Entrevista con el doctor Roberto Markarian, rector de la Universidad de la República, y el profesor Cheung Koon-yim, director del Instituto Confucio en Uruguay.
EN PERSPECTIVA
Viernes 10.11.2017, hora 08.27
EMILIANO COTELO (EC) —Aprender mandarín, cocinar lo-mein, conocer sobre historia china… A partir del año que viene, quienes estén interesados en alguna de estas actividades podrán asistir al Instituto Confucio, un centro de intercambio cultural que representa todo un salto en la relación entre Uruguay y China.
La instalación en Uruguay de este organismo del gobierno chino es posible por un acuerdo entre la Universidad de la República (Udelar), la Oficina del Consejo Internacional de la Lengua China y la Universidad de Quingdao.
¿Cómo va a funcionar ese pedazo de China en Uruguay?
Para averiguarlo, nos acompañan el profesor Cheung Koon-yim, que dirigirá el Instituto, y el rector de la Udelar, el doctor Roberto Markarian.
Doctor Markarian, ¿desde cuándo la Udelar mira hacia China desde el punto de vista académico?
ROBERTO MARKARIAN (RM) —Yo diría que desde siempre, en la medida en que China es un gran país, no porque ahora esté tan relacionado con Uruguay, sino porque el Imperio chino tuvo influencia en la historia del mundo de manera crucial, tenemos diversas herencias que utilizamos de esas grandes civilizaciones. Pero los contactos más específicos relacionados con este asunto comenzaron en 2011, 2012, y se consolidaron muy fuertemente en 2015, esencialmente cuando fue nombrado el actual embajador, Fernando Lugris, y nosotros decidimos que teníamos que hacer un gran planteo sobre la vinculación académica, intelectual, cultural con la República China. Yo mismo había viajado como matemático, acompañado por Mario Wschebor, en el año 2002 a un congreso de matemática. Así que relaciones culturales y científicas tenemos desde mucho tiempo antes.
ROMINA ANDRIOLI (RA) —Ahora viajó como rector…
RM —Sí, efectivamente.
EC —En líneas generales, ¿con qué panorama se encontró en China este año?
RM —Me encontré con un panorama de inmenso desarrollo universitario y cultural. Visité varias ciudades, no estuve solo en Beijing. Obviamente no penetré de la costa hacia el oeste, porque no tenía tiempo, que se sabe que son las regiones más pobres del país, por lo tanto estuve en las zonas más avanzadas, donde las transformaciones han sido más importantes. Pero el panorama universitario con que me encontré es un inmenso desarrollo, campus modernos, gente culta, conocedora del mundo, interés por diversas cosas relacionadas con nuestros países. En particular me sorprendió la preocupación por el fútbol de muchos de los rectores y personas con quienes me encontré, y el interés de vincularse muy fuertemente aun con una República pequeña como somos nosotros, que tenemos que ponernos la camiseta, pero tener cuidado con el tamaño de la camiseta.
EC —Arquitecto Yim, usted, que va a dirigir el Instituto, no acaba de llegar ni mucho menos. Tiene más de 60 años en Uruguay.
CHUENG KOON-YIM (CKY) —Tengo 64 y algo, casi 65.
EC —Y su relación con la Udelar también es antigua. Se formó allí como arquitecto y después ejerció como docente. En general es muy interesante su historia, su llegada a Uruguay en el año 1953… ¿Qué nos puede contar en resumen?
CKY —¡Pah! Resumir 65 años en un segundo… es imposible. Mi vinculación con Uruguay fundamentalmente es a través de la Universidad, a través de mi facultad. Ahí me hice profesional, me hice docente, fundamentalmente me hice uruguayo, porque la formación de la Universidad y sobre todo de la Facultad de Arquitectura en su plan de estudios de 1952, dentro de la Ley Orgánica, por la que más o menos milité, pienso que se orienta a conocer el país. Nuestra profesión, no solamente la arquitectura, sino todas las profesiones, estaba encarada para el servicio a esta sociedad que nos da la vida.
RA —No debe de haber sido sencillo insertarse, aprender una carrera en un país tan diferente, habrá tenido su particularidad. Porque usted llegó con 16 años aproximadamente.
CKY —Yo ya venía con cierta globalización. China se había abierto al mundo a fines del siglo XIX, con la invasión de los extranjeros fuimos obligados a abrirnos al Occidente, con el ejemplo de Japón, que nos adelantó en más de 50 años. Lo cierto es que yo tenía más conocimiento sobre Occidente que los uruguayos sobre China.