Entrevista con los historiadores María Julia Burgueño y Rodolfo González.
EN PERSPECTIVA
Miércoles 10.08.2016, hora 8.22
EMILIANO COTELO (EC) —El 10 de agosto de 1836, el presidente Manuel Oribe, en conflicto con las fuerzas comandadas por Fructuoso Rivera, firmó un decreto destinado a identificar a quienes servían a su gobierno. El texto decía así: “Todos los jefes, oficiales y tropa de ejército de línea, los guardias nacionales de caballería, las partidas afectas a la policía y todos los empleados públicos en los departamentos de campaña, usarán en el sombrero una cinta blanca con el lema: ‘Defensor de las Leyes’”. Nacía así el Partido Nacional.
Hoy se cumplen 180 años de aquel episodio, y por eso los blancos están de fiesta. Las celebraciones de este miércoles comienzan con una misa en la catedral a cargo del cardenal Daniel Sturla y culminan con un acto en el Teatro Solís. Estos eventos tienen lugar en un 2016 plagado de conmemoraciones, con homenajes a las principales figuras nacionalistas y la recordación de los mojones más importantes en la historia del partido.
Para revisar esos momentos claves, recibimos a los historiadores María Julia Burgueño y Rodolfo González Rissotto.
Ubiquémonos en aquel 10 de agosto del año 1836 del presidente Manuel Oribe. ¿Efectivamente ahí está el nacimiento del Partido Nacional?
RODOLFO GONZÁLEZ (RG) —Creo que no está. Si se quiere, en todo caso, es la partida de nacimiento. Hay una definición de bandos que viene ya de la época de la lucha en la patria vieja, de la época de Artigas, cuando se fueron formando dos grupos, dos nucleamientos, dos bandos. Uno primero liderado por Lavalleja y Oribe, y otro liderado por Rivera. A uno se lo llamaba “los patrias”, en alusión a que era la gente que había seguido consecuentemente las ideas de Artigas de la autonomía de la provincia, eventualmente la independencia, pero se planteaba muy fuerte la idea de la autonomía, la idea de estar integrados a la región. Ahí aparece todo un grupo de gente que participaba de ese pensamiento. Y del otro lado otro grupo que tenía una afinidad más bien hacia algunos conceptores unitarios y conceptores brasileños, que habían sido portugueses, que es prácticamente lo que se va a recrear cuando la revolución de Rivera y que motiva el decreto de Oribe para que cada defensor lleve su lema “defensor de las leyes”, la divisa es defensor, no defensores.
EC —Era individual.
RG —Era individual, defensor. Todos eran los defensores de las leyes. A veces hay confusión sobre el tema. Ahí tenemos un tronco de arranque que liga con mucha certeza y con mucha firmeza al nacionalismo con el pensamiento y el accionar del federalismo y de Artigas. A lo largo de todo el siglo XIX la figura de Artigas fue reivindicada esencialmente por gente que había pertenecido y que pertenecía al Partido Blanco y posteriormente al Partido Nacional.
EC —Incluso la propia divisa blanca tiene sus antecedentes en 1811.
RG —Es un homenaje que hace Oribe para recordar a los primeros patriotas orientales que cuando van a la batalla de Las Piedras se identifiquen de alguna manera con una cinta de color blanco. Más claro imposible. Entronca directamente el origen de la divisa con el origen del artiguismo, la divisa oriental.
EC —¿Qué pasaba en aquel momento? ¿Cuál era el contexto político, eventualmente económico, también social, en aquel año 1836?
MARÍA JULIA BURGUEÑO (MJB) —Justamente, estaba pensando eso. Cuando uno analiza un hecho histórico tiene que pensar en el contexto, aquello de Ortega y Gasset para la gente, del hombre y las circunstancias. En el hecho histórico sucede lo mismo, hay que pensar cómo era el ambiente que había en ese momento.
Filosóficamente, ideológicamente hay algo en este período de 1836 que está allí, que se tiene que ir definiendo, y que esta resolución de Oribe viene a cuento con este tema, que es el tema de la patria y de la nación. Siguiendo la línea del Pivel Devoto de que esta nación oriental surge con el éxodo, en la época artiguista, hay que tener en cuenta que en esos primeros años, en esas primeras presidencias la situación del país era anárquica. No quiero decir que fuera terrible, sino que era una situación que el país tenía que ir resolviendo; tenía que ir resolviendo su administración, tenía que ir resolviendo sus propuestas económicas, porque estaba en déficit, comenzaban las deudas externas.
EC —Oribe era el tercer presidente constitucional. El primero había sido Rivera, después estuvo Anaya, brevemente, y Oribe. Oribe entre otras cosas se dedica a investigar la herencia que recibe del primer gobierno.
MJB —Por supuesto. Además Oribe tenía dentro de sus propuestas o de sus ideales y de su formación incluso personal, no solamente profesional, una consigna. Yo lo definiría con dos características: el orden, el orden en todo, el orden organizado, hasta en su vida personal como profesional, como para el Estado, y la tolerancia espiritual. Esa propuesta de ese período –que no es solamente de Oribe, es de la gente también, porque nosotros recordamos a los caudillos, a los héroes, a los jefes, pero hay toda una militancia, diríamos hoy, todo un grupo humano, los anónimos hombres y mujeres que acompañan estos cambios– surge en un momento en que hay que definir muchas cosas: la economía, la administración, y también los ideales y los sectores, hay que definir a quién pertenece cada uno. Es una forma simbólica, el ser humano necesita representarse, entonces ponerse una divisa es una forma de mostrarle al otro quién soy yo, cómo creo que deben ser las cosas.