Hasta hace unas semanas, el único Uber que conocía era el abuelo de un amigo: el querido Uberfil. Luego apareció otro. En la radio y en los diarios lo escuché y lo leí. Supe que comenzaba a surgir un problema en relación a una nueva modalidad de transporte.
La semana pasada me fui de viaje. En menos de cinco minutos bajé la aplicación. ¡Pensar que yo iba a jugar con la hija del tambero en carro! Y ahora, desde el celular y sin manejar efectivo, sabría quién me vendría a buscar, en cuántos minutos y en qué auto. El celular identificaba, de forma inmediata, desde dónde requeríamos el servicio. Además, podría calificar al conductor y él a mí. Era un sistema recíproco.
Pasados tres minutos, me levantó una Nissan último modelo, conducida por un señor con perfecto español. Amable, me saludó y condujo. Una pantalla, botellas de agua, dulces… todo se encontraba en un ambiente limpio y perfumado. “¿Esto es en serio?”, pensaba. No podía creer. Para colmo, el precio era un tercio que el del taxi.
Aterrizada en Montevideo, me enteré de que mi hermana fue chocada por un taxi. Ella, junto a sus tres hijos… el más chico, con menos de seis meses. Le ofrecí mi auto, le dije que me podía manejar bien en taxi. Opa, opa, opa no tenía ni idea de qué implicaba afirmar eso:
Viernes 13 en Montevideo
Llueve y debo ir al médico. Llamo al 141. Me atiende una contestadora. Indica que mi número está registrado, que espere. Pasan 5 minutos, 15, 30 y nadie me atiende. Llamo a otro servicio de taxi. Me atienden.
–Le enviamos un móvil, ¿usted viene para el Paso, no?
–No.
–Entonces no le puedo mandar nada.
–¿Cómo?, pregunto–¿no me puede mandar un taxi?
–No. Tengo que priorizar a los de la zona.
Dejo el celular, continúo con el teléfono de casa. Sigo a la espera del 141, van 37 minutos… “¿Esto es en serio?”, pienso.
¡Minuto 38 y 56 segundos me atienden al fin!
Terminada la consulta, le doy otra oportunidad a los taxis. Dicen que en 3 minutos viene. Pasan 5, 10 y nada. Opto por caminar. Me río sola, empapada, con la ropa pegada y el paraguas doblado. Como dice García, un gran profesor: “si proliferan los males hasta constituir estructuras perversas es, en parte, por la complicidad de bocas cerradas”.
Natalia Hughe
Vía correo electrónico
Je suis Uber. Con todo respeto parafraseo la consigna patriótica francesa para traerla a nuestro medio. Mi solidaridad con esta empresa, por los ataques de corte mafioso que recibió a poco salir a la luz. Solidaridad por lo que reflejan de nuestra sociedad, por acción y omisión, por quien los realiza y quienes los toleran, particularmente a nivel de gobierno.
No se puede admitir en silencio los métodos de la “familia del taxi”: patotas y matones. Aunque tengan razón en parte de sus reclamos. Dourado es la cabeza visible de este grupo. Ante cada “amenaza” a sus intereses, no ha dudado en salir en prensa, movilizar la flota para presionar y utilizar contactos políticos.
Hoy es Uber, ayer fue el “compañero” que no acató una medida y le dieron una paliza, la tímida iniciativa municipal de ampliar el número de chapas y la aplicación Easytaxi.
Se ha generado un servicio de taxis monopólico, con desprecio absoluto al usuario. Se caracteriza por su suciedad, falta de espacio, radio estridente, precio desmedido y uso del celular mientras se maneja. En los días de lluvia, horas de cambio de turno y horas pico en general, es imposible conseguir un coche. Además, son frecuentes los pícaros, que nos embroman con caminos sinuosos y semáforos. Como no hay competencia real, el cliente no es objeto de cuidado.
Pablo Oroño
Vía correo electrónico
Deberíamos adoptar ese mecanismo de calificar tanto al chofer como al viajero para el taxi común. Y también serviría para depurar tantos otros servicios. ¡Imagínense cómo sería implementarlo con los sanitarios, con los médicos, con cualquier profesional!
Esteban Carle
Vía correo electrónico
Progresar es mejorar el acceso a la salud y a la educación para todas las personas.
Progresar es aumentar los salarios de los trabajadores que ganan menos.
Progresar es hacer que paguen impuestos los que tienen más.
¿Cuánto tiene que ver Uber con el progreso de las personas?
Daniel Martínez
Vía correo electrónico
Es atroz: una persona por auto, cada vez más autos. Se produce un consumo de petróleo desmedido, cada vez hay más contaminación y se paraliza la movilidad. Uber toma este problema y lo transforma en una solución.
Eduardo Canale
Vía correo electrónico
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