Entrevista con Mateo Gutiérrez, realizador, director de Wilson.
EN PERSPECTIVA
Viernes 04.08.2017
EMILIANO COTELO (EC) — “Wilson vuelve”. ¿Les suena?
La noticia estaba en boca de todos los uruguayos en las semanas previas al 16 de junio de 1984, cuando Wilson Ferreira Aldunate puso fin a 11 años de exilio y terminó preso en un cuartel en Trinidad.
Treinta y tres años después, hace unos días, aquel anuncio volvió a aparecer en las calles de Montevideo. Pero esta vez para promocionar el estreno de un documental sobre la vida del último gran caudillo blanco.
(Audios Wilson.)
En este momento yo veo al gobierno tironeado por un lado por la orientación Forteza, fría, cerradamente monetarista, y por otro lado la orientación Peirano con la obsesión de los costos y la mirada puesta fundamentalmente en los problemas industriales.
Nuestro Partido Nacional se considerará en guerra contra el señor Juan María Bordaberry, enemigo de su pueblo.
Yo no tengo mentalidad de entregarme. Yo no me entrego nada. Yo no tengo otras armas que la posibilidad de hablarle a la gente.
(Fin audios.)
EC —Desde ayer se exhibe, en varias salas de Montevideo, Wilson, una película de Mateo Gutiérrez en la que se recorren la vida íntima y la vida política del líder nacionalista con imágenes inéditas de archivo y el testimonio de varias figuras relevantes en los últimos 50 años de la historia de nuestro país.
Vale la pena profundizar en esta producción y de paso redescubrir a Wilson Ferreira Aldunate.
Para eso, recibimos a Mateo Gutiérrez.
Mateo, tú tenés 48 años y sos uno de los cinco hijos de Héctor Gutiérrez Ruiz y Matilde Rodríguez Larreta. ¿Está bien definirte como fotógrafo, documentalista y director de cine publicitario?
MATEO GUTIÉRREZ (MG) —Y sí, a eso me he dedicado. Ahora estoy diciendo, cuando presento este tipo de trabajos, que me he convertido en una especie de autodidacta. He mezclado un poco, por la generación de la que vengo, de formación profesional, en la que no había tantas carreras cinematográficas o audiovisuales… yo me crie trabajando en publicidad en sets de estudio con gente autodidacta, gente que hacía cosas. Y me fui convirtiendo en uno de ellos, en el sentido de que cuando quise contar algo acudí a lo que me tocaba emocionalmente en la historia de mi familia, y Wilson es parte de eso.
EC —Agregaría quizás a esa descripción tuya algo, o quizás bastante, de vocación periodística.
MG —Bueno… me lo están haciendo notar. A mí me da vergüenza decir que soy periodista, porque no lo soy, por respeto a los periodistas. De hecho, cuando hago entrevistas son charlas, son conversaciones, que después para editarlas son complicadísimas, porque me meto y provoco charlas y no tanto entrevistas más formales. Entonces lo comento de esa manera, ese es el método.
EC —En 2008 estrenaste el documental D. F. (destino final) sobre tu padre, Héctor Gutiérrez Ruiz. Esta otra, Wilson, ¿es una consecuencia de aquel primer trabajo?
MG —No fue inmediato, pero en ese momento me di cuenta de que había material sobre Wilson. Cuando buscaba material de archivo para D. F. aparecía material de Wilson. Y era consciente además de que era un tema al que se le debía un tratamiento; no yo, el país. Un oyente decía que su imagen se está diluyendo con el tiempo en la visión popular. Esto justamente trata de refrescarlo y traerlo a primer plano.
EC —La primera película te empujó a la segunda.
MG —Sí, cuando hice D. F. vi ese material, pero estaba en el barro en ese momento y no quería desviarme a Wilson. Sabía que Wilson tenía que tener un trabajo especial.
EC —Era una gigantesca asignatura pendiente.
MG —Y sí…