EC —Ato esta pregunta con uno de los argumentos, quizás uno más para agregar a esta conversación, de los que han estado circulando. Francisco Faig, en la columna que escribió en El País, dice: “Cuando el espacio público deja de ser neutro y abstencionista, las diferentes religiones empiezan a competir allí”. Y en una columna de Ítalo Bove y Rodrigo Alonso Suárez en La Diaria se señala: “Dado el afán por ganar adeptos que tienen muchos grupos religiosos, podríamos asistir a una verdadera disputa entre iglesias por ocupar el espacio público con sus símbolos”.
DS —Está bien, tienen todo su respeto esas opiniones. Me parece que la postura que asume Faig es la típica postura dogmática del jacobinismo en este país –todo el artículo tiene ese dogma de fondo–, que decía que lo religioso pertenece al ámbito de la conciencia privada y entonces no debe salir de los templos. Es como decir, con respecto a lo político, a lo deportivo o a cualquier otra manifestación, “ustedes quédense en su casa”, pero el hombre es un ser político en el sentido de que es un ser social, que vive en la polis, entonces manifiesta sus preferencias. El logro enorme de la sociedad democrática es que uno, siempre que no ofenda al otro, puede manifestarlo públicamente, es parte del juego de la pluralidad. En el respeto al otro, en la riqueza de la diversidad, se juega esta vivencia democrática, de la cual nos sentimos orgullosos ahora que estamos, según ese periódico, entre las 20 democracias plenas del mundo, algo que creo que nos enorgullece a todos los uruguayos.
EC —Se refiere a una columna del New York Times que se publicó hace pocos días.
DS —Fue una linda noticia. No es que seamos más o menos democráticos porque nos digan de afuera que lo somos, pero nos coloca en una vitrina mundial que nos hace bien, lo comparto totalmente y como uruguayo y como cristiano me siento consustanciado con ese espíritu.
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EC —Por lo visto no es un debate que resulte indiferente a la gente, si miro la cantidad de mensajes de los oyentes me encuentro con un buen movimiento. No todos los temas generan esta participación de la audiencia.
DS —Es interesante, estos temas en el Uruguay siguen presentes. Además la Virgen María, como signo, como presencia, para los católicos y para otros cristianos aun no católicos, tiene un sentido muy profundo, vital, que toca los sentimientos más hondos y la espiritualidad de la persona. La Virgen siempre suscita esa devoción y esa adhesión, no me extraña que haya tantos mensajes en ese sentido.
EC —Según detalla la resolución que la Intendencia remitió a la Junta Departamental con fecha 5 de febrero, la Unidad de Patrimonio entiende que la propuesta es “viable”, ya que se integra “al contexto general del espacio público” y al edificio de la vieja Aduana de Oribe. Se explica además que la forma y el tamaño de la escultura y de su base se adecuan también al predio. La Intendencia autoriza a que la altura máxima de la imagen sea de 3,80 metros, incluida la base. ¿Cómo consideraron este otro aspecto, el estético-urbanístico? Porque este ángulo también apareció en el debate, por ejemplo en alguna de las Mesas de En Perspectiva esta semana.
DS —La imagen es una imagen tradicional de la Virgen, de color blanco, es una imagen de la Medalla Milagrosa, muy elegante, muy hermosa, muy tradicional también de la Virgen Inmaculada, con los brazos abiertos. También está muy bien pensada –por la escultora Alicia Bauer, que ha hecho distintas obras, una persona estupenda, con un gran sentido artístico– la colocación sobre una piedra. En la aduana de Oribe hay todo un sector de césped y después hay una serie de piedras, y la imagen de la Virgen estaría sobre una piedra de casi 3 metros, con la parte que va hundida. Creo que en ese sentido le daría un toque muy bonito a la zona, al lugar, sería muy lindo. Obviamente, soy parte interesada, pero eso está pensado.