Entrevista con Gino Tubaro, inventor argentino.
EN PERSPECTIVA
Viernes 19.08.2016, hora 8.20
EMILIANO COTELO (EC) —Creó una prótesis de mano muy buena y de bajo costo, que se fabrica, a medida, con una impresora 3D. Ese invento le abrió las puertas del emprendedurismo tecnológico internacional y hasta lo puso en boca del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Se llama Gino Tubaro. Tiene apenas 20 años. Y va por más.
Su nombre comenzó a hacerse conocido en 2014. Fue entonces cuando los diarios de la vecina orilla publicaron que Felipe Miranda, un niño de 11 años del pueblo bonaerense de Tres Algarrobos, quien debido a una enfermedad genética nació sin la mano izquierda, había recibido por encomienda un regalo que le cambiaba la vida: una mano artificial desarrollada con una impresora 3D. Y tanto o más sorprendente aún era que esa prótesis novedosa había sido elaborada por un diseñador que por entonces tenía apenas 18 años.
Ese desarrollo le valió a Gino el reconocimiento del gobierno argentino y de organizaciones prestigiosas como el Instituto Tecnológico de Massachusetts, que lo eligió entre los 10 innovadores menores de 35 años líderes de la vanguardia tecnológica, “cuyo trabajo y talento tendrán un importante impacto en la sociedad en los próximos años”.
Hoy dirige Atomic Lab, un emprendimiento personal que, entre otras cosas, gestiona una plataforma online donde recibe solicitudes de todo el mundo para realizar prótesis a medida y prácticamente gratis.
Hoy Gino está de visita en Montevideo invitado a exponer en una actividad que organizó MP Medicina Personalizada. Vamos a aprovechar la oportunidad para conocer un poco más sobre su vida y sus trabajos.
Te definís como “inventor” desde chico.
GINO TUBARO (GT) —Sí, desde chico lo que más me apasiona es desarmar cosas, y haciendo eso le desarmaba la plancha a mi vieja, había muchos electrodomésticos en mi casa que pasaban de ser de algo funcional a algo roto. Recuerdo un montón de veces a mi mamá diciendo: “¡Uh, otra vez me rompiste…!”, y al final de esa oración agregá plancha, equipo estéreo y todas esas cosas.
EC —¿Cuáles recordás como tus primeros inventos?
GT —Siempre desde chico, como mi pasión es inventar, encontraba en las cosas más sencillas algún uso extra. Por ejemplo, desarmaba el equipo de estéreo, le sacaba el parlante, lo pegaba a una cajita de té de cartón, después le pegaba un hilo y arrastrando ese hilo iba por mi casa, con ese imán apuntando al piso y levantando cosas de metal. Para mí era una aspiradora, pero en verdad era un imán que levantaba cosas de metal. Imaginate un chico de 6, 7 años empezando a crear cosas de ese estilo. Para mí era buenísimo y me divertía haciéndolo.
EC —Después, un poco más adelante, como joven inventor, recibiste dos premios de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, avalada por Naciones Unidas. ¿Cuáles fueron las creaciones por las que te dieron esos galardones?
GT —Como mi pasión era crear cosas, tenía que encontrar un extra, para qué hacerlo. Entonces los inventos que creaba tenían y tienen un impacto social. A los 12 años, aproximadamente, ya estaba aprendiendo a hacer cosas de electrónica, había hecho robots, que eran minirrobots, entonces había presentado en el primer caso minirrobots y un aparato que era como un enchufe, que se conectaba a la pared y cuando se conectaba un aparato detectaba si una zapatilla, un acondicionador de aire, una plancha, lo que fuese, o una persona. Era muy distinto de un disyuntor, era un circuito especial que podía saber si había una persona o no en ese lugar.
EC —La utilidad es clarísima…
GT —Evitar que los chicos se electrocuten, evitar que las personas pongan algo mal en el enchufe justo cuando lo tocan y quedar pegados.
EC —Ese era uno.
GT —Ese era uno de los proyectos que tenía en ese entonces. Después fui metiéndome un poco más en las energías renovables y creé un aparato que era una especie de antena que clavabas en una maceta y transformaba ondas de wifi, de radio, en electricidad. Las ibas clavando en el jardín, ibas transformando esa energía e ibas creando un caminito con lucecitas. Entonces no necesitabas baterías, no necesitabas recursos no renovables para iluminar tu jardín.
EC —¡Qué notable! ¿Qué ha pasado con esas invenciones?
GT —Como en ese momento era muy chico, quedaron en proyectos, en ideas. Obviamente, están para ser retomadas más adelante.
EC —¿Están patentadas?
GT —No, la gran mayoría es conocimiento que se comparte. Hay una que tiene un registro, pero creo que las patentes son un poco anticuadas y en mi caso siento que es más difícil avanzar con la tecnología. Tenés el caso de Iron Man, el muchacho que hace los autos de Tesla, que comparte las patentes de sus autos para que haya más competencia y más gente creando sus proyectos. Entonces creo un poco en eso, que sirve no solamente para que mi emprendimiento crezca, sino para que crezcamos todos en comunidad.
EC —Seguimos con tu historia. En la charla TEDx Río de la Plata año 2012, en la que fuiste orador, presentaste dos desarrollos: el Sound Cube y el Ladrón de Energía. ¿En qué consistían?
GT —El Sound Cube es un cubito musical. La gente que no puede ver dibuja en una hoja con un lápiz de grafito, dibuja un piano, por ejemplo, apoya el cubo sobre el dibujo, empieza a tocar las teclas que dibujó y eso se transforma en sonido. Y para las personas que no pueden ver, transformar un dibujo –que es algo imposible de tocar– en sonido está buenísimo, porque pueden crear melodías y saber qué es lo que se siente. Era algo un poco artístico/instrumento musical.
Y el Ladrón de Energía era este proyecto del transformador de energías del ambiente en luz.
EC —¿Qué pasó con el Sound Cube?
GT —Fue un proyecto que me llevó un montón de tiempo de desarrollo, porque eran cubitos de metal hechos a mano, con un circuito hecho a mano, era todo muy casero y rudimentario. Gracias a ese proyecto fui aprendiendo lo que era impresión 3D, entonces ahí empecé a armar mi primera impresora.
EC —¿Dónde está hoy el Sound Cube?
GT —Hoy está en el cajón de mis inventos favoritos. Estamos viendo si puedo compartir el contenido del proyecto.
EC —¿Hay ejemplares circulando? ¿Se están usando?
GT —Había un par de ejemplares. Eso fue en 2012, hace ya un tiempo, tenía 16 años, era un poco más chico y no tenía un emprendimiento funcionando.