Entrevista con Roberto Conde, uno de los candidatos a presidente del Frente Amplio.
EN PERSPECTIVA
Lunes 18.07.2016, hora 8.00
EMILIANO COTELO (EC) —¿Quién será el nuevo presidente del Frente Amplio (FA)? ¿Cómo se distribuirá el poder dentro el Plenario Nacional? ¿Cuántos frenteamplistas concurrirán a votar? Estas son algunas de las expectativas principales para el próximo domingo, jornada de elecciones internas en el partido oficialista.
Casi en el final de una campaña catalogada como “fría”, los pronósticos indican que se andará lejos de los 170.000 votos obtenidos en 2012, en los comicios que consagraron como presidenta a Mónica Xavier.
Con este panorama, ¿cómo viven estas horas los candidatos? ¿Cuáles son sus expectativas? ¿Será esta una instancia de inflexión para el futuro de la coalición de izquierdas?
Ya hemos ido entrevistando aquí en En Perspectiva a José Bayardi, Javier Miranda y Alejandro Sánchez, tres de los cuatro nombres que habilitó el Plenario Nacional. Hoy completamos la serie en diálogo con Roberto Conde, que se presenta con el respaldo del Partido Comunista, el Partido por la Victoria del Pueblo y socialistas independientes.
Usted tiene una larga trayectoria dentro del FA, más específicamente en el Partido Socialista (PS), en el que inició su actividad en 1970. Llegó a ser secretario general del PS. Pero a esta instancia del domingo llega en su condición de independiente, ya no es integrate del PS, renunció en 2014. ¿Podemos recordar por qué?
ROBERTO CONDE (RC) —En el juego de tendencias y discusiones internas sentí que ya no tenía espacio para desplegar mi actividad política, y silenciosa y respetuosamente dejé el partido para desde mi posición de independiente recuperar esa libertad y poder plantear más abiertamente mi perspectiva sobre las cosas.
EC —¿Qué quiere decir que no tenía espacio?
RC —Creo que ahora no me corresponde entrometerme en la vida interna del partido. He visto sí con alegría que se ha ido reacomodando la convivencia de las tendencias, que el partido ha encontrado formas de administrar esas divergencias internas construyendo una especie de unidad, de síntesis. Me parece bueno, saludable para el partido. Cuando yo me fui no había madurado esa situación y entendí que no tenía espacio para desplegar mi pensamiento allí dentro. Pero fue una decisión totalmente personal.
EC —¿Usted no tenía espacio, entre otras cosas, por el lugar que iba a terminar teniendo en las listas al Parlamento?
RC —No, no era una cuestión de cargo. Lo planteé en la carta que envié al partido –una carta breve y además de respetuosa muy afectiva, porque dejé 44 años de mi vida allí, de lo que por cierto no me arrepiento para nada–, dije que no era una cuestión de cargos, lo establecí claramente, sino que era una cuestión de posibilidades de hacer política a lo grande, como me gusta hacer a mí, desplegar mi pensamiento, construir pensamiento crítico, hablar abiertamente con la sociedad.