por medio de su casa matriz, el Instituto Pasteur París, y otro con una institución de Estados Unidos, el Cedars-Sinai Medical Center, una de las instituciones más grandes en salud de Estados Unidos, que tiene un ámbito de valorización del conocimiento y de patentes.

La única institución de América del Sur que tiene acuerdo con este instituto de Estados Unidos es el Instituto Pasteur Montevideo. Cuando aparezcan resultados con chances de ser patentados el Cedars-Sinai los considerará y si entiende que son patentables pone todo: el dinero, los abogados, deposita la patente en Estados Unidos y sale a la búsqueda de interesados en la patente para licenciarla.

Es un privilegio en Uruguay poder patentar en Estados Unidos sin un riesgo económico. Los laboratorios seguimos haciendo lo mismo, el Pasteur no pone nada, la Facultad de Medicina –que es socia en partes iguales con el Pasteur en todo este proceso, porque el laboratorio que yo integro es una unidad Pasteur-Facultad de Medicina– también tiene ese beneficio, y en caso de que aparezca un interesado en comprar, en licenciar la patente, la rentabilidad aparece, ingresa un dinero para la empresa de Estados Unidos que puso todo, pero la mayor parte del beneficio viene para Uruguay. Va en partes iguales a las instituciones y luego cada institución tiene sus mecanismos de repartir los beneficios.

Hay un acuerdo de que en caso de que surja una patente de este proyecto que financia De Larrobla & Asociados junto con la ANII, De Larrobla reciba un tercio de los beneficios, si hay beneficios. Entonces hay una especie de plan, no digo de negocios, pero un acuerdo para que, en caso de que esta valorización del conocimiento se traduzca en dinero, las instituciones uruguayas (Facultad de Medicina, Instituto Pasteur y De Larrobla & Asociados) obtengan cada una el beneficio que corresponde.

EC —¿Eso quedaría claro dentro de dos años? Porque el financiamiento de que estamos hablando cubre dos años de ese trabajo.

EO —Nuestra meta es que en los últimos tres meses del proyecto deberíamos tener un volumen de resultados suficiente como para efectuar una solicitud de patente internacional. Esa es nuestra meta. Y la creemos razonable en las condiciones de trabajo que tenemos, que son muy buenas, porque trabajando en el Pasteur, con el apoyo de la Facultad de Medicina, la gran variable es acceder al dinero para funcionar y para darle vida al equipo. Así que esperamos cumplir la meta y antes de los dos años estar efectuando una solicitud de patente internacional.

Ese es el gran riesgo. Yo no puedo predecir cómo va a evolucionar en el mundo, si otros equipos van a efectuar una solicitud de patente que anule la originalidad de la nuestra. Hoy no hay problema, pero dentro de un año y medio no lo sé.

EC —Ahí está el punto crítico de la aventura en la que se ha involucrado De Larrobla & Asociados.

AA —Sí, pero hay que mirar otras cadenas de valor. Ahí hay un aspecto económico; es decir, desde nuestro punto de vista es entrar en el mundo de la biotecnología, pero en particular hay una cadena de valor que me resulta muy interesarte, que es la transferencia de conocimiento. El mundo informático procesa de determinada manera su conocimiento, tiene una relación con sus clientes y la necesidad de sus clientes origina parte de las demandas para generar conocimiento. Pero el mundo científico y el mundo de este proyecto tienen otras metodologías. Nosotros queremos generar valor a partir de los primeros dos meses. En este caso lo estamos incumpliendo, porque el proyecto empezó el 1.º de agosto y a los dos meses deberíamos tener la primera reunión de encuentro entre el equipo del doctor Osinaga y la gente de De Larrobla para que haya transferencia de conocimiento.

EC —¿Y por qué están incumpliendo?

AA —Porque la ansiedad de Eduardo y la mía hicieron que mañana, al mes y medio, estemos haciendo el primer trabajo. No es una ansiedad estresante, es una ansiedad curiosa, queremos saber cómo funciona la interrelación entre estos dos mundos. Y esto en sí ya es un valor importante.

***

EC —Quiero dar participación también en la entrevista a Norberto Cibils, que es integrante del directorio de la ANII y que ha estado dedicado a este proyecto en particular.

Tú has escuchado las explicaciones que se dieron. ¿Podemos tener el punto de vista de la ANII sobre cómo viene marchando esta iniciativa en especial?

NORBERTO CIBILS (NC) —La ANII tiene el objetivo de promover la investigación y la innovación y busca por distintos mecanismos acercar la academia a la empresa. Por eso se desarrolla una actividad que se llama Trama, en la cual se promueve la información de trabajos de investigación que se están realizando en distintos ámbitos entre los posibles interesados en participar y acercarse. Se hizo una con inversores en la cual surgió el contacto del doctor Osinaga y el Instituto Pasteur con la empresa De Larrobla & Asociados, que terminó concretándose en la firma de este contrato, que nos parece muy positivo.

EC —¿Este fue el disparador, fue el caso pionero de esta nueva línea de trabajo?

NC —Exactamente, es el caso pionero, lo explicó muy bien la gente de De Larrobla. Consiste en unir las dos puntas. Ellos están interesados en entrar en un tema totalmente nuevo, el Instituto Pasteur y el doctor Osinaga necesitan inversores para el desarrollo de ese aspecto y para llegar al patentamiento, hay un riesgo de por medio y la ANII participa apalancando por la existencia de ese riesgo.

EC —Y de ahora en adelante, ¿qué futuro prevén ustedes? ¿Hay otros acuerdos de este tipo en gestación?

NC —Para nosotros es un mecanismo abierto. Cuando se presentó este trabajo también se presentaron otros, y pensamos seguir con esa actividad, promoviendo la información sobre temas de investigación que estén avanzado y en funcionamiento, cercanos a llegar a una actividad productiva. El objetivo es que se pueda llegar a una cadena de valor convirtiéndolos en un negocio, ponerlos en contacto con inversores y que a partir de eso surja la posibilidad de generar un negocio. Ese es el objetivo, que el conocimiento se convierta en un bien social, en un bien que genere valor, y que el mercado lo pague.

EC —¿Hay otros acuerdos cerca?

NC —Todavía no. Ese es el pionero y es muy interesante por todos los aspectos que mencionaron el doctor Osinaga y la gente de De Larrobla.

EC —Eduardo, luego de todo lo que hemos charlado, ¿falta agregar algo?

EO —Es importante agregar que detrás de estas iniciativas de investigación biomédica hay un componente que muchas veces la sociedad no percibe, que es el impacto en la formación de los médicos. Porque a nosotros objetivamente se nos valora por las publicaciones, los proyectos, la dirección de tesis, pero en todos estos proyectos hay estudiantes de medicina, médicos jóvenes y a veces médicos ya con trayectoria que se involucran. Y se involucran no para ser investigadores profesionales, sino para mejorar su formación médica. Eso está implícito en este tipo de proyectos, en este en particular y en el contexto en que trabajan el Instituto Pasteur y la Facultad de Medicina. Es muy importante porque está demostrado que en los países donde existe investigación biomédica la calidad de la asistencia es muy superior a la de lugares donde no se hace. Eso tiene que ver con la formación de los recursos humanos.

Por eso lo quiero especificar particularmente, porque es algo no tangible y que está directamente implícito en por qué otros países progresan mucho en la calidad de sus profesionales. En parte porque dedican, en una etapa de su formación, parte del tiempo a la investigación, pero no para ser investigadores profesionales.

Vea el video de la entrevista

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Transcripción: María Lila Ltaif

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