Entrevista con Juan Ravecca, gerente general y socio fundador de Kinko.
EN PERSPECTIVA
Miércoles 28.09.2016, hora 8.20
ROMINA ANDRIOLI (RA) —Es probable que usted tenga alguno cerca de su hogar o se los tope en el camino al trabajo y hasta los haya incorporado a su rutina de compras. Es que los minimercados están imponiendo su modelo de negocio y van por más.
Menos personalizados que un almacén y más amigables que un supermercado, las llamadas tiendas de conveniencia están invadiendo Montevideo y aspiran a replicarse en el interior del país. Kinko, Frog, Devoto Express, Punto Shop, Ta y Tiendas 360 son la cara de este nuevo fenómeno que está cambiando los hábitos de consumo.
Para conocer más a fondo la dinámica del sector y hacia dónde se dirige, recibimos a Juan Ravecca, gerente general y socio fundador de Kinko, la cadena de almacenes que, inaugurada en 2013, fue una de las pioneras en este nuevo fenómeno.
JUAN RAVECCA (JR) —El primer Kinko abrió en agosto de 2013, en Benito Blanco y Barreiro, al lado de la playa Pocitos. De ahí hemos seguido, hemos ido conociendo el negocio y hoy tenemos 15 locales, tres más que van a abrir este año, una franquicia que se concretó hace tres días, y la idea es seguir adelante con esto.
NICOLÁS BATALLA (NB) —¿Cómo surgió la idea de abrir ese primer local?
JR —Es bastante divertida la historia. Yo estaba viviendo en Chile, acabábamos de tener nuestra primera hija y mi señora siempre me pedía que a la vuelta del trabajo le llevara cosas. Había una cadena parecida a lo que es Kinko en Santiago, siempre iba y siempre me pedía una cosa y volvía con tres cosas más. Un día me fijé en la tarjeta de crédito cuánto gastaba ahí y cuánto gastaba en una gran superficie, y gastaba más en ese lugar chiquitito que me quedaba a la vuelta de casa. Ahí pensando un poco cuál ha sido siempre la vida cotidiana del uruguayo, que le gusta comprar en el almacén, le gusta la vida de barrio, es el vecino –la historia esa del uruguayo es muy europea también–, dije: ¿por qué no hacerlo en Uruguay? Obviamente, agarrando un modelo que existe en todas partes del mundo, confeccionándolo y poniéndole las cosas que creemos que son fundamentales para los uruguayos. Así largamos.
RA —¿En qué consiste ese modelo de negocio que armaron?
JR —El modelo de negocio es un almacén. A diferencia del resto de la competencia, nos definimos como un almacén de barrio. Eso es lo que siempre quisimos, no queremos un supermercado, no queremos ser un minisupermercado, no queremos ser un superkiosko. Queremos ser el almacén de toda la vida del uruguayo de la esquina, que habla con el barrio; buscamos más barrio que tránsito peatonal, porque creemos que es fundamental, a la hora de decidir sobre un lugar, que la gente que vaya pueda meter dentro de su vida cotidiana el uso de este supermercado, de este almacén, con la atención personalizada que le da el encargado. Cuando largamos yo pensaba en aquella imagen de mis padres cuando iban al almacén y decían “che, mañana tengo el cumpleaños de mi hija, guardame diez cocas frías”, ese tipo de cosas. A eso tratamos de apuntar. Si uno va a cualquier Kinko ve esa atención personalizada y el almacén modernizado, buscando limpieza, precios, gente que lo atienda bien a uno.
RA —En 2013, cuando abrió el primer Kinko, imagino que ustedes también percibían, además de eso que habías visto como modelo de negocio, que en nuestro país había un auge de consumo. ¿Eso incidió de alguna manera?
JR —No, porque la industria del supermercadismo hoy crece casi como la inflación o 1 o 2 puntos más. Puede haber mucho consumo en cuanto al resto de la industria del retail, pero el supermercado siempre estuvo bastante consolidado. Y nosotros nos encontramos con una realidad totalmente diferente desde el principio, cuando abrimos el primer local en Benito Blanco no se sabía si era una juguetería, una peluquería. La gente no estaba acostumbrada a ver algo lindo, bien puesto. Y cuando abrimos las puertas y la gente empieza a conocerlo, tuvimos un crecimiento brutal. Hoy por local estamos teniendo un crecimiento de entre 20 % y 25 % real, y si le sumamos la inflación es casi 35 % por local. En todos los locales es igual. Es más, tenemos locales que ya llevan dos o tres años y siguen creciendo a ese nivel.
Creo que estamos haciendo un buen trabajo, también salió nuestra competencia, por lo tanto creo que hay lugar para nuestra competencia también. Nos damos cuenta de que hay un cambio en el consumo de la gente, además de que hay un cambio en la política económica del Uruguay, que obviamente no está muy bien, y eso hace que la gente ya no haga esas compras del mes enormes, para después terminar tirando la mitad de las cosas porque no las come o porque tuvo otras cosas, salió con la señora, entonces el pollo que había comprado quedó en la heladera, se fue el fin de semana a comer a lo de los abuelos, etcétera, y quedan las cosas. Entonces lo que logra Kinko es darle esa posibilidad a la gente de tener un consumo más medido, va, compra lo que quiere, se da sus gustos y de alguna manera ahorra.