El ministro de Salud Pública, Jorge Basso, informó el lunes que el año pasado Uruguay presentó el índice más bajo de mortalidad infantil desde que se llevan registros. Este tema fue tratado en La Mesa del miércoles 9 de marzo de 2016 con Teresa Herrera, Daniel Supervielle, Rafael Porzecanski y Gabriel Mazzarovich. Ante la afirmación de Mazzarovich de que en Uruguay se practica un número elevado de cesáreas, la reacción de Supervielle propició el siguiente mensaje.
Venía bien La Mesa de hoy, tratando el tema de la violencia de género con gran altura, hasta que "se metieron" con los ginecólogos (en realidad ginecotocólogos).
Me parece de muy mal gusto el gesto de Daniel Supervielle [de golpear la mesa]. Tendría que haberlo expresado en voz alta. No, Sr. Supervielle: no hacemos más cesáreas por dinero, no tiene que ver el acto médico remunerado.
Le pregunto: ¿Usted trabaja honorariamente o recibe un salario por ello? El de las cesáreas no es un asunto que se explique desde lo económico. Le cito dos ejemplos:
En el Pereira Rossell, en donde la cesárea se paga y el parto no, la tasa de cesáreas viene subiendo pero sigue siendo de las más bajas: 29,5 %.
Por el contrario, en los seguros privados se paga mejor el parto y es donde más cesáreas hay.
El Sanatorio Americano es el primero en esa tabla, con una tasa de 72,6 %, cita de El Pais del 24 de enero [de 2016].
Para ser justos deberían reconocernos que el descenso de la mortalidad infantil, considerada como la muerte de niños en el primer año de vida, se debe a embarazos bien controlados, a diagnósticos precoces, y también a intervenciones oportunas como la cesárea, para salvar la vida del bebé y en muchos casos de la mamá.
Lamentablemente, en los últimos años los ginecotocólogos hemos estado en el ojo de la tormenta por una razón o por otra, a mi entender infundadas.
Muchos de nosotros hemos sido insultados por negarnos a participar en abortos y por presentarnos ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo (TCA).
Se han formado listas, nos han escrachado en paredes. Algunos diputados nos han dicho que militamos contra la ley de aborto.
Pero esto ya excede todos los límites, insinuar que mercantilizamos nuestra vocación es demasiado.
Nos merecemos una disculpa pública (en épocas que cuesta tanto reconocer errores).
La misma que los objetores estamos esperando del Gobierno, por hacernos trabajar en condiciones ilegales durante la vigencia de la reglamentación de la ley de aborto [ley de interrupción voluntaria del embarazo nº 18.987].
Marie González, ginecóloga
Vía correo electrónico
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Foto: Hospital Pereira Rossell. Montevideo, Uruguay, abril de 2015. Crédito: Ricardo Antúnez/adhoc Fotos.