Entrevista a la especialista en cultura árabe Susana Mangana.
EN PERSPECTIVA
Martes 08.09.2015, hora 10.15
ROMINA ANDRIOLI (RA) —Estamos con Susana Mangana, quien ha estado en contacto en todo este proceso con las familias sirias. Susana, estuviste cuando la delegación de Uruguay viajó a Líbano justamente a reunirse y entrevistarse con estas familias, has estado en contacto a lo largo de estos meses con ellos, y ahora también ante esta nueva situación, ¿cómo la estás viendo?
SUSANA MANGANA (SM) —En los últimos meses la verdad que he perdido bastante el contacto, desde que el programa tomó otro rumbo con otras instituciones que se sumaron, como la propia PNUD [Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo], yo entendí que no se me convocaba para actuar ni de agente intercultural ni de mediadora. En realidad es más bien una amistad que desarrollé con ellos a título personal, porque viví el proceso de selección, los dos viajes que efectuamos en misión oficial junto al equipo en aquel momento dirigido –y supongo que continua hasta el día de hoy– por el doctor Javier Miranda, fuimos a seleccionarlos y después a ayudarlos en su llegada a Uruguay, en todo lo que era el traslado, para facilitar también la parte anímica, la parte psicológica, que es importante con un contingente así.
Ahora bien, eso no quita que he estado en contacto, con algunos miembros y algunas familias más que otras, y que conozco que desde el inicio su queja era la misma: el temor a que Uruguay es muy caro, a que no van a poder sostenerse por sí mismos, pero claro, también con una cierta cerrazón y obstinación a la hora de no entender que Uruguay les estaba tendiendo la mano, que hay una ayuda y una programación de gastos. Evidentemente siempre uno quiere más, todo lo que uno pueda rascar y arañar, pero las ayudas son importantes: tienen cada uno su casa, su hogar constituido, tenían también posibilidades varias de trabajo, en algunos casos los rechazaron ellos, en otras entiendo que quizás no se buscó otras opciones desde el programa que quizás hubieran sido más adecuadas, pero errores se cometen en todos los países.
Creo que aquí ha faltado ese trabajo de mediación cultural, de trabajo con ellos conociendo sus claves; cómo vivían en Siria, qué tipo de cultura, qué tipo de orden político están acostumbrados a manejar… Evidentemente esa libertad que existe en Uruguay, incluso para poder acampar frente a la casa de gobierno… Es innegable que aquí ha faltado ese ejercicio de hacerles ver también todo lo positivo que pueden encontrar, no solo para los adultos sino también para los niños pequeños, algunos nacidos en territorio uruguayo. Eso es lo triste.
RA —¿Y cuánto puede tener que ver esto que hoy estamos viendo, estas manifestaciones a nivel local, con lo que está pasando en Europa, de otros sirios que están logrando entrar a Europa y ven la panacea en Alemania?
SM —Has puesto el dedo en la llaga. Ellos son refugiados, siempre digo esto en clave de humor, hoy sin humor alguno: no son tontos, ven televisión, tienen celulares, están en contacto con parientes, con otros refugiados y desplazados que seguramente están en tránsito. Una de las familias intentó llegar a Alemania vía Serbia que no lo logró, porque en Turquía quedó retenida en el aeropuerto, algo que era totalmente previsible también. Creo que tiene mucho que ver su regreso la semana pasada con lo que es ahora la “sublevación popular de los sirios”, por así decirlo. Pero evidentemente esto también tiene que ver con las manifestaciones que vemos en Europa y que se han enterado de que Alemania y Francia están abriendo un poquito, o bastante, el grifo para permitir la entrada de refugiados.
Ahora, ¿es esto inteligente o realista?, ¿creen ellos que van a conseguir las ayudas que tienen hoy asignadas en Uruguay?, ¿por qué no han quemado otras velas antes de decidirse, por ejemplo contactar con otros ciudadanos compatriotas, ya no sirios pero palestinos, libaneses, que todavía algunos de ellos hablan el idioma…?
RA —Porque están planteando cosas muy extremas, ¿no? Están diciendo directamente: “Nos queremos ir”, incluso…
SM —“Nos queremos ir, nos tratan mal”.
RA —Incluso: “preferimos volver a Siria”.
SM —Eso es fácil decirlo, marcarse un farol es fácil, sostenerlo es otra cosa. Primero: para Siria son desertores, punto, y eso tiene un castigo que no es precisamente que le pasen la mano por la cabeza. Son desertores para su gobierno.
También ayer leía en prensa que se quejan de que no tienen documentos válidos para ir a Argentina y presentarse a la embajada siria. Quiero ver si al señor que hoy está aquí manifestándose y hablando con todas las radios y los canales de televisión le permiten entrar a la embajada de su país. A ver si el embajador, no el presidente sirio, el embajador sirio en Argentina lo recibe y cómo lo recibe. Una cosa es ufanarse y tener ese talante altanero cuando sabes que no hay una consecuencia física para tu seguridad y otra cosa es decir: “prefiero volver a Siria”.
A Siria no vuelven porque son desertores, tampoco tienen fácil entrada, y Líbano dudo mucho que los reciba, porque ha cerrado las puertas a los refugiados, no solo a los sirios, sino también a los de otros países, sobre todo porque se han visto desbordados por esta guerra civil. Además porque Líbano y Siria tienen una historia compartida de recelo, de resentimiento del libanés y desde luego que no los quieren. Cuando fuimos a buscar a los sirios y les decías [a los libaneses] que ibas a traer 120 se reían y decían: “120.000, llévatelos a todos, por favor”. No los quieren porque entienden que son una carga onerosa para su Estado pero además desbalancean a la población.
NICOLÁS BATALLA (NB) —¿Y qué tan real ves eso que han dicho en esta ocasión de que cuando vinieron las promesas eran las de un porvenir más sencillo…?
SM —Ahí yo quiero poner foco, ahí sí me siento aludida, en el resto hablo como ciudadana y como conocedora, que creo que he dado sobradas pruebas en estos años de que claves culturales, idioma… pero no solo, el idioma es una parte de ello, es comprender la mecánica mental de la gente de un país, conozco Uruguay, Siria, Oriente Medio, y además por estratos sociales, que eso además también es importante aclararlo: estamos hablando de un grupo de personas que no tienen todos la misma instrucción, sobre todo las mujeres adultas son todas semianalfabetas, los jóvenes, que tendrían que estar hoy en la escuela, ya acoplados al sistema educativo, y creo que así pueden haberlo estado, lo que ha faltado es voluntad de las familias de entender que esto era una oportunidad de oro.
Evidentemente que si hubieran hecho las cosas de otra manera muchos de ellos podrían estar hoy incluso trabajando en San Pablo o viviendo en Brasil, donde tienen otras redes para poder vincularse. Recordemos que la inmigración siria no es nueva en la región, los sirio-libaneses llegaron al Río de la Plata hace mucho tiempo, hasta 1925, escapaban de la conscripción del Imperio Otomano. Ahí tenemos a las familias de los Abuchaljas, de los Alem García, a los Matta Karam, hay cantidad de familias en Uruguay bien asentadas, bien integradas y compenetradas con la identidad uruguaya, que llegaron en peores condiciones que estas familias, sin nadie que les dijera: tomen un sueldo, una casa, ¿a qué escuela quieren ir tus hijos?, toma, te llevamos a arreglar la boca en el [Hospital de] Clínicas o a un programa de salud.
A ver, las mujeres sirias que dieron a luz en Uruguay, al menos una que yo visité, dio a luz en el mismo hospital donde yo tuve a mis dos hijas en una sala para ella a solas, estaba en una habitación exclusiva, en la [Asociación] Española. Tuvo el mismo trato que podemos tener otras personas e incluso mejor, porque hay personas uruguayas que aun queriendo no pueden pagarse una habitación exclusiva para dar a luz. Eso también es justo que se lo contemos a ese señor que tanto los moviliza y los revolotea, que revuelve al avispero, decirle: ¿en tu país tú tendrías esta ayuda?, ¿y en Líbano? Cuando dicen “Queremos volver a Líbano”, ¿van a tener ayuda oficial, un sueldo a cargo del Estado?, me río, me da risa.
¿Van a tener un programa de salud que les dé cobertura total a toda la familia, 14 individuos?, me da más risa todavía, porque yo recuerdo a uno de ellos, y no voy a dar el nombre, que cuando vino a la entrevista en la embajada de Uruguay en Líbano me dijo: “Me caí, tuve un problema, un percance, fui al hospital y no me quisieron atender, me duele mucho la pierna”, recuerdo quién es.
Yo soy española residente en Uruguay hace muchos años, tengo cuatro hijos viviendo aquí, sé lo que gasto en colegio, en la canasta básica familiar, sé lo que cuesta la vida, un taxi y un ómnibus. Mal podemos haber prometido, yo o alguien del equipo, que iban a ganar un sueldo de 1.500 dólares o euros, porque sabemos que no los gana aquí una persona sin cualificación.
Evidentemente son ganas de manipular las conversaciones, de enchastrar aquella gestión, al equipo que viajó, y eso no es serio de su parte. Eso hay que decirlo en sus claves, en sus códigos, porque si ellos patalean y nosotros los recibimos con cierto miedo y les damos entrada a la Presidencia y todo, evidentemente ellos van a seguir forcejeando hasta conseguir lo que quieren. Yo apuesto a que no es Líbano el destino final que buscan, porque tienen una idea romántica, como todo refugiado creen que van a llegar a Alemania o Francia y que les van a dar muchas más ayudas que aquí, pero además están soñando con esa idea de estar otra vez en comunidad. Eso sí es verdad, en Uruguay no hay una masa crítica de árabes y musulmanes, lo hemos dicho siempre, pero eso no es culpa del país, ellos sabían muy bien a dónde venían porque se les explicó, se les mostraron videos e imágenes, se les dijo lo que había y lo que no. Es faltar a la verdad decir ahora que se les engañó.
Otra cosa es que yo creo que el trabajo de mediación cultural se podía haber hecho de una forma diferente. Es la parte que yo manejo como docente y que yo podría haber imaginado hacerlo de otra manera, viendo todo lo positivo que tiene este país, no solamente para ellos sino para todos los inmigrantes que han llegado hasta aquí.
RA —Es un tema que tiene muy movilizada a la audiencia desde temprano, hay mensajes que dan a entender que son desagradecidos…
SM —La gente en Uruguay está diciendo que son ingratos y desagradecidos con justa razón, aquellos que no reciben una ayuda del Estado o que creen que podrían recibirla y ven lo que han recibido los sirios con justa razón se quejan. Está pasando lo que pasa con los inmigrantes en Europa.
Por otro lado este colectivo está siendo injusto y egoísta con aquellos colectivos que podrían venir detrás, porque fíjate ahora en qué papel quedan las familias que están esperando para venir. El gobierno seguramente esté pensando: si no hemos podido con 42 qué hacemos con 72 más. Es ahí donde yo creo que también hay que apelar al raciocinio, al sentido común.
Pero vuelvo a decir: son personas de alguna manera también manipulables por alguien que tenga cierto liderazgo o carisma, vaya usted a saber si no ha habido también manijazos de personas del país que por una cuestión de vendetta política pueden decirles: “Vete y pide esto y lo otro”. Yo sé de gente que les ha dicho: “No hables con Susana porque no te va a traer nada bueno”, me dolió muchísimo escuchar esto de parte de uno de los refugiados, porque mi ánimo nunca fue sacar nada de partido. Yo no cobré un peso por viajar, evidentemente se me pagaron mis viáticos para poder sostenerme allí y pagar el hotel, pero no he cobrado un peso por lo que hice, y si alguien dice que sí quiero que me muestre la boleta donde firmé yo el recibo, no lo tengo.
Lo que digo es que es una pena haber llegado a esta situación. En estos momentos van a ser tildados como ingratos por la sociedad uruguaya y esto nos dificulta a aquellos que queremos trabajar con las claves interculturales, con el decir que la multiculturalidad es buena, que tenemos que recibir inmigrantes, no solo de Siria, sino también de [República] Dominicana, de Colombia y de Chechenia, eso es lo triste.
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Transcripción: Andrea Martínez