La presidenta del Banco Hipotecario, Ana Salveraglio, profundizó en el cambio de timón hacia un encare más agresivo que tuvo la institución este año.
EN PERSPECTIVA
Martes 22.05.2018, hora 8.25
EMILIANO COTELO (EC) —El Banco Hipotecario del Uruguay (BHU) comenzó este año 2018 asumiendo una política más agresiva en el mercado inmobiliario.
Las autoridades del BHU anunciaron en marzo nuevos planes para financiar la construcción y compra de vivienda nueva, facilidades para el acceso al crédito y otras prestaciones vinculadas al ahorro y a la garantía de arrendamiento de viviendas.
Una de las mayores novedades fue el retorno al segmento de préstamos para la construcción individual de viviendas y la compra de terrenos, una línea suspendida en medio de la crisis del año 2002.
¿Qué ha pasado? ¿Cómo fue la respuesta del mercado? ¿Cuáles fueron los motivos de esta batería de medidas? ¿Cómo sigue la historia de este banco que tiene ya 125 años?
Vamos a conversarlo con la contadora Ana Salveraglio, presidenta del directorio.
El BHU pasó por un terremoto con la crisis del año 2002. Desde entonces, ha venido recuperándose, reformulándose. En 2007 se aprobó la ley que lo reestructuró, con una capitalización de US$ 240 millones, una reducción de su personal en dos tercios, la liberación de una parte de su cartera de morosos, y volvió al mercado ofreciendo créditos en marzo de 2008, hace 10 años.
ANA SALVERAGLIO (AS) —Fue en diciembre de 2008 cuando el Banco Central del Uruguay (BCU) nos autorizó nuevamente a dar créditos.
EC —Entonces, ¿cuál es la misión de este banco del Estado hoy, cuando paralelamente los bancos privados han desplegado sus propios planes vinculados con la vivienda y por otro lado existe la Agencia Nacional de Vivienda (ANV)?
AS —Antes de entrar en ese tema, un comentario respecto a lo que usted comentó en cuanto a la separación de cartera. La separación de cartera como consecuencia de la reestructura no fue una separación clásica de un banco en banco bueno, banco malo. El criterio fue que la cartera de corte social se trasladara a la agencia, la morosidad en sí no fue el criterio que se tomó en cuenta para la separación. De hecho, la cartera que quedó en el banco y la cartera que quedó en la Agencia tenían aproximadamente la misma morosidad, de entre 50 % y 60 %.
EC —¿Cuál fue el criterio?
AS —El criterio fue el contexto social, la situación edilicia, la ubicación del conjunto habitacional. Pero si en un conjunto habitacional la mayoría estaba morosa, en ese caso sí iba a la ANV, porque era un complejo de difícil gestión. No por el hecho de ser moroso, sino dado que el banco se iba a quedar con muchos menos funcionarios, todo aquello que fuera de difícil gestión pasó a la ANV.
EC —¿Cuál es la visión hoy, cuál ha sido el planteo en los últimos 10 años?
AS —Fundamentalmente, ofrecer soluciones habitacionales a toda la población, pero haciendo foco principalmente en aquellos sectores no atendidos hasta el momento por el resto de la banca.