Entrevista con el diputado Rodrigo Goñi (Todos, Espacio 40, PN).
EN PERSPECTIVA
Lunes 07.12.2015, hora 8.57
EMILIANO COTELO (EC) —¿Qué evaluación hacen sobre las elecciones legislativas de Venezuela los diputados uruguayos que viajaron allí como observadores?
¿Qué conclusiones sacan sobre las garantías del sistema electoral en ese país? ¿Cómo observan el nuevo tablero político?
Dialogamos con el diputado Rodrigo Goñi, del Partido Nacional (PN), Movimiento Todos, Espacio 40.
¿Cuál fue el ambiente que encontró en los días previos a la elección y en la jornada misma? Ustedes iban con serias preocupaciones a propósito de las garantías. ¿Entonces?
RODRIGO GOÑI —Los desequilibrios y los favoritismos ilegítimos los comprobamos en los días previos y concomitantemente en el día electoral. Ciertamente todo el aparato estatal estaba haciendo fuerza y jugando un rol determinante a favor del Partido Socialista [Unido de Venezuela] (PSUV), chavista, que está en el gobierno. También quedó claro –lo pudimos ver desde el día que llegamos– que había un sentir popular desde el más joven hasta el más viejo, desde el más humilde hasta el más poderoso de que ese régimen no daba más, había una sensación de que se había llegado a un hartazgo que se iba a expresar en las urnas.
Ciertamente, hasta último momento el gobierno intentó hacer jugar toda su fuerza. La audiencia conoce todo lo que ocurrió en los meses y días previos, con presos políticos, con proscritos, con coacciones, con sanciones –en la publicidad los partidos de oposición fueron sancionados una y otra vez–. Hubo un grave desequilibrio ilegítimo, pero que no logró incidir en esa abrumadora mayoría de venezolanos que habían decidido ponerle punto final al régimen, por su corrupción, por la escasez en todo sentido, no solo en los alimentos. La angustia de los venezolanos por no poder tomar las medicinas más básicas, para el corazón, para la presión, para todo tipo de enfermedades, por no poder operarse, las cirugías eran prorrogadas una y otra vez, muchos venezolanos estaban muriendo por eso.
Entonces había una sensación de que a pesar de que todo el aparato estatal estaba haciendo un favoritismo hacia el partido gobernante chavista, igual era abrumadora la mayoría venezolana para decir que no. Lo que ocurrió. Nosotros comprobamos ese desequilibrio, ese favoritismo previo y concomitante, pero también comprobamos esa voluntad popular de dar por finalizada una etapa que, como todos los venezolanos dicen, fue realmente destructora y destructiva para el pueblo venezolano.
EC —Pregunta un oyente, Guillermo: “¿Cómo? ¿No era una dictadura el gobierno de Venezuela? ¿Una dictadura que hace elecciones, las pierde y reconoce el resultado? ¿Cómo se entiende?”.
RG —Creo que hubo una cantidad de factores. Uno es que en el pueblo venezolano –nosotros lo comprobamos– hay una indignación y un hartazgo que no hay dictadura, no hay autoritarismo, no hay poder que no se asuste frente a eso y no reconozca ese poder popular. Anoche, a las seis de la tarde, en un barrio de contexto muy crítico, el pueblo en la calle cerró las puertas, no permitiendo un fraude que algunos quisieron hacer prorrogando ilegítimamente las mesas. Uno veía centenas y centenas de ciudadanos de todas las edades exigiendo cumplir con la ley que decía que había que cerrar a las seis, para evitar un fraude. Creo que el gobierno de Maduro no tuvo más remedio que reconocer […] contra las inmensas mayorías se puede ir por poco tiempo en contra, al final termina ganando el pueblo en su mayoría.
EC —Ese fue todo un tema de discusión al caer la tarde ayer en Venezuela, en qué momento cerraban los circuitos de votación. La legislación permite que permanezcan abiertos si hay ciudadanos esperando para votar.
RG —Se generaba una especie de engaño con tres o cuatro en una fila que no estaban para votar. Cuando los ciudadanos veían que eso pasaba –nosotros lo filmamos–, cientos y cientos venían a decir: “Cierren la puerta, se terminó, no hay nadie para votar, cúmplase con la ley”. Y los militares, que al principio, al comenzar el día, habían tenido una actitud más dura, al final naturalmente se fueron dando cuenta de que todo venía para una expresión de la voluntad popular de rechazar el régimen y se fueron adaptando a esa realidad. Al final los militares donde estaban esas expresiones populares terminaron aceptando –por suerte, era lo que todos queríamos– la voluntad de la inmensa mayoría de los venezolanos, que por todo lo que pasó, legítimo e ilegítimo, pero mucha cosa ilegítima e irregular –lo comprobamos– estaban hartos. Desde que llegamos a Venezuela, el jueves, todos los venezolanos con los que nos íbamos encontrando agradecían nuestra presencia, nos reconocían y el dedito para arriba que demostraba que estaban todos en la línea de dar por finalizado el régimen.
EC —¿Y cómo observa el resultado con su impacto en el escenario político que se viene? ¿Cómo analiza las reacciones de anoche o de la madrugada de hoy, tanto las que vinieron del gobierno, en particular del presidente Nicolás Maduro, como las de los dirigentes de la oposición? ¿Qué va a haber, qué tipo de vida política va a existir a partir de enero?
RG —Hay una sensación clara de que el país está en ruinas, no solo económica, sino también cultural, espiritual, políticamente. La corrupción se ha generalizado de una forma tal que todo es corrupción, para hacer una cola hay gente que se pone en la cola y vende el lugar, para comprar cualquier cosa hay corrupción. Entonces creo que todos llegaron a la conclusión de que es mejor cambiar este régimen. El propio gesto del gobierno de Maduro creo que es una buena salida, que haya elecciones como hubo, y que haya ganado la o posición, y encontrar caminos, porque esto es un país en ruinas y la gente parece querer reaccionar de la peor manera si no se arregla. Está sufriendo mucho a todo nivel.
EC —Tras sus conversaciones con dirigentes de la oposición, ¿qué es lo que concluye en cuanto a la viabilidad de un diálogo, de un intercambio civilizado entre las dos partes?
RG —Encontré en todos los dirigentes un ánimo constructivo, por la gravedad de la situación, que se impone. No podría juzgar cuánto hay de deseo en todo sentido de iniciar una transición con el mejor ánimo, pero me queda claro, y eso es contundente, que son muy conscientes todos de la gravedad de la situación y de que hay muy poco margen para iniciar un camino de construcción nacional. Hay destrucción nacional, es el concepto que usted encuentra en todos, “se ha destruido el país”, y lo comprueba en cada lado, en la calle, donde ve las cosas más increíbles. Eso hace que todos –estuvimos con los dirigentes de la oposición permanente– estén con ánimo de buscar un camino interno, porque la MUD tiene varios partidos, pero también de buscar con el gobierno hacer una transición de la mejor forma posible. Reitero, no hay mucho margen, si en la economía usted no toma determinadas medidas rápidamente, el pozo va a ser más hondo y va a ser más difícil salir. Creo que hasta el propio régimen de Maduro, hasta el propio Maduro está dispuesto a empezar a salir porque todo eso se vuelve en contra.
EC —¿La oposición puede llegar a intentar el referendo revocatorio para remover al presidente Nicolás Maduro por la vía constitucional?
RG —No está planteado. Hay prioridades que están antes que eso. Hay medidas urgentes en el plano económico, fundamentalmente, en el plano de empezar a reconstruir el Poder Judicial, que está destruido; casi no hay negocios lícitos, porque está todo muy muy corrupto. Como dicen muchos, más que la revolución, pasó a ser una robolución, nos costaba entender qué nos querían decir, pero lo dicen en la calle, en tono jocoso, irónico e indignado. Entonces se requieren medidas económicas, que creo que son las más urgentes, que son las que van a poner a toda la oposición y también al actual gobierno a trabajar en ellas. La mesa de conversación seguro que va a ser de esas primeras medidas, porque si no, no hay futuro.
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Transcripción: María Lila Ltaif